como un eco persistente. La voz de su hermana sonaba calmada, pero era una calma tensa, una máscara bajo la cual Zoraida podía percibir el peso de emociones cont
tada en su pequeño apartamento en Nueva York, con las manos entrelazadas y los ojos perdidos en algún punto del vac
-dijo Zoraida
a Dana, intentando sonar fuerte,
o no -replicó Zoraida con firm
rk esa misma noche. Sabía que Dana necesitaba apoyo, y
salón cuando Adán tocó la puerta de Zoraida. Era temprano, pero él siempre había sido puntual. Vestía una c
n con una sonrisa suave mientras en
ía una camisa beige y jeans cómodos, acompañados de una bufanda marrón que le había tejido su madre
r matutino. El sonido del motor y el murmullo lejano del tráfico llenaban el aire. Zoraida miraba por l
-preguntó Adán, ro
ando la vea. Esto ha sido muy duro para ella. Pero también estoy emocionada.
nte mientras el semáforo estaba en rojo. Su g
reíble. Dana tiene mu
rla con su maleta. Había un silencio cargado de emociones entre ellos. A
sintiendo el calor de su cuerpo
uera -dijo ella, mirándolo a
respondió Adán con suavidad-
omesas silenciosas. Aunque se separarían por
tras el avión descendía sobre Nueva York. Las luces de la ciudad brillaban como estrellas atra
pero bien cuidado, con una fachada de ladrillos rojos que hablaba de historias pasadas. Cuando Zoraida
Su cabello estaba recogido en un moño descuidado, y aunqu
-dijo Dana, envolviendo a Zorai
ría? Esto lo enf
ue daban un toque de vida al espacio. Esa noche, ambas hermanas se sentaron en el sofá, compartiendo historias, ris
equeña mesa de la cocina. La luz del sol se filtraba por la ventana, llenando la habitación de un respla
contarte -dijo, su vo
ejando a un lado su cuchar
blemente nerviosa. Sus dedos
ra. Está espe
sando la información. Luego, como si un torrente de
involucrada con Mateo? -Su voz se al
ente. -Sí. Y... los
ando contra el suelo. Su pecho subía y bajaba rápid
Mateo? ¿Qué demonios estaba pensando? -exclamó, caminando de un
ndose pequeña bajo la intensida
-dijo con voz temblorosa-. Pero necesito q
ó los ojos un momento y luego volvió a mirar a Dana. Su expresión
as por decírmelo. No voy a permitir que esta sit
tormenta de emociones de Zoraida era parte de lo que las hacía tan cercanas: s