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El destino de cuatro mujeres totalmente desconocidas entre sÃ, se cruzará en una reunión repentina en la cuál todas ellas explorarán esas historias que han marcado sus vidas buscando encontrar un poco de alivio en sus penas al comparar el sufrimiento de cada una de ellas debido a esas vivencias inauditas que les tocó vivir en un mundo machista dónde parece que ser mujer fuera una especie de delito.
¿Alguna vez haz sentido que necesitas desahogarte de tus problemas pero sientes miedo de ser rechazada?, O quizás piensas que tus problemas no son tan grandes como para que alguien te pueda tomar en cuenta, que hay cosas peores en el mundo y te sientes que es mejor callar tus sentimientos, tus actitudes, tus decisiones. A veces mejor deberÃamos pensar más en nosotras mismas y no en el "que dirán" de los demás, primero debemos amarnos, aceptarnos, y curar todas las heridas por las que hayamos pasado para poder pensar en un futuro, porque de nuestro pasado debemos aprender, no vivir en él.
NARRA PATRICIA
La puerta del ascensor se abrÃa para poder ingresar en él, marcaba el piso 7 pero esta vez no sentÃa la misma emoción, me estaba dando por vencida, era mi quinta cita con la ginecóloga este año para observar como iba mi tratamiento para la fertilidad, pero siento que no está dando resultado, siempre la respuesta es negativa, mi nombre es Patricia Fuentes, tengo 25 años soy delgada de muy pocos atributos, piel blanca, cabello rojizo, ojos color marrón claro y con algunas pecas en mi rostro, siempre he sido una mujer fuerte debido a que mi infancia no a sido nada fácil, pero hoy en particular no me siento como la misma guerrera de siempre que logra superar las pruebas que se le ponen en el camino.
Ingreso a la sala de espera del consultorio clÃnico para ser atendida, serÃa la número cuatro en la lista puesto que ya se encontraban 3 mujeres más antes que yo, ya las habÃa visto antes en citas anteriores. Una se llamaba Beatriz, una mujer empoderada que demuestra confianza al hablar, de grandes atributos naturales, piel clara y cabello negro oscuro como la noche, quien dirÃa que no siempre fue la mujer que hoy en dÃa vemos.
La segunda parecÃa una topmodel, era una rubia alta que siempre mostraba una sonrisa en cualquier lugar llenando el ambiente de felicidad, ojos claros y con una actitud tan espontánea que parece que nunca habÃa sufrido en su vida pero bien dicen por allà "sacúdete el miedo, aprende a superar tu desesperación y mira hacia adelante", y eso mismo lo ha logrado Rose para ser la mujer que veo frente a mÃ.
Y la última era Pamela, una mujer alta, cabello corto y que siempre usaba ropa holgada, era la mas reservada de todas, su mirada siempre reflejaba miedo y dolor por no poder ser libre, quizás aún esta superando una etapa de su vida que muy pocos conocen.
A pesar de que nos conocÃamos de vista mediante citas anteriores con la ginecóloga, el silencio era incómodo, la sala del consultorio se tornaba frÃa debido al aire acondicionado y los cristales de las ventanas estaban empañados por la lluvia que estaba cayendo, la paredes blancas y los marcos de pinturas abstractas hacÃan que ésta escena fuera similar a una pelÃcula triste en blanco y negro, debÃamos romper el hielo entre nosotras, cada una se encontraba en su asiento, en su mundo, incluyendo a su secretaria que se encontraba en su podio con rostro de pocos amigos pero de pronto nos hablo, aunque me sorprendió mucho, no siempre es tan comunicativa.
- La doctora Amber llegará un poco mas tarde hoy debido a un compromiso familiar - nos informaba la secretaria.
- ¡Disculpe señorita!, pero ¿Tardara mucho? - Preguntaba Rose ya que debÃa pasar por sus hijos a la guarderÃa.
- Posiblemente señora, la doctora se encuentra en este momento en el acto de grado de su hija, pero si gusta le puedo agenda la cita para otra fecha - La secretaria siempre era un poco amargada, creo que se debÃa a el reciente divorcio que tuvo.
- No gracias, esperaré - Rose siempre mostraba que era feliz con esa sonrisa.
La que se mostraba un poco afectada por escuchar que la doctora llegarÃa tarde era Pamela, habÃa asistido dos veces esta semana a consulta y no fue atendida. Es muy difÃcil encontrar un buen ginecólogo hoy en dÃa y la doctora Amber era nuestra ginecóloga de confianza por esa razón todas decidimos esperar a que llegara.
- Ojala pueda llegar a tiempo - decÃa Pamela para que todas pudiésemos escuchar
- Llegará pronto, ya verás - Rose colocaba su mano encima de la de Pamela para mostrarle que no estaba sola.
