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¿Si pudieras describir a tu jefe como lo harías? Una emocionada Emilia Vladi responde ante las preguntas de la reportera. -Es gentil, amable, respetuoso, es la que uno aspira a ser de grande, que tus empleados te miren y te vean como un ejemplo. La reportera inclina la cabeza, pero las palabras de la joven son sinceras, ella siente todo lo que acaba de decir, siente que su jefe es un persona intachable. La reportera termina de hacer las preguntas y se apaga el micrófono, Emilia se levanta y la reportera suelta un comentario. -Que se puede esperar de las secretarias, usualmente son las amantes - ríe en voz baja y luego alza la mirada para ver el ceño fruncido de la joven. Ella camina rápido y choca con fuerza con alguien y mira hacia arriba. Se miran por unos segundos y ella avanza. "Ya nos habíamos visto antes" - siempre se lo repite. Emilia Vladi y Edu Costa viene de dos mundos totalmente diferentes. Mientras ella siempre dice pobre el jefe, por qué siempre lo escucha pelear por teléfono con su hijo, ella se pregunta quién es él... ¿ Qué pasará el día en que ellos se encuentren?
La piernas me temblaban y mi corazón se quería salir de mi pecho, maldecía internamente ser tan buena gente, pero no estaba dispuesta a perder mi trabajo aunque eso implicará seguir a un niño mimado corriendo por varias cuadras. Lo veía a lo lejos y sin duda se nota que estaba bien entrenado, la gente me miraba y yo sentía cierta vergüenza.
-Detente - gritaba por quinta vez, con todas mis fuerzas.
Mis tacos se me iban a malogras, me detuve de golpe y no lo pensé dos veces, me los quite y comencé a correr con los pies descalzos por toda la avenida principal.
Veía su sonrisa santurrona a lo lejos, fingía correr en su mismo sitio mientras yo intentaba con todas mis fuerzas alcanzarlo.
-Eres una lenta - gritó.
Track - fue el sonido que emitió mi falda, mire al costado y efectivamente la costura había cedido. Puse los ojos en blanco antes de chocar con alguien y caer al piso.
Sentí las palmas de mi mano arder con fuerza mi falda termino por romperse más y mi trasero impacto brutalmente con el piso frío.
El hombre me miraba desde arriba y lo único que quería hacer en ese momento era llorar. Mis ojos se iban a cristalizar pero recordé varias escenas en mi vida.
"LA MUJERES PIENSAN QUE LLORANDO LO VAN A SOLUCIONAR TODO"
"VAMOS SIGUE LLORANDO MAGDALENA"
Y más frases que usaban las personas para humillarme. Yo soy una llorona pero no lo hago para victimizarme o hacer sentir mal a alguien, simplemente salen. Soy una persona sensible.
-Lo lamentó mucho señorita, discúlpeme.
Cuando iba a tomar su mano alguien tomo la mía y tiro de ella con fuerza.
-ya vete - dijo sin más, sus ojos marrones y su cabello todo desarreglado, su mano con anillos y su brazo tatuado hizo que el hombre se intimidara y salieron prácticamente corriendo.
Estaba de pie, pero el aún no soltaba mi mano y yo también me sentía intimidada por él, sentía que me pronto me iba a gritar o algo parecido.
- Tus mano están mojadas.
Fue la frase seca que soltó, miro sus manos y yo miré la suya y vi el color rojo característico de la sangre.
Me tomo las manos con preocupación y luego las soltó.
-No debiste seguirme, quién te manda a ser tan entrometida - dijo con la voz más suave. Me miró de pies a cabeza, estaba realmente avergonzada.
- Su papá pidió...
- El señor Costa no es mi papá - me interrumpió. Miro a varias personas que nos miraban.
- Sin duda algunas personas no deberían de nacer - dijo con amargura, se quitó su polo y me entrego.
Mire su polo con algo de miedo y preocupación al mismo tiempo.
- Pontelo, todos están mirándote - dijo observando el panorama, lo seguí con la mirada y miré a varios hombres esquivar mi mirada.
Me puse su polo toda avergonzada, mis manos me dolían, note las manchas de mi sangre en su polo y el también pero no digo nada.
-Toma un taxi y ve a tu casa...
- Aún no termina mi hora de trabajo.
- Ve a tu casa.
- Usted no me da órdenes, no es mi jefe - dije molesta.
Me agache a recoger mis zapatos en el piso y levante el polo para tomar mi teléfono del costado de mi falda. Siempre lo guardo en mi cintura. Pero por correr se bajó un poco.
Tome su mano con fuerza, a pesar que el tacto me dolía, no lo pensé dos veces y asumí ese dolor.
- Tu vienes conmigo.
- ¿Qué te hace pensar que yo...
