ÍTU
ria a Estefana varios días después de haber salido de aque
untó Estefana mientras pein
debemos o
Cande o... así so
as la pequeña Candelaria dejó de preguntar por su hermana, pero no fue porque no la extrañara sino porq
ienda de Holanda en el estado de Aguascalientes donde vivían, escuch
sa y alta maleza que crecía al margen del río para allí ocultars
fuertemente a Estefana de su cintura. El relinchar de los caballos corriendo a toda velocidad se escuchab
cimiento. El jinete se alejó a todo galope y con él los gritos y sonidos de disparos se fueron callando. Todo el grupo de hombres a caballo que iba junto a
a, hubiesen tenido suerte y que hubieran podido escon
pertado comenzó a respirar agit
la hacienda de Salamanca en Durango; pues ya no había nada en Querétaro que la pudi
enda sin avisarle a nadie, su alcohólico
en ciertos "negocitos" o apuestas como todos las conocían. Flores no podía creer lo que escu
la joven furiosa queriendo golpear
el tío sujetándo
lores con rabia –. Al
acer algo pos´ eres tú
quiere
Juventina, que estaba muy cerca casi a espaldas de la suya, le había hecho el gran favo
adquirido la hacienda de sus padres si él era un hombre muy ric
y le explicaré, le diré que vamos a pagarle cada centavo que
nana Conrada avisándole a don Asúns
nde vas con esa maleta
recilla...? – dijo el viejo sarcástico –
ar con él –
o riendo y frotándose sus manos –, y
guntó extrañada Conrad
te casas con él y te quedas con esta hacienda... y si lo piensas con detenim
quiso Flore
ntas la mano con cualquier bicoca y
on Asúnsolo, si mis pat
, y tú cállate
do hacerme esto!
arás mucho en enviudar y... Él no pagó mis deudas por negocio o por hacernos un favor... lo hizo por
ada la sostenía. Todo se le había complicado, esa hacienda significaba mucho para ella, no
estaré de regreso. Le prometo que llegando me casar
iejo complaciente –, Conrada vete a la cocina y
n carruaje. Cuando Flores subió, el viejo cerró la puerta y sin espera
onocido, trató de gritar pidiendo auxilio mientras golpeaba la puerta