s de lágrimas para recuperar el aliento y pensar qué fue lo que hizo mal cuando la pu
o como pudo e intentó hablar pero su
saba con ese hombre? –
sposa, donde te advertí muchísimas veces que no entraras? – Preguntó
rto – Dijo Rosalin encontrando el valor para hablar – Y sólo quería demostrar mi agradecimiento c
ambos se quedaron mirando ha
– Dijo el señor Duncan y con una sonrisa macabra,
podía moverse, además que de pronto su beso cambio de ser fuerte y salvaje a ser tierno y suave,
alejó de ella dejándola débil, por lo que se abrazó a sí misma, miránd
estado con tantos tipos después de mí que se te olvidó lo que
de escuchar aquellas palabras y lo únic
omenzar a decir Rosalin
vas a entrar al cuarto de costura de mi esposa. Ese era su santuario donde ella per
as lágrimas que bañaban su rostro y viendo como el señor D
estaba sola en el mundo. No tenía a nadie. Ella, se había sentido muy bien con esa familia pero ahora entendía que debía busca
edida que se iba sintiendo mejor, se iba dando cuenta de que no podía seguir abusando de la generosidad de esa familia. Tendría que buscar un trabajo, pero no sabía qué podría hacer y
ó llorando al cuarto porque iba a haber una obra escolar y ella no podría pa
es el disfraz y yo lo haré
des hacerlo? –
– A ver, explícame
h – El vestuario debe estar listo a tiempo, son los vestido
o puedo hacerlo –
mo lo
– Dijo Rosalin leva
na máquina en el cuart
adre sobre el cuarto de costura! – Dijo R
ha podido resistir y terminará aceptando que uses el cuarto de costura. ¡Ya lo verás! – Dijo Sarah y salió decidida a buscar a su padre, mientras Rosa
tos cuando la puerta del cuarto se abr
e dije que los ojitos de perrito nunca fallan! – Dijo la niña acercá
el vestido en el cuarto de costura de su amada esposa que era como un santuario para él? ¿Qué iba a decirle a ese
ió a Sarah que lo dejara a solas con Rosalin, por lo cual, ella se preocupó. Cuando Sarah salió de la habitación, él se p
to de que eres una gemela. Ya basta de estupideces y dime qu
oniendo una mano en su estómago que se sen
e Sarah y coserle su vestido. ¿Para qué estás haciendo todo esto
h y hoy, cuando entró a mi cuarto llorando porque ella era la única niña de su salón que no iba a participar en la obra, por no tener vestuario, no pude negarme a ayudarla – terminó Rosalin mirando
el juez deliberaba. De pronto, lo vio suspirar
u sitio. ¿Entendido? – terminó el señor Duncan y de pronto se inclinó hasta que sus ojos quedaron frente a los de ella – Te advierto que te estaré vigilan
cirle que estoy muy agradecida de todos los cuidados que me han prodigado para mi recuperación,
critorio, mientras Rosalin hablaba y se sentó
Si no tienes más qué decirme puedes irte – Dijo el señor Duncan sintiéndose extraño de querer besar y a
pondió Rosalin –