undo parecía contener todos los secretos de la vida misma. Los pétalos eran aterciopelados, suaves como un susurro, y despedían un aroma que invadía el aire con u
torias que su madre contaba sobre la rosa. "Es una flor especial," decía, mientras acariciaba con delicadeza los pétalos. "Refleja el estado de nuestros
a central de su jardín, y su madre parecía siempre vibrante, llena de vida y energía. La rosa nunc
scurecían, enroscándose lentamente hacia adentro como si la vida estuviera escapando de ellos. En su juventud, Lucía había pensado que esas historia
y miraba sin emoción hacia el jardín, donde la rosa continuaba marchitándose. Intentaba ignorar lo que eso podía significar. Se convencía de que era solo una coi
uando la vida parecía más sencilla y su madre siempre estaba ahí, cuidando de todo, manteniendo viva la llama del am
aba a formarse junto a la rosa marchita. Era débil y pequeño, apenas perceptible, pero estaba allí. Era
ación, como si algo intentara abrirse paso a través de la oscuridad. De repente, la rosa marchita dejó de
e tu corazón." Si eso era cierto, entonces había algo en su in
Recu
ró un diario que su madre solía llevar. Al abrirlo, las páginas revelaban una mezcla de memorias y consejos sobre la vida,
uerta. El amor también pasa por etapas. A veces, nuestros corazones están tan heridos que parece que no hay v
mida en su dolor que había olvidado la importancia de cuidar su propio corazón. Si la rosa aún podía
uidando la rosa, sino permitiéndose sentir de nuevo. Permitió que las lágrimas cayeran sin contene
os dejaron de marchitarse, y el capullo que había comenzado a formarse ahora se abría, revelando un
ilidad
ntiguo jardín y estaba interesado en ayudar a restaurarlo. Lucía, al principio, fue reacia a aceptar su ayuda. Había pasado tanto tiempo aislada que la id
al igual que Lucía, había pasado por un periodo oscuro donde todo parecía marchitarse a su alrededor. Sin embargo, en
que estaba sintiendo, pero al escuchar la historia de Andrés, se dio cuenta de que el sufrimiento era una exper
elo mutuo en sus pérdidas. Pero, al igual que la rosa, sus sentimientos comenzaron a florecer de nuevo.
lo de
e, ahora florecía con más vida que nunca. Los pétalos carmesí brillaban bajo la luz del sol,
ón: la rosa era un reflejo de sus sentimientos. Había pasado por un periodo de osc
unque los sentimientos pueden marchitarse, siempre hay espacio para que algo nuevo crezca. Como el capullo q
sa, era un ciclo de muerte y renacimiento. Cada emoción, cada pérdida, cada momento de alegría formaba part