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Ana siempre estuvo enamorada de Leonardo, ambos son primos; aunque hay muchos mas secretos, de los que parecen. ¿Podrá Ana, conquistar a su primo?
Miraba con atención, el chico que estaba a tan solo unos metros de distancia. Suspiró, sabía que él nunca le prestaría la atención que ella siempre había añorado. Por tantos años Ana siempre había estado perdida: bajo la enamoramiento y encantamiento de su primo.
-¿Por qué me miras tanto? -quiso saber su primo levantando las cejas divertido.
-No te estoy mirando a ti, simplemente...
- Entonces ¿qué miras? después de mí hay una pared. Así que supongo que no me estás mirando a mí, entonces ¿qué estás mirando? -preguntó con una sonrisa de lado -¿Me tengo que preocupar que mires una pared de color blanca? -Dijo y se rio.
Ana, puso los ojos en blanco. Aún no podía entender, ¿, podía sentir tanto por alguien así? Pero ahí estaba , más que enamorada y perdida por su primo. De igual forma, ambos no eran primos de sangre. Ana estaba más que consiente, que ella había sido adoptada cuando apenas tenía cuatro años.
Aunque con el paso del tiempo, ese enamoramiento que había nacido con tan solo 11 años. No había hecho más que incrementar. Ana, con sus 18 años, se sentía bastante enamorada.
Aparte de todo es que Leonardo era menor que ella.
Leonardo, tenía 14 años, y ella 18. Pero el chico, era muy inteligente para su edad.
Pero ella sabía que era algo completamente imposible.
Y así fue a través de los años, Ana tenía la esperanza de cumplir más años, para que haya una posibilidad entre los dos.
Cuando cumplió 22 años, esas puertas de esperanzas abrieron muy fáciles para ella.
En cuanto, vio a su primo ingresar por la puerta no pudo evitar sonreír. El mismo, tenía 18 años, y ella 22.
De esa manera, con esa edad le prestaron atención. Aunque en parte, si es verdad muy difícil no sentir algo por el.
Ni siquiera ella entendía: , ese sentimiento tan extraño que había desarrollado hacia su primo.
¿Por qué sentía algo así por alguien?, que básicamente se habían criado juntos. No le entendía, a decir verdad era muy confuso para ella.
Pero ahí estaba, sintiéndose bastante ofuscada, viendo a sus padres , reírse de algo mientras que ella sentía su mundo dado vueltas.
Briana, en cuanto vio su hija con el semblante triste: no dudo ni un segundo más en acercarse. Ella sabía perfectamente, a su hija estaba enamorada de su primo.
Aunque de igual forma ambos no eran de sangre.
-¿Qué pasa mi niña? - quiso saber.
-Nada... no me pasa nada -comentó con simplesa y simplemente se alejó.
Dandole da la espalda a su madre y oyendo de la situación de la cual estaba haciendo prisionera.
En cuanto salió en el exterior, se chocó de lleno con Leonardo. El mismo se giró confundido, por el impacto que habían generado en su cuerpo. Al girarse se encontró con su prima, , siempre se vería con el cabello rubio alborotado, con el semblante extraño.
<<¿Que le pasa ahora .?>>
Leonardo se encogió de hombros, , siempre son prestarle demasiado atención y simplemente volvió a mirar su teléfono.
-H-hola... -comentó Ana en forma tartamudeante y el levantó la ceja.
-Hola, Ana nos acabó de saludar hace unos minutos -dijo confusión.
-Lo que pasa es que .. te vuelvo a ver por segunda vez -dijo con un hilo de voz y sin saber muy bien que decir acepte su tontería.
-"Okay" -comentó el; simplemente se encogió de hombros de nuevo.
Para ella era sumamente difícil, hacer una manera de que le preste atención. A lo largo de los años no vienen contra ninguna.
En primer lugar porque ella era muy mayor para el, y el segundo porque él era muy guapo.
Una mujer no le faltaba Y eso era lo peor.
Era un poco extraño, a decir verdad era un poco pelirrojo. Aunque no tanto; sino que más bien su cabello tira más para el tono amarillo , más dorado . y lo más extraño: es que tenía ojos negros.
Era una persona del cabello muy dorado más bien rojizo con los ojos negros.
En parte tenía una mirada demasiado penetrante, y extraña.
Además no tenía pecas: tener los labios gruesos y una nariz respingona, que te hacía soñar. Su cuerpo, era bastante fornido Por así decirlo. Ana, soñaba siempre en quedar enredada entre sus brazos; pero eso nunca sería posible.
De pronto, un vehículo se acercó al borde de la calle. Salió de ahí de él, una mujer sumamente atractivas. Ana, se quedó embobada observandola.
Estaba viendo cómo se acercaba con mucho interés hacia leonardo.en mismo de guarda el teléfono en su bolsillo y le dio una enorme sonrisa la muchacha. La tomo de la cintura y le robó un beso. Ana , miro esa escena acostumbrada. Aunque de igual forma, aún le le dolía, le costaba trabajo procesar.
