habitación estaba en penumbras, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara de mesa cuya pantalla había comenzado a amarillear con l
stante de desinfectante, y un leve dolor punzante en su espalda le recordaba las horas pasadas de pie. A pesar de su cansancio físico, su mente no encon
e su familia y algunos cuadros baratos que había comprado en un mercado local. Una planta marchita en la esquina mostraba los
a miró la pantalla iluminada, donde el nombre de Lisana parpadeaba con insistencia. Un escalofrío recorrió
e, y deslizó el dedo por la panta
u cabello caía en ondas suaves sobre sus hombros, y su maquillaje era impecable, como siempre. Pero había algo
con fuerza, pero sabía que no debía mostrar debilidad. Lisana era como un depredad
uya que era una mezcla perfecta de calidez y superioridad. Era una sonrisa que Clara conocí
que sentía que el aire en la habitación se
ido un día largo, pe
era visible: una estancia amplia y luminosa, con muebles modernos y detalles decorativos que hablaban de un gusto caro. Un contraste dol
abía intentado mantener su trabajo bajo perfil,
cida por la oportunidad. H
su sonrisa volviéndose
l hospital puede ser un lugar tan... fascinante
ignorar. Había algo en su tono que la ponía en alerta, como si
experiencia enriquecedora -dijo Clara,
eza, como si evaluara
r que estás avanzando. Aunque debo admitir que me sorp
como un golpe en el
agradecida por tu ayuda. No
pequeña risa, un sonid
ara, somos amigas. No tien
volvía más frío. Sabía que, detrás de la so
creo que necesitamos discutir -continuó
u corazón comenzaba
é te r
a penetrante clavándose en Clara como un bisturí-. Y siento que h
e Lisana hablaba en términos ambiguos, pero esta vez había algo más en su
esto tiene q
parecía disfrutar del momento-. Pero no te preocupes, no estoy aquí para
ntentando encontrar l
o que n
ana, sonriendo con satisfacción-
ómo todo su cu
é fa
rres. Quiero que te acerques a su esposa. G
No podía entender por qué Lisana estaba interesada en esa familia,
fuerza, pero Clara apenas podía oírla. Su mente estaba inundada de pensamientos, cada uno más aterrador que el anterior. Sabía que lo que
hacia las calles desiertas iluminadas por farolas parpadeantes, y un p