- En un rato debo dar una conferencia y sà la doctora no llega me tendré que retirar - Nos decÃa BeatrÃz desde su asiento pero sin dejar de ver el teléfono celular.
- Calma chicas si llegará, hoy recibiré una gran noticia - quise engañarme a mà misma diciendo que recibiré un buena noticia, ¿Es en serio?, ni yo misma me lo creo, veÃa todas las esperanzas perdidas.
- ¿Te ha funcionado el tratamiento? - Rose volteo a verme muy emocionada.
- No lo sé, tengo todas mis esperanzas puestas en ello - SonreÃ
- Yo también tengo mis esperanzas puestas en éste chequeo médico de hoy - Pamela se estaba expresando con nosotras - es que me voy a casar mañana y debo estar lista para la luna de miel.
Todas nos sorprendimos y le hicimos saber lo feliz que estábamos por ella. ¡Felicidades!, le decÃamos todas al mismo tiempo a Pamela.
- ¿Debes estar muy feliz? - expresó Rose.
- ¡Es un gran paso! - decÃa BeatrÃz.
- ¡Cuéntanos!, ¿Quién es el chico afortunado merecedor de ese gran corazón?, ¿Cuantos años tiene?, ¿Es guapo?- Hablé sin pensar.
Pamela nos veÃa a todas alrededor de ella como unos vampiros sedientos de sangre, actuamos por impulso sin darnos cuenta que la estamos sofocando.
- Chicas por favor - Pamela extendió sus manos como muestra de que nos alejarámos un poco, que le demos espacio - No creo que sea buena idea de que sepan su nombre.
- ¿Porqué? - Rose y yo preguntábamos con mucha curiosidad, como si nos alimentaramos de su miedo.
- Denle espacio señoras - BeatrÃz nos hacia entender que no debÃamos preguntar más - Deben esperar que esté lista para contarnos todo, no podemos ahogarla en preguntas.
Pamela se sentó derecha en su asiento y suspiró profundamente para poder decir.
- Es la persona más hermosa que he conocido en mi vida, y no solo por fuera sino también en su interior, me llena mis dÃas más oscuros de un brillo tan inmenso que te hace olvidar hasta tu más horrible pesadilla, su voz es tan reconfortante y dulce, sus labios son tan gruesos y carnosos que te hace querer besarlos en cada momento, su piel es suave que solo una caricia de sus manos es como la brisa de verano y su cuerpo es tan perfecto, es la prueba existente de que los ángeles si existen - El brillo en la mirada de Pamela no pudo ocultar el gran amor que sentÃa, lo feliz que era que solo con hablar de esa persona el rostro le cambiaba totalmente.
Todas la veÃamos como se expresaba de su pareja, de lo enamorada que estaba, nos alegraba verla tan feliz que no nos dimos cuenta de algo, sin embargo no todas eramos tan despistadas, hubo una de nosotras que se percató de un detalle y se levantó del asiento para acercarse a darle un fuerte abrazo a Pamela.
- Felicidades, ella es una mujer muy afortunada al tener a alguien que la ama con esta intensidad que demostraste ahora - BeatrÃz abrazaba a Pamela en su pecho como si se tratase de su hija, de una hija mayor que se iba a casar y nunca fue comprendida.
Pamela habÃa notado que habló de más, sin darse cuenta les habÃa hecho entender a sus compañeras que no se trataba de un hombre sino de una mujer con la que se iba a casar y ese acto tan hermoso que realizó BeatrÃz al abrazarla causó que la incomprendida Pamela le respondiera el abrazo entre llantos dándole un sincero ¡Gracias!.
Rose y yo habÃamos sido unas insensibles, no pudimos ver más allá de Pamela o de sus sentimientos, solo nos dejamos llevar por ese don de querer saberlo todo que tenemos siempre las mujeres, pero pronto pudimos notar que el llanto de Pamela se debÃa a algo más que la emoción de la boda, era como si necesitara sanar una herida que Beatriz abrió con ese abrazo afectuoso.
- Disculpen que esté tan emotiva chicas, es solo que no es algo fácil para mà decirlo - Pamela se secaba las lágrimas con un pañuelo blanco que sacó de su bolsillo - creo que ya es momento de contarles como llegué aquÃ.
