obre lo que ella había logrado evaluar en ese último tiempo. Me explicó qué activi
rato con Hebert, e igual que Thiago admitió que tenía debilidad por
e no tenía novio. Me explicó que sus padres eran un tanto estrictos, pero que eran estupendos padres, me habló de su docena de s
llamara si necesitaba algo, lo que fuera
recido para lo mismo, solo que con
sin rechistar; solamente me dijo que a él le gustaba comer con más sal. Yo, que me sabía su historia cl
cadera. Dijo que quería visitarlo y yo, por supuesto, no pude ni quise oponerme a eso; más aún, él se ganó todavía más puntos a su favor con aquello, porque resultaba evident
se presentó con entusiasmo y habló sin parar de Hebert, de la biblioteca, de los libros qu
endo y, mientras tanto, yo me ocupé de comenzar a
e puso a ver las noticias m
acompañara arriba porque ya estaba cansado, sup
ó el despertador. Salí a correr y regresé a la casa una
todos modos, no se quedó del todo tranquilo. Solamente después de desayunar se suavizó un poco. Y en un momento dado, estando todavía sentado a la mesa mientras yo me ocupaba de pon
ebería hacer aquellos ejercicios estúpidos. Thiago enseguida se ocupó de
iente paciente, me recordó que pa
olvi
pués de almorzar sobre un poco de todo y c
pasaría a buscarlo y me pidió si podía ayu
é a preparar una pequeña bolsa, porque, como todos
que me invitó a acompañarlos al menos una docena de vece
golpeándole los talones con el bastón, por lo
sando y bromeando de camin
contener mis nervios por la cita de esa noche, me m
cenar para no quedarme en una casa vacía mirando el techo de mi habitación o dando vueltas por una propiedad que no era la mía, y si bien Thiago de un modo u otro me gu
í había traído una buena cantidad de maquillaje conmigo y, con mi cabello bien peinado y suelto, mi aspecto podía considerarse bastante pasable. Al menos no eran mis ro
conciencia de que todavía no lo había visto con ropa de calle;
rafías, cuando no iba de uniforme, Thiago llevaba vaqueros y camisetas; solamente en unas pocas creía haberlo visto en camisa. También
ones, que más eran para una ce
la puerta, cortand
ñeca y mir
e volvió
de ser
cita, en esa próxima ocasión revisaría mi vestuario si era
se fuese a parecerle relevante la diferencia de edad, pero sí a mí, y en ese instante, muy asustada, hubiese pre
no era el comienzo de nada que yo esperase que fuese a durar hasta que la muerte nos separase ni nada parecido. Decididamente esa no era la intención, no la m
l espejo de pie, pillé el pequeño bolso que había traído conmigo para aquellas oc
ón de Hebert si bien él no estaba allí y no regresaría hasta al día siguiente a media maña
cuarto vacío pese a que yo lle
s, de llamar a Brown para preguntarle por Hebert, teniendo muy claro que si este, por el
hacía durante la cena o donde fuese que me encontrase
ndo al pasillo alfomb
movía a toda prisa sobre mis taco
detuve frente a esta no fue tanto p
ta sin más demora, porque cada segu
arrancar la puerta de las bisagras o al menos de hac
z, yo bien me habría esforz
brigo de lana de un oscuro verde oliva que le llegaba a las rodillas o el suéter color trigo de escote en uve que se le pegaba al
cia me dej
staba siendo un tanto grosera, porque él me dio las b
alzó un
den? -pregun
o siento. B
ales a los que se pegaba su suéter. Los músculos de sus mejillas los ejercitaba de tanto sonreír. Debían de ser igual
bre mi hombro derecho, al tiempo que daba un
a lleva
or dentro. Tan atontada estaba por su presencia que había olvi
una estúpida. Aparté un poco la puerta para pode
él -me dijo mientras yo descolgaba mi abrigo-. Nunca había venido si
ga, echando un vistazo h
onté que esta casa perteneció a los padres de
. -Terminé de po
uando tenía trece y su madre al poco de él cumplir los dieciocho. Vivió solo aquí hasta que se casó y, cuando Mónica falleció, se quedó
hizo que se me pusiese la
te debía parecer una quinceañera, porque no era capaz de coordinar ni la voz en su presencia y,
les facciones a una mezcla que fu
s dos, según cuentan, nunca se han llevado bien. Fernando intentó escaparse de casa a la semana de fallecer su madre. Lo encontró la policí
nces no tenía a
fines de semana fuera de casa, en casa de sus compañeros, y que, si podía, también evitaba pasar las noches de la semana con su padre. Dijo que, en más de una ocasión, Fernando, por no
cejas trepar
o no anormal. Estas
, l
orar. Y si bien yo no soy quién para decirle a ninguno de los dos que deberían reconciliarse, porque no tengo ni idea de cómo fue la vida de ambos más allá de lo que comentan por ahí... Mi madre dic
gunté con un nud
con él y ya sabes cómo es esto. A ratos está muy centrado en la realidad y otr
en silencio porque
era un tipo increíble
. ¿A qué viene esa sonrisa tuya? Estabas mirándom
ador
aja, dando un paso al frente para
oche... no porque no estés guapísim
so sin nada - susurró bajando sus labios a los míos a
filtrarse por mi piel y mi carne como si yo no fuese de c
onreír porque sus labios temblaban, pero, en cuanto a mí se me escapó una sonrisa que eran
ón -murmuró sobre mis labio
so
tuya es como hago sentir a
e ser una joven
i columna, haciéndo
ta que yo pueda enseñarte un par
ferencias c
nariz y ach
a de comentar mis pasadas
se había tirado, por lo que lancé mis dos manos a su cuello y comencé a
ca e inspiré h
tra su cuerpo, imprimiendo sus formas en mí mientra
odo más delicioso. Su boca sabía de un modo frutal,
yectó su pelvis al empuj
sentí, entendí que estaba un tanto desesperada
eso no me detuvo: me prendí de los mechones, que parecían de seda, para l
s bajó hasta mi trasero para a