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El lo observa todo, pero no está dispuesto ha hablar, su silencio la ayudara piensa y no se equivoca. Aquel día en el parque a las afueras de una de las zonas más exclusivas de la cuidad una mujer corre por su vida intentado con todas sus fuerzas escapar. Kay Franklin se encontraba corriendo con altos niveles de sustancias tóxicas en el cuerpo, después de de todo era lo único para que se se sentía bueno. Correr. En el desespero de la mujer por aún salvar su vida corrió hacia el lago. La vida es un chiste, pues si no hubiera sido por esa piedra ella no estaría vivía. ¿Qué peligro representa aquella mujer? ¿Por qué asesinarla? Se hacen tantas preguntas, pero ningunas tienes respuesta. -Amelia, ese es mi nombre Amelia... -la sostiene en brazos. -Carajo, Amelia abre los ojos -grita. Se arrastra hacia la orilla del lago y toma su teléfono. -Papá ayudame.
Mi cuerpo se siente adolorido, mis cabeza me duele. Cuando abro los ojos todo es color blanco, levanto mis manos para mirarlas y el dolor es terrible pero lo logro.
Veo algo conectado a mi brazo y veo mis muñecas moradas, mi brazos rasguñados.
Bajo mi mano derecha y levanto mi mano izquierda para sentir mi cabeza, está vendada. Quiero hablar pero mi garganta me duele.
Estoy confundida y aturdida, quiero hablar pero no puedo, el solo hecho de abrir mi boca es doloroso. Bajo mi brazo y me quedo observando los alrededores, hay una ventana y puedo observar la puerta también con una ventana pequeña. A los pocos minutos alguien ingresa y me ve fijamente.
Su bata está limpia, su mirada es se sorpresa, una sonrisa se asoma por esos labios rojos.
-¿Cómo te sientes? -es lo primero que me pregunta.
Intento hablar pero no logro comunicarme concretamente. Ella se me acerca y me pone una linterna en los ojos, me toca la frente.
-¿Veo que no puedes hablar? -parpadeo dos veces -Entiendo no te esfuerces, tranquila todo estara bien ahora.
Asiento con la cabeza, la doctora se retira luego de escribir algunas cosas en su cuaderno. Estoy mirando fijamente la pared blanca, entonces comienzo a pensar.
Pienso, comienzo a pensar...
Pero mi cabeza está en blanco, mis pensamientos son nulos.
-Entonces se encuentra bien...
Abren la puerta y lo logro ver, un hombre mayor, con la mandíbula fina, los labios rosados, si piel clara, sus ojos grandes y su cabello negro bien peinado, lleva traje y me observa unos segundos sorprendido.
Se acerca a mi y sonríe, me extiende la mano.
-Mi nombre es Emanuele Franklin -dice, con mucho dolor alzó la mano para tocarlo.
Espera una respuesta de mi parte, pero no respondo, ante sus saludo.
-No puede hablar por el momento, por otro lado quiero hacerle preguntas.
Suelto su mano y el me da una última mirada.
-¿Ya saben algo de ella? -le pregunta. Ella niega con la cabeza.
-Justo eso quiero hablar, afuera.
Los veo salir, pasa mucho tiempo pues cuando vuelvo abrir los ojos veo a un joven en el sofá hechado, su rostro está relajado, su cabello castaño está a un costado desordenado, está cubierto por una manta y no logro verlo bien.
¿Quién será él?
¿Quién soy yo? -me pregunto. Sigo intentando pensar... Mi nombre, mi apellido, mi edad, mi familia, ¿Tendré familia?, ¿Y hermanos?, ¿Esposo o novio?
Cómo puedo no recordar nada, pero si se varios términos, no entiendo que es lo que me pasa.
¿Qué me sucedió, por qué estoy aquí?
Un Hospital.
Mi cuerpo se siente menos adolorido, nuevos mis pies de arriba a bajo.
Lo veo dormir, lo veo descansar por varias horas mientras yo intento mover mi cuerpo.
-Buenos días -me saluda la misma mujer de ayer, pero lleva ropa azul y una bata.
-Hola -digo haciendo mi máximo esfuerzo. Ella sonríe.
-Veo que vas mejorando.
Parpadeo varias veces.
-Bueno entonces quiero que me ayudes, ¿Puedes?
Asiento con la cabeza.
-¿Cuál es tu nombre? -me pregunta. Me quedo en silencio, entonces ella me toma de la mano.