Para Leonardo, tener una imagen mujeres. Era algo habitual en el, pero para Ana: era un pinchazo más en el corazón.
-Te presento: a mi prima hermana -comentó Leonardo dándose la vuelta, pero Ana ya no estaba.
<<Prima hermana...>>
Se había desaparecido de la vista de ellos dos, , un rayo hacia el interior de la casa.
Piso el suelo, lo hizo con tanta pena y dolor en el corazón, que simplemente lloró amargamente.
Lo hizo una y otra vez, en su alcoba. Golpeando la almohada, golpeándola con bastante tristeza.
Por que en ese instante, sabía perfectamente que solamente estaba inmersa en un sueño. En un sueño que nunca las llevaría a ningún lugar bueno.
Tiene que olvidarlo, tendría que volver a encontrar a alguien. Que le pudiera ayudar a no sentir todo eso que sentía por Leonardo.
Ella no sabía.
¿De qué manera lograrlo?
A la mañana siguiente, Ana, cómo cada día, tiene que ir a la universidad.
Ana, tenía que llevar a su prima que vivía al frente.
Ambos aún vivían en la gran casa de la granja. Donde Brianna había estado durante tantos años.
A diferencia, es que Hernán se encontraba en una casa del frente se la había regalado básicamente Briana. Por eso desde ese momento, el mismo había crecido ahí con sus padres.
Para Leonardo, crecer y había sido una de las mejores cosas que él había podido pasar. Le hubiera gustado tener un primo mayor para jugar.
Con Federico jugaba mucho, aunque con Ana también.
Ana, con algo de nerviosismo: cada día se estaciona enfrente de la casa de su primo.
El mismo salió sin mucho aire de interés, abrió la puerta y simplemente ingreso.
Nota de autor: Muchas gracias por haber leído la historia de Brianna, ahora empezaré con la de Ana en este libro. Más que nada para no hacerlos esperar otro largo mes.
Muchas gracias.
Si quieren hablarme, tengo mi facebook: Giss Dominguez escritora.
Después de unas horas fingiendo amor frente a su jefe y de un pico después de decir "acepto", la noche pasó sin ningún otro contratiempo. Se marcharon en un Ford descapotable de los años sesenta y finalmente llegaron a la casa de Lionel. Tan pronto como pisaron el suelo, él la observó con aburrimiento y se giró para irse a dormir. No le gustaba estar rodeado de personas, a menos que fueran bailarinas en poca ropa. -¡Oye! -protestó Alexa, pero él no se giró para seguir avanzando-. Se supone que estamos casados -murmuró temblorosa. Finalmente, él se detuvo y Alexa se acercó a pasos firmes, rodeándolo. Lionel bajó la vista para fijarla en ella. Le resultó... ¿Bonita? Supuso que ese era un adjetivo acorde a esa mujer, aunque le parecía insoportable y aquello restaba la belleza que poseía. -¿Qué? ¿Quieres acostarte conmigo? -preguntó él. Ella levantó una ceja para negar, pero ya era tarde. Lionel la tomó entre sus brazos y la recostó sobre la pared. Una mano detrás de su cintura bajó hasta sus glúteos y los apretó. Alexa rodó los ojos para darle un empujón. -Al cabo que ni quería... puedo cogerme mujeres de verdad -se burló, pero no esperó recibir un cachetazo de la dama. Alexa observó sorprendida la mejilla roja de su ahora esposo. Su piel se volvió más pálida de lo normal y retrocedió un paso, luego otro. Lionel se limpió un hilo de sangre que caía en la comisura de sus labios y la observó furioso. Era raro verlo así. Corrió a su lado y la tomó del cuello con brusquedad. Poco a poco, Alexa pudo sentir que el oxígeno no pasaba por su garganta y que estaba quedándose sin aire. -P-por favor... -suplicó, pero Lionel siguió presionando hasta que la soltó arrojándola al suelo. Se limpió el saco, como si ella lo hubiera ensuciado, y se dio la vuelta. Alexa, perpleja por haber sido estrangulada por su esposo, se levantó. -¡Soy tu esposa! ¡Te guste o no! -gritó a todo pulmón. Lionel se giró, buscó algo en su bolsillo y dijo: -Bien. Ten, son diez mil dólares. El próximo mes te daré más, ahora vete. No me interesa tenerte en esta casa. -Somos marido y mujer. Merezco y debo estar aquí -susurró con la voz quebrada y los ojos llenos de sufrimiento. Él le lanzó una sonrisa ladina mientras avanzaba, pero ella, a pesar de temblar por ese hombre, no se dejó intimidar. -Entonces... -comentó mientras bajaba el cierre de su pantalón, sacando su enorme miembro frente a ella-... mételo en tu boca... -canturreó divertido. Lionel se rió de la desgracia de aquella mujer. Y ella lo sabía.
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