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Historia

Capítulo 2 (Parte 2)

Palabras:3859    |    Actualizado en: 28/11/2023

establo, Kiara, no dejó de escuchar comentarios maliciosos en un idioma que en realidad no entendía para, un idioma arcano que se asemejaba a gruñidos guturales sin sentido aparent

da pesadilla, solo para sentir que tenía la certeza de qu

entaba con aire socarrón un gigante deforme, que para Kiara solo estaba gruñendo incoherentemente y llenando el aire con su rancio aliento de queso mohoso y rancio— ¿Por qué no te la quedas tú,

ta cada vez tomaba más forma. Sin embargo, no supo cuando pasó, lo cierto fue que las risas se acallaron y, en el lugar, solo e

que le tomó el mentón con delicadeza para instarla amablemente a verlo a los ojos, era de un tono gris salpicado de finas y sutiles venas de un verde suave; su apariencia se asemejaba a la de una escultura del más fino j

o y de figura más humana. De esta forma, sin necesidad de presentaciones supo ella que quien tenía delante suyo era nada más y nada meno

o frío…— se expresó aquella estatua de jade con ojos de a

cada palabra con perfecta fluidez. Como si quisiera agregar algún tipo de énfasis a su preocupación, la mano que antes se había posado con delicadeza en su barbilla, fue llevada a la mejilla, serciorandose de esa forma que el

ar de una buena vez sus vergüenza. Dejó escapar un suspiro de alivio al sentirse protegi

omo si ese extraño intentara ser amigable con ella, incluso pudo discernir el tono irónico con el que se expresaba—… La de los buenos modales y etiquetas de cortesía. No importa igualment

ebido, con un estilizado dedo. Efectivamente, esa actitud, era como si en realidad señalase a un mont

onrisa de cortesía. Una pequeña sonrisa que le iluminó los

zado por las palabras que había dicho aquel al que había presentado como Garlan, aunque ella no supiera de lo que hablaban realmente. Olvidándose un poco de su terror, cómodamente arropada en aquella piel de oso gigantesca que le pasaba de los pies y

staba allí. Las cortesías eran primero, ella tenía que darles la bienvenida y llevarlos ante

grandes héroes Formore... Sean bienvenidos a mi humilde morada y deseo con todo mi corazón que puedan disfrutar de la boda como si está fuera una

de aquellos invitados. Avergonzada, bajó otra vez la mirada al suelo, escondiendo la mitad de su rostro en esa capa de piel de oso que olía suacemente al pasto de nigrom

que se burlaran de ella. Desde que ese maldito infeliz había tomado por rehén a todo su clan y propuesto casarse con la

a estaba observando con una mirada de curiosidad divertida. A él también le había hecho gracia su mal formore, pero había tenido

se atrevió a preguntar K

ue en realidad estaba haciendo esfuerzos para no reírsele a la cara. Hasta ella que no lo conocía, debía admitir

ras, por favor?— se atrevió a pedirle con humildad

mi gigante era una persona muy agradable al

realidad, mi hermano no sabe hablar la lengua tuatha, ni ningún otra, y me necesita para comunicarse… por cierto ¿Me permite hacerle una corrección?... los f

¿O solo está siend

fin de cuentas, necesitaba algo que la hiciera sentir menos torpe. Si esa

oído?), sonaban igual entre sí, pero, dado al desmesurado interés de ella sobre aquella raza, pudo notar la diferencia gracias a los movimientos de los labios de su intér

innata en ella hiciera lo suyo. Más segura de si misma, alargó todo lo que pudo esas presentaciones con la excusa

a la cortesía de la que era capaz, volviendo a reprimir su naturaleza real. Volviendo a sumergirse, sin quererlo realmente, en un estado taciturno

blaban alegremente sobre los preparativos de la boda que se llevaría aquella misma noche. Una boda que solo era una asquerosa ex

que, por donde pasase, las miradas estaban puestas en ellos. Intentaba ignorarlas, era lo correcto, mas, no pudo evitar sentir que todas las miradas estaban puestas

