s muy parecida a mí en muchos aspectos: mide un metro setenta y cinco, tiene un cuerpo bien cuidado, cabello negro que llega hasta los hombros, un rostro redondo con una nariz respingada, oj
empresa, nos encontramos un día en el bistró al otro lado de la calle, donde Sheila,
teniendo dificultades para encontrar un lugar do
ra compartir mi apartamento desde hacía un tiempo, pe
ad de una compañera ideal. Así que hemos estado viviendo juntas
rlo en mi bolso. Mientras rebusco en busca de mi teléfono, noto que alguien se acerca. Siento que mi cuerpo se paraliza al darme cuenta de que esa persona no aparta
livio al verlo. Veo que he recibido algunos
ido mirar hacia atrás, el ascensor llega y vuelvo mi atención a las
anto había echado de menos. Por un momento, siento ganas de salir corriendo, pero apenas tengo tiemp
, y seguimos allí, en
jos; es incómodo. Mis manos empiezan a sudar, y mi inquietud es evidente. Por
, y decido no mostrarle lo incómoda que estoy. Levanto la mir
jos Aunque sé lo incómodo que pueden hacerme esos ojos, decido resistir todo lo
eguimos allí, manteniendo nue
él también tiene dificultades para ver en
el contacto visual y presiona el botón de emergencia
veo sorprendida por el movi
la mía y viene sobre mí con determinación, tratando de conquistar mis labios
ara recibir ese contacto, su lengua comienza a
po. Nuestras lenguas siguen en un baile frenético, me pierdo por
ta contra su cuerpo, presionando cada pedacito de mí. El deseo se apodera de nuestros cuerpos; el beso comienza a mostrar cuánto deseamos m
por completo a su a
derriten; su toque es fir
illoso, una mezcla de frescura y madera después de un baño. No puedo r
susta y nos hace romper ese de
spira profundamente, al menos eso parece, tratando de
panel, haciendo que el a
prendente. Ya no puedo mirarlo a los ojos, el co
ecuperarme lo mejor que puedo. Después de mucho esfuerzo, log
ta baja; me inclin
de lo que acaba de suceder en el ascensor. No tengo idea de qué fue eso. Voy hacia las puertas
, también t