ítu
ue transportaba a Emiliano hacia el hospital. El sonido de las sirenas resonaba en sus oídos pidiéndole
le a Lucrecia lo que había sucedido. La llamada se conectó rápidamente por ella y su voz, fría y calculadora resonó
Qué necesitas? – preguntó
en el pecho y parece ser grave, así que necesito que vengas cuanto antes – res
recia quien siempre había sido una mujer de control parecí
o con su voz ahora cargada de preocupación, pero no preocupación por el bienestar
a ti. Solo quería que supieras y que estés aquí por si se necesita al
tar más preocupada por la receta secreta que por la vida del que aún es su esposo lo llenaba de
Tú tienes que ser el dueño de esa fórmula, ya que de eso dependemos todos – dijo Lucrecia con su voz ahora más firme – No quiero que
importaba la salud de Emiliano, pero era el colmo que ella pensara más en el dinero que en la salud de una pe
Acaso ni quiera respetas el hecho de que se está mur
desde el primer momento y aunque he fingido quererlo por tanto tiempo, ahora no puedo permitir que su muerte arruine nuestros planes – respondió Lucrecia con su to
ambición de Lucrecia lo asqueaba en muchas ocasiones, pero sabía que debía actuar rápido o lo haría su madre. La vida de Emi
eder si Emiliano no lograba a sobrevivir lo invadía. La sala de emergencias estaba llena de actividad por los pacientes, médicos y enfe
lo miró con una mezcla de dolor y reconocimiento –
l esfuerzo al hablar le costó demasiado – Luciano... la r
y ya después hablaremos de eso – le interrumpió Lucian
secreta era solo una parte de lo que necesitaba transmi
n de su madre lo perseguía sin escapatoria, pero en ese momento lo único que importaba era su padre. La lucha por el legado de