-No sé -respondo. Ella asiente con la cabeza.
-Tranquila, todo está bien, todo estará mejor.
No puedo evitarlos, varias lágrimas salen de mis ojos, quiero levantar la mano pero me duele mucho el brazo.
-No te esfuerces mucho, ella me limpia las lágrimas.
Escucho que se levantan del sofá y veo al muchacho levantarse.
-Amelia -dice mirándome.
¿Amelia?
-¿Sabes su nombre? -le pregunta la mujer de blanco al muchacho.
Él se estira soltando un sonoro bostezo y se acerca a mi, me toma de la mano y se pone de cuclillas. Sus ojos son verdes, pero su tono es hermoso, sus pestañas son largas y claras casi del mismo tono de su desordenado cabello, su mandíbula es fina, sus manos están suaves.
-Lo dijo antes de cerrar los ojos -dice mirándome a los ojos. Su mirada me intimidad, de cierta manera estoy algo avergonzada.
-Kay hablemos afuera.
El retira su mano suavemente y sale con la doctora, lo veo mover la boca a fuerza por la ventana y de rato en rato mirarme.
Poco poco voy recobrando la fuerza en el transcurso de los días, después de varias pruebas me dectaron amnesia retrógrada.
En estos días le han llenado de preguntas pero yo no he sido de mucha ayuda, por otro lado el señor Franklin ha venido varias veces en estas semanas para ver mi proceso.
-¿Hija cómo sigues? -me pregunta.
-Mucho mejor señor -digo levantadome del sofá.
-Mi hijo no pudo venir hoy, pero me dijo que si has pensado en lo que te dijo.
Lo miro a los ojos y asiento con la cabeza.
-Señor yo realmente no sé de dónde soy o de dónde vengo, su hijo dijo que me llamaba Amelia...
-Para nosotros será un gusto que vengas a vivir a casa con nosotros, Kay es un chico irresponsable, de mal carácter, pero estas semanas ha demostrado responsabilidad, y el sentido del compromiso -mira a otro lado y luego vuelve a mirarme -yo también te pido lo mismo, que vallas a casa con nosotros, hasta encontrar a tu familia.
Él señor avanza y yo me quedo en mi lugar, me da un abrazo y yo abro las manos para darle también un abrazo.
-Papá -escucho su voz en la puerta.
-Kay -dice sorprendido y alejándose de mi algo nervioso.
Kay me mira y yo lo miro.
-¿Cómo amaneciste hoy Amelia? -me pregunta con la voz sería.
-Bien -es lo único que puedo responderle.
-Papá la doctora quiere que firmes los documentos de alta de Amelia -dice.
-Claro voy -responde rápidamente.
Kay me toma de la mano y sonríe.
-¿Te puedo pedir algo? -me pregunta.
Asiento con la cabeza y se acerca a mi rostro, estamos a solo milímetros el uno del otro, hasta que llega a mi oído.
-No confíes mucho en mi papá.
Se aparta de mi y contengo el aire, nos mejillas están rojas. Él sonríe y inclina la cabeza pone sus manos en mi rostro.
-¿Te puse nerviosa? -me pregunta.
Amar a alguien es tan complicado, darte cuenta que lo amas demasiado tarde es un suplicio. La suerte de coincidir y magia de conectar. Estabamos destinados a encontrarnos, quiz nunca estuvimos destinados a estar juntos. – ¿Crees en el amor? – le pregunto. Ella me mira a los ojos y sonrie, y asiente con la cabeza. Mi corazon palpita a mil por hora y estoy listo para demostrarle todo lo que siento por ella. Pero antes de que pueda hablar, ella comienza a reirse. –Creo en el amor, creo que es sacrificio. Algo que no estoy dispuesta a asumir, no por ahora. Estoy bien sola. Me pongo de pie y le extiendo mi mano. Solo le ha tomado unos segundos decir esa frase, para que inmediatamente ella termine de aprertar mi pecho y desangrarlo. –Bianca – susurro su nombre, intentando comportarme lo mas serio posible. Ella me mira y toma mi mano. —Cedrick - dice ella con ciertas voz. Se pone delante mio y me sonrie. —¿Qué? –Una chica en la fiesta queria tu número y es de la clase de chicas que te gustan, entonces no lo dude y le di tu número. Quien sabe y es el amor del que tanto hablas. Ella suelta mi mano y comienza a caminar. Volteo para verla y veo como Ricardo le alza la mano y ella también lo alza. Mi teléfono vibra y es un mensaje de un número desconocido. No habro el chat e ingreso nuevamente a la fiesta para cuidarla.
