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Historia

Capítulo 9 No.9

Palabras:1104    |    Actualizado en: 13/08/2024

rena les abrió la puerta y Enzo ayudó a Celine a subir en el coche. Una vez acomodados

aba de su abogado, quien le informó que todo estaba finalizado y el señor Malcom había aceptado gustosamente l

formó a

e asegurado de que no se involucre de nuevo con aquellos prestamistas -Celi

insegura l

bes que n

cambio, recibirá un pago mensual para sus gastos personales, pero estará r

sión y agradecimiento por lo que est

estabas ayudando? -pregunt

. No parecía interesado en mí, ni por qué estaba al tanto de su situación -añadió-. Al

decir Celine, confir

var el exterior de la carretera, pensativa. Finalmente, se

una respuesta positiva, pero solo obtuvo una negación de ca

veía apagado. Quizá debido a los sentimientos contradictorios que le invadían, ella había hu

o que estaba realizando para controlarse. Sin comprender plenamente lo que ella experimentaba, optó por mantenerse en

avillada al encontrarse frente a la imponente mansión. Enzo la ayudó a caminar hasta l

guntas -le advirtió Enzo-. Sol

intió en

elleza se encontraban sentadas en la mesa, junto al padre de Enzo, un hombre de ojos penetrantes y porte distingui

serena, el pad

ñado, ¿quién es esta jovencita? -preguntó con un tono cort

cta para mí. Era lo que deseabas, ¿no es así? Permíteme presentart

sus oídos le transmitían. Mientras tanto, las dos invitadas presentes mos

ocultar su incomodidad

cir antes de ser interrumpida por Emir, quien

alidades. Pero por ahora, la cena

ue mostraban pensamientos insondables. Su prominente nariz alargada, con arrugas que marcaban su rostro. Labios delg

malidad y el orden. A pesar de su edad, mantenía un toque de elega

e la observaba con una sonrisa burlona en su rostro. Apenas había llegado y ya deseab

re. Era conocida por ser caprichosa e insoportable. Nunca le había agradado la inmadurez qu

r su atención a la pelirroja, que luchaba por

r a Celine, incluyendo al señor Emir, haciendo

trató de explicar Celine, buscando las palabras

terrumpió con un to

millarla-. No te preocupes, a mi hermanita también le costaba cortar la carne s

Stacy, que rápidamente desapareció al no

zada, mientras Enzo se levantaba de su sil

ine con una sonrisa, antes de empezar a cortar trozos en su plato. Su cercanía desconcertó a

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