tuyó que se estaban riendo de ella, por ser, justamente ella, la noble sucesora de O'Briam la que estaba escoltando a la comitiva de la raza formore. La misma que, todos sabían, era la perp

medio rostro en el cuello de aquella capa de la cual, tenía la impresión de haberse adueñado sin quererlo. No podía evitarlo, a decir verdad se sentía más que cómoda envuelta en ella, rodeada del sutil olor varonil del t

aniñada de la dríade —… No lo tome como una acusación, por favor. A decir verdad, si usted puede caminar con ella pese a que le quede alarmantemente grande, por mí, q

s tristes, para enfocarla completamente en él. Abriendo grande los ojos, con la actitud de una niña curiosa y sorprendida, vol

o fue por algún rito de iniciación a la vida adulta o algo as

as sociales existentes en esa sociedad que completamente aislada del mundo real. No obstante, a Guillum, parecía tenerlo sin cuidado esos

s cosas, pero…— admitió sorprendida ante la breve respuesta— ¡Ah! No importa…

ccedió con actitud g

s, el semigigante le contó toda aquella aventura de su niñez en lo que tardaban en llegar al gran sa

sultaba de lo más atrapante a la hora de escuchar su relato. Tanto se había sumergido en aquella historia que, le pareció dem

tes de piedra y se despidió de él con una sonrisa solemne. Sin embargo , en lo que du

de se encontraba la pareja principal, al lado de los demás presentes que esperaban para presentar sus respetos y tr

n de profunda expectación. Sin embargo, nada se dijeron. Ambas sabían que no era el momento, ni el lugar; muchos ojos y oídos estaban puestos en ellas. Así que, simplemente, Kiara asintió con aparentemente tranquilidad y pidió p

rsona que habría conocido alguna vez, en un pasado remoto e incierto, y se hubieran prometido de alguna forma volver a encontrars

adre con toda solemnidad, cuando al fin, ellas, est

dre. Guillum Hardstone, es su nombre— resp

En su interior, crecía una marea de sentimientos que, no se atrevía a compartir con su madre. Juzgaba que, dado como estaban las cosas y sumad

ua que carecía de alguna especie de filtro para todas sus palabras—… Debo admitir que, por su forma de ser, parece que es un hombre muy atento y cortés, madre... Incluso se ha ofrecido a traducir mi discurso de bienvenida y, no

en aquellas palabras dichas como en avalancha producto de la emoción del momento;

e la edad de Kiara solía sentir cuando conocía a un hombre apuesto y enigmático que la tratase con un poco de ga

on mi niñita, como en aquella vez que lo trajiste ¿Recuerdas? Ay, querida amiga ¿Por qué será que no los unimos an

de su mejor amiga. La misma amiga con la que, el día que habían conocido sus destinos en las runas, se habían prometido unir sus casas y clanes, c

ro todo eso había quedado atrás, tapado por la cruel realidad de la Primera Guerra Tuatha-mante. Ahora, todo eso no era más que pasado y ya

bligó a dejar sus funestos pensamientos para otro momento, cuando estuviese a solas para desahogarse. Confor

e había conseguido obtener gracias a esos simples gestos, los mismos que ella misma le e

e y le sugirió que pusiera la capa en un lugar donde pudiera encontrar

la bondad ajena, Kiara...— puntualizó, sintiéndose tentada e

protegerla. Como en aquella ocasión. De todas formas, debía reconoc

s, conocía muy bien las costumbres de esa raza, inculcadas por su madre. De eso no le cabía dudas. Y, además, ya había escuchado bastante sobre la es

al igual que todo el mundo, con la vaga excepción de su testarudo e irascible esposo, que los hombres de la raza formore eran especialmente sobreprotectores y celosos en todo lo que refería priorizar e

ar con su hija. Si la niña así lo deseaba. No sería ella quien lo impidiera. Solo esperaba que su espos

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