Nunca tuvimos elección desde que un Belikow nace hasta qué un Belikow muere siempre sirve a su nación, a su Rey. Por eso desde nuestra niñez somos entrenados para tomar lugares estratégicos en la defensa de nuestra casa. Sin ninguna opción a rehusarnos nos volvemos los soldados. Los Belikow son retratados como los vigilantes, los guardianes en todo el reino y asumiendo que este reinado ha decidido que ya no solo sean soldados, ahora serán familia. Están a un peldaño de volverse lo que muchos consejeros temen. Pero como siempre dicen las traiciones siempre espera la traición de un familiar. Autora: Hola a todos los que vallan a leer esta novela, muchas gracias a todos. Espero que les guste y comenten cualquier tema me lo consultan responderé todos sus comentarios.
Fiorella es una niña que ha crecido rodeada de lujos, su madre una hermosa mujer murió cuando ella tenía trece años de edad, su padre murió cuando ella era tan solo una bebé. El misterio la rodea a donde ella quiera que va, por el hecho de ser huérfana, pero ella es muy relajada en ese aspecto de su vida, prefiere no hablar con nadie. —Mi vida de misterio no tiene nada —dice ella mirando a una compañera de clase, la primera en mucho años a la que le dirige la palabra. —¿Estás segura? —Le pregunta. —Claro que si —dice ella muy segura. Se encoje de hombros y siguen caminado por los pasillos. —Por cierto, ¿Quién es tu tutor legal? —le pregunta ella con curiosidad. Fiorella la observa unos segundos, en la casa no hay fotos suyas, hay varias fotos antiguas, pero nada realmente nuevo, se refieren a él como señor, nunca lo han escuchado llamarlo por su nombre. —¿Qué pasa? —Le pregunta su amiga. —Sabes si hay algo de misterio en mi vida —dice sonriente
Era un secreto a voces mi alejamiento de la familia, pero nadie podía decir nada, nosotros dos en público éramos normales, no hablábamos mucho, apenas y cruzábamos miradas, pero en el fondo sabíamos que esto era indebido, que no podíamos mirarnos de la manera en que nos mirábamos y mucho menos pensarnos de la manera en la que lo hacíamos. —Escapamos juntos —decía ella mientras acariciaba mi rostro y este descansaba en mi pecho —Vamos a casarnos y olvidarlo todo, quizá podamos comenzar en otro país. Sus ideas locas no deban de hacer eco en mi cabeza cada vez que me encontraba solo, así fue creciendo este sentimiento hasta ese trágico día.
¿Creen en el amor a primera vista? Yo era realmente no creo en el amor a primera vista, hasta que la vi ingresar con ese aire de superioridad. La vi ingresar dispuesta a salvarme de una injusticia, pero cuando la vi todo a mi alrededor se esfumó, sentí que mi pasado, mi presente y futuro estuviera ahí parado. Pero enamorarse de ella tiene un precio. Nota de autor: Hola soy Sieteletras, gracias por leerme para dudas o consultas y recomendaciones me pueden escribir por mi instagram ( Sieteletras). Gracias ❤️
¿Si pudieras describir a tu jefe como lo harías? Una emocionada Emilia Vladi responde ante las preguntas de la reportera. -Es gentil, amable, respetuoso, es la que uno aspira a ser de grande, que tus empleados te miren y te vean como un ejemplo. La reportera inclina la cabeza, pero las palabras de la joven son sinceras, ella siente todo lo que acaba de decir, siente que su jefe es un persona intachable. La reportera termina de hacer las preguntas y se apaga el micrófono, Emilia se levanta y la reportera suelta un comentario. -Que se puede esperar de las secretarias, usualmente son las amantes - ríe en voz baja y luego alza la mirada para ver el ceño fruncido de la joven. Ella camina rápido y choca con fuerza con alguien y mira hacia arriba. Se miran por unos segundos y ella avanza. "Ya nos habíamos visto antes" - siempre se lo repite. Emilia Vladi y Edu Costa viene de dos mundos totalmente diferentes. Mientras ella siempre dice pobre el jefe, por qué siempre lo escucha pelear por teléfono con su hijo, ella se pregunta quién es él... ¿ Qué pasará el día en que ellos se encuentren?
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