cido. Su respiración era pesada, su corazón latía con una fuerza inusual, como si su cuerpo
mir
ldita
ica a la
correr la espalda-. Usa la misma fragancia, sus oj
ar. Sofía lo había destruido. Sofía lo había dejado en el altar sin una explicación. Había sido el peor momento de su
el puño cerrado y lanzó
to no puede e
o controlar el caos dentro de su mente. Respiró hondo y volvió a abrir l
a clara: quería conocerla. Saber por
no y marcó un
ha sido contratada. Mañana tiene que lle
nito o señ
rgó en el respa
ombre en voz baja, como si in
ubriría quién era en
igui, las cosas no
o en ella que lo había atrapado, como si fuera la mujer más
ecía a
ísico, sino en
aba, la calidez de su voz. Todo en ella le recordaba a esa mujer
ncidencia... -mur
mó el teléfono. Marcó el número qu
voz femenina al otr
que ha sido contratada. Mañana la esperamos temprano para qu
breve
ucero con un tono de voz amable, pero co
ó la l
n una sonrisa ligera en los labios. No
o le tenía prepa
rme, aunque en su interior sentía una ligera inquietud. No entendía del todo por qué
a mujer elegante la recib
l señor Lombardi la está esperand
lo hasta una puerta de madera oscura. L
ela
imponente sentado tras un escritorio de madera maciza. Su
-saludó Lucero
ente y le hizo un gesto
ént
ernas con elegancia, sosteni
nas preguntas -dijo Luigui, apoyando los codos
sto -asint
en silencio dura
antes en el sec
administración y gestión de proyectos -res
i asi
culo con la famil
ció levemen
epa. ¿Por qu
apellido y su rostro eran idénticos a los de Sof
idad -respondi
ió convencida,
preguntas, firm
les por el escritorio y
ancia, sin apartar la
a, señorita Beltrán -di
nrió le
, señor
icina, dejándolo con un mar
Luigui suspiró pesadamente
ser coi
odía
guaría , c
Sus ojos, duros y analíticos, no dejaban de posarse en Sara mientras ella firmaba el contrato con una concentración impec
os con una sonrisa. No una cualquiera, sino una que, sin previo
ardi -dijo con voz
Un ligero cosquilleo lo recorrió, pero lo ignoró, concentrándose
. Espero que pueda cumplir con el trabajo. Estoy
En lugar de eso, lo miró con la misma seguridad con la que había firmado e
rdi. En ese sentido, soy muy
personas terminaran huyendo de su temperamento? Pero había algo en la forma en que ella hablaba
al. Pero cuando Sara la estrechó, ambos sintieron una descarga recorrer s
mediato. Giacomo tampoco. Fue un segundo, tal vez dos, pero bastó pa
retirando la mano con rapidez y carr
ficina -dijo con un tono má
ño instante de conexión... y que no lo olvidaría. Luego, sin más, giró sobre sus tacones y sal
inua