Lo mire con una mirada fría y fulminante, no quería pelear con él, ya estaba herida,cansada y desarreglada. En su cabeza sabía que me lo debía.
- Sueltame.
- Oh no imbécil, si te suelto vas a correr - dije sin más.
Le acabo de decir imbécil - mientras mi cerebro procesaba mi osadía o mejor dicho estupidez detuve un taxi y le brinde la información. Lo hice subir primero y ordene al taxista que pusiera los seguros.
- Chica lista - dijo cuando yo me subí a su costado. Mis manos ardían, las miraba de rato en rato para obligarme a aguantar el dolor.
En un determinado punto de nuestro trayecto, volteo a mirarlo y él quita la mirada de mi. Se voltea a mirar hacia la ventana del auto.
-Mi nombre es Emilia Vladi - le digo y él se encojo de hombros.
Miro hacia la mi lado derecho y veo a las personas pasar con diferentes rostro, algunos preocupados y otros felices, algunos tienen la mirada perdida y otros con la mirada de determinación. Entonces mío al hijo de mi jefe y veo soledad.
-¿Que edad tienes? - me pregunta, se voltea a mirarme.
-Tengo veinticuatro años - respondo en voz baja.
-Puedes incluso ser su hija, viejo ridículo. Yo tengo veintiséis - dice mirándome.
Asiento con la cabeza. El resto de viaje es completamente en silencio. Los dos bajamos del auto rápido, frente al enorme edificio.
En la puerta del edificio veo a mi jefe con varios de sus guardias y más socios. Él me mira sorprendido y luego mira a su hijo y su mirada cambia a una de reproche y negación.
Él toma mi mano y camina hacia ellos.
-La próxima envía a un mejor sabueso - dice tirando mi mano hacia adelante.
Los socios me miran y mis indignación crece hasta que siento un hincon en el pecho y mis ojos comienzan a cristalizarse.
-Edu - grita con fuerza su papá, mientras él no le hace caso e ingresa a la empresa.
-Señorita Vladi yo...
-No se preocupe señor - digo avanzando.
Si algo he aprendido a lo largo de la vida es que jamás debo dejar que me intimiden e insulten, lo que él hizo fue humillarme no solo con el insulto sino con la manera de tratarme, es como si el me hubiera traído, como si yo tuviera la culpa.
-Oye tu - gritó con fuerza.
Él voltea y mi puño va a su rostro, retrocede y cae al piso.
-Pobre el jefe - gritó a todo pulmón - de tener un hijo tan imbécil que no sabe medirse, ni respetar, yo cumplo mi trabajo y no debí ir por ti en primer lugar, pero lo volvería hacer...
Él se levanta del piso con la nariz ensangrentada y mirándome con sorpresa y odio al mismo tiempo.
-¿Por qué volverías a ir por mi? - me pregunta acercándose a mi.
-porque se que es estar solo y llamar la atención para que los demás sepan que existimos - digo mirando esos ojos marrones oscuros.
Él abre los ojos y se aleja de mí, miro el piso y veo la sangre que ha goteando de su nariz. Miro a mi alrededor y veo a todos mirarme. Mi jefe tiene una sonrisa enorme y me hace señas para que suba a su oficina.
Tomo la poca cordura que me queda para coordinar mis pasos hacia el elevador.
Veo la pantallita del elevador que indican los pisos.
1. 2. 3. 4. ... así hasta llegar al último piso del edificio.
Amar a alguien es tan complicado, darte cuenta que lo amas demasiado tarde es un suplicio. La suerte de coincidir y magia de conectar. Estabamos destinados a encontrarnos, quiz nunca estuvimos destinados a estar juntos. – ¿Crees en el amor? – le pregunto. Ella me mira a los ojos y sonrie, y asiente con la cabeza. Mi corazon palpita a mil por hora y estoy listo para demostrarle todo lo que siento por ella. Pero antes de que pueda hablar, ella comienza a reirse. –Creo en el amor, creo que es sacrificio. Algo que no estoy dispuesta a asumir, no por ahora. Estoy bien sola. Me pongo de pie y le extiendo mi mano. Solo le ha tomado unos segundos decir esa frase, para que inmediatamente ella termine de aprertar mi pecho y desangrarlo. –Bianca – susurro su nombre, intentando comportarme lo mas serio posible. Ella me mira y toma mi mano. —Cedrick - dice ella con ciertas voz. Se pone delante mio y me sonrie. —¿Qué? –Una chica en la fiesta queria tu número y es de la clase de chicas que te gustan, entonces no lo dude y le di tu número. Quien sabe y es el amor del que tanto hablas. Ella suelta mi mano y comienza a caminar. Volteo para verla y veo como Ricardo le alza la mano y ella también lo alza. Mi teléfono vibra y es un mensaje de un número desconocido. No habro el chat e ingreso nuevamente a la fiesta para cuidarla.
