y una energía eléctrica que parecía suspender el aire. Era una fiesta comunitaria, organizada por
ambiente vibrante terminó atrapándola. Su vestido corto de satén rojo se pegaba a su piel, y e
nces l
relajados. El más joven tenía sonrisa fácil, mirada pícara y
su sola presencia imponía. Tenía ese aire de autoridad que no necesitaba p
-le susurró una amiga
ero ya era tarde. El joven policía, el
-preguntó con un
una labia que competía con el ritmo del reguetón de
to-. Cuando termine mi guar
hol, o tal vez porque el otro policía, el más callado, el que no
o, alejado del bullicio, detrás de una cancha deportiva. Iván la esperaba, reco
Fue un beso lento, juguetón, con las manos acariciando su cintu
onto, l
prese
dad como una aparición. Era él.
eria. No dijo ni una palabra. Solo se acercó... y la miró. Como si
o p
or la interrupción, y ella ya estaba girando el rostro hacia el otro hombre. El coraz
ubo un
Apresurado.
s la empujaba contra la pared. La besó como si no tuviera intención de detenerse nunca, como si hubiera esp
o de ese chaleco contra su pecho, la tela áspera de la camisa empapada en el calor de la noche, le revolvía los s
No le permitían negarse a nada. Sujetaban su cintura con una certeza b
que ella quedaba atrapada. Intentó dar un paso atrás, pero fue inútil. Él no lo permitió. Y ella... ella tamp
ba, inmóvil.
te que algo había comenzado. Algo fuera de control. Algo que no