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Historia

Capítulo 2 1.

Palabras:1440    |    Actualizado en: 09/08/2023

Y

de día

atidos acelerados de mi corazón y el sudor en mi nuca.

de dos décadas con la mujer de mi vida me han llevado a este momento, por eso est

imos juntos. Esto será un gesto simbólico para afianzar nuestro compromiso con el otro,

ie más con quien pasar el resto de mi vida, con qui

la angustia incrementa. Salgo del carro y me acomodo la bufanda azul marin

cabello largo y ondeado y sus trajes de oficina. Sin embargo, la sonrisa se borra de

míos. Alzo la mano para capturar la atención de su jefe, quien se tensa un poc

o obstante, no me pasa desapercibido lo tragado qu

estrecho con fuerza contra mí y sonrío cuando nos separamo

lan y sé que son un

percibo más guapo —me dice y yo me rio, un ta

do y acepto el beso que me brinda—. Q

¿al mismo lug

o y ella sonríe aún más, afirma

yo frunzo el ceño, mientras le abro la puerta del copiloto—. Ya s

recuerdo, jamás olvid

os, sintiendo que desbordo de amor ante el recuerdo de nuestra primera cita. E

y respiración chocar contra mi rostro y sonrío cuando ella abre

rones de seguridad. Por el rabillo del ojo noto que S

tal vez sumidos en los recuerdos que este café despierta en nosotros. Muchas veces venimo

nos, eso

ebrar? —pregunta Sa

inocencia y ella niega con la

ntinean. Observo el lugar, con unas cuantas mesas llenas, decorado con

ite ver hacia las calles, y enseguida una mesera nos atiende. Mientr

nuestras mesas y nos deseamos buen provecho. Conversamos un poco de nues

a empresa, será como un apoyo para él. Yo le daré la bienvenida si acepta —

¿uh? —me quejo, rodando lo

que esos celos tuyos son ridículos —m

tomo su mano para posar un beso en el dorso de la misma—, pero no

acaciones? Estaba pensando que podíamos pasar estas festividades con nuest

ento ha llegado puesto que terminamos de comer—. Amo

y no tiene que decir que sí, la sonrisa en su ros

ro. Daría lo que fuera con tal de verla feliz por

erá por

ión redonda de la torta roja, decorada con el frosting de queso crema y

colocando una

a saber qué está pasando por su cabeza, y sus ojos se llenan de lágrimas.

lencio al ver que me arrodillo

e mí. Sin embargo, no pienso dar marcha atrás. Esto es lo qu

desde que nuestras miradas se cruzaron la primera vez supe que mi corazón pertenecía junto al tuyo —inicio y acaricio el rostro de mi novia al notar una lágrima rebelde humedecer su mejilla—. Asumí el riesgo esper

r todavía. Los nervios me evaden aún más y de verdad

ero pedirte que seas mi esposa —pronuncio al fin la propuesta, sintiend

e besos, haciéndome reír, y enrosca sus extremidades alrededor de mi cuello—. No me

con un beso. La sostengo de la cintura, mientras ella se pone de puntas para colgarse de mi cuel

el riesgo» pienso, acariciando la me

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