as las puertas del ascensor. No entendía por qué sentía una punzada de curiosidad por él. No era
s importantes de los que preocuparse. Se ajustó la
esperaba con l
dijo en un tono más
uvia que seguía golpeando las ventanas del auto. Pero, por más que intentara enfo
de hablar, en la calma con la que enf
u bolso en la mesa de la entrada y se quitó los tacones. La vista desde su sala mostra
tarde, y lo mejor que podía hacer era de
s, la imagen de Leo bajo l
habitación en el hotel y d
un callejón -murmuró
o tenía una cama enorme, un baño de mármol y una vista impresionante de la ciuda
o frío. Desde ahí, podía ver la inmensidad de la ciu
u evidente belleza y elegancia, sino por el hecho de que
a las personas como él. Y, si lo h
ell
ra un regalo del cielo. Se quedó bajo el chorro por más tiempo de
mullida que encontró en el armario y se dej
sta noche -
e fuera esta vida, no era
como siempre. Su secretaria, Clara, ya
o eficiente de siempre-. Su reunión con el comité
documentos. Pero, por más que intenta
undos, cerró la car
hacer alg
asintió, sie
bre llamado Leo. No
ida. No era común que su jefa pidiera
información qu
ré anoche
jas, pero su expresi
lo p
staba segura de por qué quería saber más sobre él.
s que dejaban pregu
e había estado en años. La cama era demasiado có
eó en cuanto abrió los o
entó en el bor
olver a la
só una mano por el cabello aún húmedo. Sabía que
pero, justo cuando cruzaba la puerta del hotel, s
ent
aje a medida, el cabello recogido en un moño pulcro. Sus ojos oscu
s días
ió, div
peraba verte
uzó los
dónd
me lleven
ica que no t
ncogió d
do fanático
ó por un instant
con
queó u
es una
a invi
ndicio de burla o segundas inte
ente,
. Vamos a ver qu
an dando un paso más allá de la
cambiar sus vid