s viviendas que se asomaban entre tanto verdor. A lo lejos, su mirada se detuvo en la casa de Lucas, aunque no quería acordarse de él, su pensamiento la traicionaba. Rompe
a de seda, aunque no había dormido bien, ya estaba maquillada y peinada, lista para cambiarse de ropa y salir ha
or qué no descansas un poco más? Ustedes dos necesitan de
igió hacia el techo dejand
adas, sobre todo quiero que a mi marido no le falte nada. Necesito que
para que puedas estar calmada-, la señora Ana sabía que si l
mano y arrugando
vestido gris colgado cerca del espejo-. Pero, viéndolo bien, combina con el traje que he e
e que no estaba tan tranquila como le hacía creer. Su h
rmosa. Cuando te vi por primera vez supe que ser
quien se trataba. Su mandíbula se tensó y sus ojos mir
mal humor y muy nerviosa. Le advirtió que sería el último encuentro que tendría con esa mujer y ahora esto, aquella i
atender el teléfono?, ¿p
d la ropa que tiene en sus
dijo a
o que vengas e
ar aquella voz. Algo se estremeció den
verme más nunca -gritó, mie
dices. Tú necesitas un cariño mío, así
que ese hombre dañara sus planes y menos que s
odioso, seguro de cada una de
ono, mientras caminaba por la ha
favor deje tranquila a mi hija. No vu
uestros asuntos. Su hija y yo aún tenemos muc
voy a permitir que acabe con ella -alcanz
uesta a defender a su
ndo, que en media hora tien
que no iría. No in
obedece; si no pregúntale, ella se lo confirmará. Ese secreto que
de amenazarla, el
a náuseas en la señora-. Claro que puedo, doña. A mí no me importa que se se
ecial de la influencia que ejercía Lucas sobre ella,
teléfono, su rostro está pálido y la aten
s bien?, ¡Ma
lestar que causaba en ellas y disfrutaba imaginan
o y lo aventó contra l
era de mi vi
s mejillas y las retiró con b
do puede aparecerse aquí y será
altando tan poco, p
tomará mucho tiempo. Quédate
un enterizo del tono de su piel y se colocó los a
u marido pregun
ido. Debe estar despertando de una noche de excesos, que sé yo. Estoy acostu
reglarse, tomó el bolso y las llaves
a convertido en un obstáculo que se interponía en su camino a la felicidad. Sus padres se lo advirtieron desde que lo trajo a casa por primera vez y ahor
cuerpos y cada vez querían más. Las quejas de los vecinos alertaron de sus locuras, sin remedio. Sus irresponsables acciones escalaron hasta