img Entre el pecado y el destino  /  Capítulo 3 3 | 5.45%
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Historia

Capítulo 3 3

Palabras:1841    |    Actualizado en: 07/03/2025

uro, cruzando paisajes que se desdibujaban en la oscuridad de la noche. A su lado, Alejandro pare

da kilómetro recorrido. Sin embargo, un pensamiento persistente comenzó a rondar en su mente: su padre. Su imposición, s

ndo descubriera q

ue nadie. Sabía cómo pensaba. Y aunque se le ocurrían mil formas en que podría

estaba perdida para s

en este mundo. El viejo Alarcón era un hombre de poder, pero también de orgullo. Un hombre que controlaba todo a su alrededor, pero que temía la humillación. ¿Qué pasaría si su hija ya no era u

nguir la determinación en sus ojos. No había titubeo, no había duda en él. Pero Elena no estaba tan segura. En su mente, la ún

un gesto que pudo haber pasado por casualidad, lo hizo det

ntó, su voz cargad

ía cómo las palabras pesaban en su pecho, como una roca dispues

or-. Si quiero que mi padre me deje en paz, necesito que sepa que ya no so

con una mezcla de c

, pero Elena pudo ver en sus oj

ntió len

quiere casarme con un hombre poderoso. Si me ve como algo que ya no puede controlar

se suavizó, pero tamb

o que lo hagas.

a las riendas con fuerza, su mente enloquecida

libre, tengo que perderlo todo. Y eso incluye la idea que mi

a había esperado que llegara a este punto. No quería que ella tuviera que hacer este sacrificio, pero

ndro finalmente asintió, compr

Pero esto no cambiará lo que siento por ti, Elena. Yo no soy como él. Nunca te veré como al

zó a crecer. Quizás no podía escapar sin perder parte de sí mi

u sacrificio final. Cuando terminó, los dos quedaron juntos en silencio, con el conocimiento de que su

ba. La vida no siempre era justa, pero al menos, ahora tendría algo que

ma, que sus decisiones importaban. Sin embargo, no podía escapar de una realidad: su padre inevitablemente sabría lo que había hecho. Cuando la noticia llegara a su oído

que había intimidado a todos los hombres y mujeres de su círculo, era la misma que había sido capaz de hacer que su madre se sometiera a su voluntad sin cuestionar. Para él, el poder

ue lo había hecho con Alejandro, su primo, un hombre que nunca habría considerado apropiado para ella, mucho menos para su futuro. El viejo Alarcón siempre había visto a Elena

equeño refugio en las afueras de un pueblo, sin hacer mucho ruido para evitar levantar sospechas. Había pasado más de un día desde

untó Elena, su voz temblando ligeramente m

observaba con un aire grave, su rostr

porta es que estamos juntos. Y eso es lo único que

la sombra de su padre. Sabía que, al final, él no permitiría que ella se escapara sin consecuencias. Había veces en las que sentía que las reglas de

estaba sentado en su despacho, rodeado de papeles y documentos relacionados con negocios, cuando la figura de su mayo

aparecido -informó con una voz grave, co

Alejandro, un hombre de sangre igual que la suya, pero aún así el último que había imaginado que ella elegiría. Su hija había

la con un rápido movimiento,

umillación comenzaron a apoderarse de él-. ¡Busca a mi hija, ahora mismo! No des

etados, cada músculo de su cuerpo tenso por la furia. La hija que había educado para ser la pieza más valiosa en su red de poder, se había escapado. Pero no solo

incipales y procurando que su huida fuera lo más discreta posible. La idea de ser descubie

l sonido de pasos que se acercaban. El temor la invadió, y sus o

surró, sentándo

abían improvisado su descanso, con el rost

-dijo con voz baj

rara. Unos minutos después, el sonido de los cascos de caballos comenzó a reso

ambos sabían que el momento de enfrentarse a las consecuencias de su huida había

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