NARRA PAMELA
Mi vida era la de una niña normal, con todos sus sueños y metas por cumplir de grande, jugaba con mis muñecas y no habÃa maldad en mi corazón, soy la menor de 3 hermanos. Uno se llama Luis y el otro Andrés. Cuando tenÃa 7 años mis hermanos ya tenÃan novia, Andrés tenÃa 12 años y Luis tenÃa 15 asà que no podÃa jugar con ellos porque estaban ocupados con su vida, sin embargo en mi familia siempre compartÃamos juntos, éramos la tÃpica familia que salÃa de paseo cada fin de semana, se podÃa decir que éramos muy unidos. Aunque no todo era color de rosas, mi madre estaba más interesada en cuidar a los hombres de la casa en vez de a mÃ, la pequeña niña. Cuando digo los hombres de la casa incluyo a mi padre, el hombre para el cual yo era la niña de sus ojos, su princesita, la reina de su vida.
Nuestros viajes siempre eran en familia, sin embargo ya era un poco más difÃcil reunirnos con frecuencia debido a las ocupaciones de cada persona.
Recuerdo muy bien un dÃa en el que Ãbamos a salir de paseo a la playa pero esta vez no serÃa un viaje familiar como los que tenÃa acostumbrado, mis hermanos Luis y Andrés se llevarÃan a sus novias y mi padre decidió decirle a un amigo que también lo acompañará, nunca antes lo habÃa visto, mi padre nunca lo llevó a casa, asà que no tenÃa conocimiento de su existencia. Era un hombre mayor, como de unos 35 años, piel blanca y un poco gordito. Se llamaba Carlos.
En la camioneta de papá no habÃa suficiente espacio para todos pero su amigo Carlos traÃa consigo su auto Veloster color rojo. Mi madre nos distribuyó entre los coches para realizar el viaje. En la camioneta de mi padre viajarÃan mi madre, mi padre, mi hermano Luis y su novia. En el auto del señor Carlos viajariamos mi hermano Andrés junto a su novia y lastimosamente mi persona. Ese señor no me inspiraba confianza, pero que iba a saber yo de confianza sà para mà todo era color de rosas, era una niña feliz y no sabÃa reconocer en lo bueno y lo malo.
El viaje transcurrió sin ningún incidente, pasamos un dÃa maravilloso, pensé que luego de ese viaje nuestra vida volverÃa a ser la misma de siempre. Que equivocada estaba!. Esa no fue la última vez que và al señor Carlos. Las visitas se volvieron más frecuentes, incluso hasta cuándo mi padre no se encontraba en casa. él siempre conversaba con mi padre, tomaban alcohol y compartÃan algunos juegos juntos. No entiendo como mi padre no se daba cuenta de las malas intenciones que tenÃa ese señor. Mi madre y él siempre se veÃan a escondidas cuando mi padre no estaba, yo no entendÃa porque existÃa tanta confianza entre ellos, creo que eran muy buenos amigos, aunque los amigos no se besan en la boca ¿o si?
Cuando mi padre llegaba, el ambiente entre ellos cambiaba drásticamente, aunque igual se miraban de manera muy insinuante.
Transcurrió mucho tiempo y mi padre nunca notó nada raro, era un buen hombre, el mejor hombre podrÃa decirse, no se merecÃa lo que le estaban haciendo. Pasaron los meses y mi cumpleaños número 8 llegó
Se realizarÃa una pequeña reunión en familia para celebrarlo, o al menos eso pensaba yo, pero por razones que aún no comprendo mi padre habÃa invitado al señor Carlos a casa una vez más. ¿Será que nunca se darÃa cuenta que se están riendo en su cara?
EN EL PRESENTE
- ¿Pamela? - decÃa tÃmidamente Rose - ¿Porqué nunca te atreviste a contarle lo que habÃas visto a tu padre?
- ¿Será que todos los Carlos son unos monstruos? - Preguntaba Beatriz con rabia en sus palabras
- No creo, tal vez a Pamela le tocó conocer a uno que no vale la pena - decÃa Patricia dejando entender que no todos pueden ser juzgados de la misma manera.
- La verdad no creo que el Carlos que conoció Pamela sea tan cruel como el que me tocó conocer a mà - decÃa BeatrÃz mostrándose un poco afectada.
Las chicas intercambiaban opiniones cada quien desde su asiento como si se tratase de un debate sobre lo que estaba viviendo Pamela sin esperar siquiera a qué ella respondiera, sin embargo Beatriz no parecÃa estar hablando del mismo hombre de la historia. El escuchar el nombre de ese hombre le abrió heridas que tal vez ella pensaba que tenÃa cerradas.
La sala de la clÃnica pasaba de estar completamente callada hace unos cuantos minutos atrás para convertirse en un centro de terapias dónde cada persona tiene algo que contar.
- Chicas! - hablaba Pamela en un tono alto para ser escuchada - ¿Saben? - todo habÃa quedado en silencio y una vez más Pamela se estaba haciendo escuchar - En el fondo, muy en el fondo creo que mi padre sabÃa lo que estaba pasando.