Nunca tuvimos elección desde que un Belikow nace hasta qué un Belikow muere siempre sirve a su nación, a su Rey. Por eso desde nuestra niñez somos entrenados para tomar lugares estratégicos en la defensa de nuestra casa. Sin ninguna opción a rehusarnos nos volvemos los soldados. Los Belikow son retratados como los vigilantes, los guardianes en todo el reino y asumiendo que este reinado ha decidido que ya no solo sean soldados, ahora serán familia. Están a un peldaño de volverse lo que muchos consejeros temen. Pero como siempre dicen las traiciones siempre espera la traición de un familiar. Autora: Hola a todos los que vallan a leer esta novela, muchas gracias a todos. Espero que les guste y comenten cualquier tema me lo consultan responderé todos sus comentarios.
Fiorella es una niña que ha crecido rodeada de lujos, su madre una hermosa mujer murió cuando ella tenía trece años de edad, su padre murió cuando ella era tan solo una bebé. El misterio la rodea a donde ella quiera que va, por el hecho de ser huérfana, pero ella es muy relajada en ese aspecto de su vida, prefiere no hablar con nadie. —Mi vida de misterio no tiene nada —dice ella mirando a una compañera de clase, la primera en mucho años a la que le dirige la palabra. —¿Estás segura? —Le pregunta. —Claro que si —dice ella muy segura. Se encoje de hombros y siguen caminado por los pasillos. —Por cierto, ¿Quién es tu tutor legal? —le pregunta ella con curiosidad. Fiorella la observa unos segundos, en la casa no hay fotos suyas, hay varias fotos antiguas, pero nada realmente nuevo, se refieren a él como señor, nunca lo han escuchado llamarlo por su nombre. —¿Qué pasa? —Le pregunta su amiga. —Sabes si hay algo de misterio en mi vida —dice sonriente
El lo observa todo, pero no está dispuesto ha hablar, su silencio la ayudara piensa y no se equivoca. Aquel día en el parque a las afueras de una de las zonas más exclusivas de la cuidad una mujer corre por su vida intentado con todas sus fuerzas escapar. Kay Franklin se encontraba corriendo con altos niveles de sustancias tóxicas en el cuerpo, después de de todo era lo único para que se se sentía bueno. Correr. En el desespero de la mujer por aún salvar su vida corrió hacia el lago. La vida es un chiste, pues si no hubiera sido por esa piedra ella no estaría vivía. ¿Qué peligro representa aquella mujer? ¿Por qué asesinarla? Se hacen tantas preguntas, pero ningunas tienes respuesta. -Amelia, ese es mi nombre Amelia... -la sostiene en brazos. -Carajo, Amelia abre los ojos -grita. Se arrastra hacia la orilla del lago y toma su teléfono. -Papá ayudame.
Era un secreto a voces mi alejamiento de la familia, pero nadie podía decir nada, nosotros dos en público éramos normales, no hablábamos mucho, apenas y cruzábamos miradas, pero en el fondo sabíamos que esto era indebido, que no podíamos mirarnos de la manera en que nos mirábamos y mucho menos pensarnos de la manera en la que lo hacíamos. —Escapamos juntos —decía ella mientras acariciaba mi rostro y este descansaba en mi pecho —Vamos a casarnos y olvidarlo todo, quizá podamos comenzar en otro país. Sus ideas locas no deban de hacer eco en mi cabeza cada vez que me encontraba solo, así fue creciendo este sentimiento hasta ese trágico día.
¿Creen en el amor a primera vista? Yo era realmente no creo en el amor a primera vista, hasta que la vi ingresar con ese aire de superioridad. La vi ingresar dispuesta a salvarme de una injusticia, pero cuando la vi todo a mi alrededor se esfumó, sentí que mi pasado, mi presente y futuro estuviera ahí parado. Pero enamorarse de ella tiene un precio. Nota de autor: Hola soy Sieteletras, gracias por leerme para dudas o consultas y recomendaciones me pueden escribir por mi instagram ( Sieteletras). Gracias ❤️
Lucía Balstone pensó que había elegido al hombre adecuado para pasar el resto de su vida, pero fue él quien acabó con su vida. Su matrimonio de diez años parecía una broma cuando su esposo la apuñaló con una daga. Afortunadamente, Dios nunca está ciego ante las lágrimas de las personas. Lucía tuvo una segunda oportunidad. Ella renació a la edad de 22 años, antes de que sucedieran todas las cosas terribles. ¡Esta vez, estaba decidida a vengarse y dejar que aquellos que la lastimaron pagaran! Hizo una lista elaborada de sus objetivos, y lo primero en su lista era casarse con el peor enemigo de su exmarido, ¡Alonso Callen!
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