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Hace diecisiete años una familia fue separada por el retorcido destino, fueron obligados a vivir diferentes vidas y a sobrevivir de diferentes maneras. Lo único que mantuvo a Aukan con ganas de vivir es la esperanza de volver a tener a su hermosa, delicada, inteligente y tierna Lyssca entre sus brazos, y ser una familia junto a su hija de ahora diecisiete años. Mientras que Lyssca, la única manera que encontró para sobrevivir en su mundo fue cambiar y olvidar para proteger...
Todos pensaron que la hermosa hija menor de los Wales terminaría muerta cuando se fue con la Bestia del imperio del norte. Sin embargo, fue todo lo contrario, ella se sintió mucho más fuerte físicamente, ya que no se cansaba por dar tres pasos. Además, aprendió a ser alguien independiente, se empezó a sentir útil e importante.
Con el paso del tiempo también empezó a desarrollar sentimientos por aquel macho que todos denominaban como una Bestia, un apodo que ella no lograba comprender, puesto que su hermano mayor, al igual que Aukan era un soldado, pero él era conocido como un héroe de guerra y no como una Bestia.
Eso no le importo en lo absoluto, al igual que los rumores que lo rodeaban, simplemente se enamoró de él, ya que le dio cosas que nadie le había dado.
Él la trataba como una igual a pesar de ser tan diferentes, siempre la trato bien y con respeto. Le enseño que era la libertad, como pescar, cabalgar, manejar una espada e incluso cocinar, cosas que una señorita de alta sociedad no puede hacer a menos que sea un soldado o tenga habilidades especiales con el maná. También, fue capaz de mostrarle que era sentirse querida y apoyada... Ella no necesitaba más que eso, por eso, del fruto del amor que se tenían él la marco como suyo y tuvieron una hija a la cual nombraron Kelira.
Una hermosa niña muy parecida a su padre, pero que a los ojos de Aukan era una copia exacta de su único amor, y eso provoco amarla aún más.
Todo era un cuento de fantasía para ambos, aun cuando las cosas a su alrededor se estaban derrumbando. Lo único que ambos necesitaban era tenerse el uno al otro... Sin embargo, las cosas no duraron mucho tiempo de esa manera.
En un abrir y cerrar de ojos Aukan termino encarcelado junto a su hija y su mejor amigo por el padre de la hembra que ama, mientras que no sabía nada de su amada.
Aukan en esos momentos sentía que se estaba volviendo loco.
Le daba miedo no saber nada de Lyssca, ya que ella se volvió su única razón de vivir.
Pasaron varios días encarcelados, él siendo torturado, su hija muriendo de hambre y su mejor amigo estando más muerto que vivo. Sin embargo, seguía pensando que Lyssca iría a verlo y asi fue.
Era igual que ver a un ángel...
Se besaron entre lágrimas, sangre y suciedad, se dijeron cuanto se amaban y ella se terminó yendo después de haberle dicho que lo sacaría de ese lugar. Verla irse fue como si le estuvieran arrancando el corazón.
Noches después sintió que toda la energía de su cuerpo se recuperaba, era hora de escapar. Tomo a su hija y termino escapando, corrió como nunca antes con la esperanza de poder encontrarse con su amada en donde ella le había dicho. Aunque, cuando llego ella no estaba esperándolo, pensó que podría llegar después, pero Tahiel, un pequeño experimento de la familia Wales que se encontró en una pequeña expedición ya se encontraba con ellos.
No quiso creerlo, ella no lo dejaría por nada, pero su marca empezó a arder y a desaparecer... Según las leyendas, la marca solo duele cuando le has sido infiel a tu pareja, pero la otra persona no sufre las consecuencias. Sin embargo, la de él dolía más que ser atravesado por una espada y termino dejándole una cicatriz, eso era señal de que estaba muerta.
Ya no tenía motivos para seguir viviendo, lo único que deseaba en su vida había dejado de respirar.
Aukan nunca había codiciado algo.
Le daba igual si tenía el amor de sus padres.
Le empezó a dar igual si no era inteligente.
No le importaba ser emperador.
No le importo terminar con la vida de muchos.
Nunca le importo que su rostro estuviera lleno de cicatrices.
Tampoco le importaba si despertaba vivo o si tenía familia o no.
Cuando conoció a Lyssca quiso tener algo bonito por una vez en su vida, aunque no lo mereciera.
Él no era digno de tocar ese cabello o ese rostro con sus grandes, ásperas y callosas manos. Él no era merecedor de nada, pero con solo verla sentía que sus días eran mejores, pero quería más.
Le dio todo lo que creyó que ella necesita, incluso era capaz de darle las grandes riquezas que había ganado por una sola mirada de amor.
Él era feliz, después de tantos años, podía decir que era feliz.
Ahora le habían arrebatado toda esa felicidad.
Su hembra estaba muerta.
Quiso terminar con su vida, hasta que vio el dulce rostro de su hija.
"Tengo que protegerte..." -Se dijo secándose las lágrimas y sintiéndose muerto por dentro empezó a caminar hacia un futuro incierto sin saber que Lyssca, su amada, no había muerto.
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