- ¿Que te hace pensar que un hombre como el que nos describes aceptarÃa esa clase de traición en su casa? - Beatriz era la voz de la razón en toda esa sala.
- Su gran corazón - Pamela no pudo evitar que una lágrima brotará de sus ojos.
- ¿Cómo as� - Rose siempre fue la más espontánea de todas - ¿Nos explicas?
- Verán - Pamela querÃa explicar su punto de vista - ¿Ustedes creen que si no lo aceptarÃa los dejara solos cada vez?, ¿Que lo invitara a casa en cada ocasión?, ¿Que no le molestara ver que llega cansado de su empleo y ve a su "amigo" sentado en su sillón favorito?. Mi padre era tan buen hombre que preferÃa ver qué la mujer que ama fuera feliz con otra persona. Yo creo que por eso no le dije nada.
- Ojalá mi Carlos solo fuese sido un traicionero y mal amigo - Beatriz cabizbaja interrumpÃa a Pamela - el peor monstruo que yo he conocido también se llama Carlos.
NARRA BEATRIZ
TenÃa 20 años cuando comencé un trabajo de mesera en un restaurante pequeño en la ciudad donde vivo, mi plan era la de ayudar a mi madre y mis hermanos económicamente ya que no no encontrábamos en un buen momento.
Llevaba apenas una semana en mi empleo cuando lo conocÃ, entraba al restaurante con una hermosa sonrisa y una actitud tan positiva que le daba paz al lugar. Él era un poco mayor que yo. TenÃa 30 años, tenÃa una piel morena, alto, ojos negros, cabello oscuro y una voz tan sutil pero varonil que enamoraba solo con escucharlo decir una palabra. VenÃa de paso, no se quedó a comer, solo fue por un café.
- Buenas tardes señorita - El hombre me hablada muy educadamente, sin embargo estaba tan cautivada con su voz y elegancia que no pude evitar distraerme y no atender a su llamado la primera vez - Señorita, hey! ¿Señorita está aqu� - pasaba su mano en frente de mà ojos para hacerme reaccionar.
- ¿SÃ?, SÃ, digame - Que Vergüenza, estaba tan cautivada que ya me estaba imaginando toda una vida a su lado.
- ¿Se encuentra bien? - Él estaba preocupado por mi reacción tardÃa, que habrá pensado en ese momento de mÃ?.
- SÃ, sà claro - No podÃa dejar de mirarle sus hermosos ojos - me enamoré - susurré sin pensar.
- Siendo asÃ, ¿me podrÃa dar un capuchino con dos de azúcar por favor? - estaba confundido.
ServÃa el café sin dejar de mirarlo. Si el amor a primera vista existe, éste era el mÃo. No sé porque estaba tan torpe en estos momentos pero mi corazón no mentÃa, ese hombre me hacÃa suspirar
- Aquà tiene - no podÃa evitar temblar y tartamudear al dirigirme a él.
- Me llamo Carlos - me entregó el pago mirándome a los ojos pÃcaramente y rozando mis manos con delicadeza.
- Bitriz, digo BeatrÃz. Me llamo Beatriz - Sentà mariposas en el estómago con el roce de sus manos.
No sabÃa que habÃa ocurrido, porque habÃa reaccionado asà pero mà tartamudez y distracción habÃan logrado que ese hombre se fijara en mÃ. Mientras él se dirigÃa a la salida del local yo suspiraba recostando mi cabeza encima de la barra y tocaba mi mano con mucha emoción. Él volteó antes de irse para guiñarme el ojo. Una razón más para derretirme.
Llegaba a casa y no dejaba de pensar en él, en su mirada, en su voz, en sus manos tan suaves, en su mirada penetrante y deseando verlo otra vez.
Pasaron los dÃas y ya se me estaba haciendo costumbre verlo, hablar con él, o bueno, intentar hablar con él, porque siempre que lo veÃa me atacaban los nervios y se me hacÃa muy difÃcil pronunciar una frase completa que sea coherente, las palabras no salÃan de mi boca al estar frente a él. Sin embargo todo eran risas e insinuaciones, tenÃamos una hora exacta para vernos. Mi hora del almuerzo, para poder charlar a gustos. TenÃamos un mes de conocernos hasta que por fin ocurrió, me invitó. Me invitó a cenar, me sentÃa como la chica más feliz y afortunada del mundo. Un hombre como Carlos invitandome a salir era como un sueño hecho realidad.
Me habÃa enamorado de un hombre al que apenas conocÃa. Quien dirÃa que a partir de allà estarÃa cavando mi propia tumba.
Dos amigos de la infancia fingirán estar enamorados para contraer matrimonio en beneficio propio y resolver sus vidas, desencadenando asà una serie de eventos divertidos que no te podrás perder.
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