o tan bajo que parecía ridículo, al menos así le dijo su hermano cuando le preguntó la ubicación semanas atrás. Miró rápidamente a la otra ventana pero no habí
gó a su teléfono- ¿Sí, Nathan? Estoy en la casa embrujada... ¿Qué pasó, papi? ...Bien, bien ¿Estás con Sebastian? ¿Dónde están exactam
ebas y Nathaniel? -
quedó sin corriente o algo así dijo.
si necesitan ayuda.
Alexander nec
puedo ayudarle. -habló
-miró hacia el menor que se bajaba del carro- Mathie... -el mencionado se asomó por la ve
n. -sonrió, se alejó del
u mascarilla y tocó el timbre el cual liberó el sonido d
Llegaste antes de la hora acordada... -cruzó los bra
ecerró los ojos mientras giraba la cabeza confundido-¿Cat? -dij
así. Así que el mayor no dudó
sino o algo así. -se separaron del abrazo y le invitó al interior aún iluminado por la débil luz del atardecer- ¿Y tu hermano no quiso venir? ¿o l
do a Nathan y a Sebas, se quedaron sin corriente y les fue a auxiliar. -se sentó en un
es, no tendrá licor; de hecho, es pensada para ti. -el menor sonrío tímido con aquello- En realidad si necesito algo de ayuda, pero con el vestuario. -le llevó un vaso rojo con
as paredes y cortinas blancas. Afuera habían lápidas con nombres, calabazas escalofriantes, esqueletos y tablas mal co
ntó el menor luego de haber escaneado la c
udó. -tan sólo esa mención tensó al menor, quien mostró una mueca de desag
abitación dejando
-le enseñó dos disfraces, un
, era sencillo, un traje formal en color negro con la camisa de abajo roja, corbata negra, una gran capa v
abeó, mirándolo s
si quieres, yo me voy a cambiar. -hizo el amago de levantarse la cami
en. Ignóreme. De
o y el menor se sonrojó más que hace un rato, tornando sus orejas rojas- ¿S
e me prohibas beber licor, cumplí veinte años hace p
ndo mi mocoso favorito. -esa
de valor- Yo no quiero ser
da por la mascarilla, notando el sonrojo en s
rofundo mirando al suelo, cuando levantó la mirada, dirigió los ojos
o saliva, tratando de alejarse
ayor colocó sus manos en los hombros ajenos, percatándose de
era pequeña y la
ellos ojos de ciervo que le miraban fijamente, así que solo bajó los parpados esperando el tacto de los labiales en los suyos. Matheo al verlo di
ierta? -preguntó al menor, éste negó mirando a otro lado con una mueca- Será que... -escuchó un coche llegar- Ese debe s
suspiro, uno de frustraci
ía de las escaleras