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Kevin y Edward son mejores amigos desde la infancia, ambos con padres sumamente adinerados, son tan unidos pero diferentes, Kevin es un fiestero y mujeriego empedernido, mientras que Edward es un trabajador y amante del hogar. La madre de Kevin harta de la loca vida de su hijo, sin estabilidad y solo derrochando dinero le exige casarse, de no ser así, no verá ni un solo centavo de la herencia o de dinero de la familia. Kevin tendrá que liarsela al pedirle a su amigo que le ayude a conseguir a una chica que finja ser su esposa para así poder seguir gastando el dinero de su familia.
No me acordaba cuánto tiempo paso desde la última vez que quise algo en mi vida, pero no hablo de ese "querer" por malcriado, o capricho, hablo de querer en serio algo que sea para siempre. Mi nombre es Diego, tengo veintisiete años, soy un hombre que lo tiene todo, dinero, lujos, dueño de empresas en diferentes Países del mundo, todo gracias a la familia de mi padre que siempre fue visionaria. A mis quince años ya estaba aprendiendo a manejar mi primer auto de lujo, a mis dieciocho ya estaba invirtiendo en mi primer negocio propio y a los diecinueve ya tenía varias propiedades a mi nombre.
Fue fácil adaptarme a esta vida de lujos cuando mis padres me criaron así.
Sin embargo siempre tuve lo mejor de ambos. La manera visionaria de negocios, el ojo clínico para buenos contratos y grandes sumas de dinero a mi cuenta por parte de mi padre. No solo fue la excelente crianza de él y sus mejores consejos en cuanto a negocios, también fue enseñarme a ser un caballero, bien portado con las personas, atento con las mujeres; abrir puertas para que ellas pasen primero, ofrecer flores solo porque es un día hermoso, la violencia por supuesto no era parte de mi crianza.
Los valores de respeto, cariño y amabilidad, fueron por mi madre, a demás de ser autosuficiente en cualquier ámbito, desde laboral hasta en prepararme mis propios alimentos, no depender de una figura femenina para hacer mis cosas, como planchar, limpiar, cocinar... Fueron sus mejores consejos.
No es por presumir o alardear sobre mi mismo, no me considero del tipo perfecto, pero si tenía la vida que yo consideraba perfecta.
Estaba casado ya desde hace casi dos años con la mujer más maravillosa que he conocido.
Muy hermosa no solo física si no en su forma de ser conmigo.
Regina Méndez, toda una mujer elegante y llena de vida. Alta, cabello negro, ojos verdes que enamoran con tan solo una mirada. La conocí en un bar cuando me había terminado de abrir mi primer restaurante, estaba intentando hacer negocios nuevos a parte del negocio familiar que eran los centros comerciales y agencias de viajes.
Mi primer restaurante y decidí celebrarlo con mi grupo de socios.
En la pista de baile luego de unos cuantos tragos la observé tan sensual y atrevida bailando.
Se diferencia de la multitud con tanta facilidad que no pude resistirme en mirarla con tanto deseo.
Ella lo notó, por supuesto. Mis ojos tenían rato viendo su figura casi tallada por los dioses a parte de que tenía un movimiento de caderas como una profesional.
Luego de tener la suficiente valentía para hablarle terminamos la fiesta en mi antiguo departamento de soltero donde pasamos los mejores cuatro días. Se sintió mágico.
Intenté presentarsela a mis padres cuando un accidente de avión los aparto de mi. Fué una desgracia en mi vida donde ella nunca se aparto de mi. Estuvo conmigo en mis días más duros; mientras que el funeral parecia la tarea más difícil que he hecho en la vida ella estaba haciendome los días más tranquilos.
Quizá fue eso lo que me llevo a pedirle que se casara conmigo. Quería verla el resto de mis días junto a mi.
Ella por supuesto acepto, como si hubiese esperado toda su vida para casarse conmigo; nos casamos en Italia, pasamos nuestra luna de miel en Suiza, quise tratarla como todo lo que ella significaba para mí, quizá fue muy exagerado para el poco tiempo en el que nos conocemos, pero cuando sabes, lo sabes. El corazón siempre sabe lo que quiere.
Regina y yo nos mudamos a una hermosa casa en una bonita zona, lo tenemos todo... Sin embargo, no puedo evitar pensar que algo me falta.
Regina y Diego tenían a penas dos años de casados, lo cumplían justo está noche, David sale de su junta de negocios y decide llamar a su esposa para saber dónde está.
-amor, llame para recordarte que la reservación del restaurante es a las ocho de la noche, te dejé pago una sesión completa en el spa que más te gusta...
-ay mi amor, siempre sabes cómo tratarme-dice Regina despidiéndose de él.
Estaba por salir de la casa para ir al spa que su esposo recién le pago.
Regina es una mujer muy decidida en lo que quiere, siempre ha tenido la meta clara en su vida y a sido ser muy rica y tener tanto dinero en su cuenta para jamás preguntar el precio de algo.
Con Diego lo tenía todo, estaba esperando el regalo más grande y costoso o pequeño y carísimo de su parte; le encantaba comprarle cosas caras a Regina, sabía que a ella le gustaban esas cosas.
Se marcha al spa dónde termina de pasar un día súper relajante. Durante un masaje de espalda, recostada en una mesa especial para masajes, desnuda y cubierta solo con una pequeña toalla le hace una llamada a su mejor amiga Nicol.
-¿Qué crees que me dé esta vez?- pregunta muy feliz Regina.
-no lo sé, ¿Qué se le puede dar a una mujer que lo tiene todo como tú?
-no siento que lo tenga todo todavía... Me faltan muchas cosas más.
-¿Cómo qué?
-un auto deportivo
-ya tienes varios autos-dice con risas de burla.
-si pero quiero más. Mira te dejo porque mi masaje se está poniendo muy intenso. ¡Bye bye!-cuelga la llamada y comienza a notar que el masajista es un moreno muy provocativo, ella comienza a seducirlo retirando su toalla de la cintura y dejándola caer al suelo.
-¡Oops!-dice levantándose y besando al masajista, un moreno con músculos bien pronunciados y piel aceitosa brillante. Ambos destilan pasión hasta que se acaba el tiempo del masaje.
Al caer la noche Regina se coloca uno de sus finos vestidos con pedrería delicada, quería verse increíble para sus fotos de Instagram dónde obviamente siempre estaba reluciente y rodeada de cosas extravagantes.
Ya daban las ocho su esposo la esperaba en el restaurante un poco nervioso puesto a qué estaba por confesarle algo muy importante para él.
Regina al entrar al restaurante causa conmoción ante los demás invitados, su cuerpo y presencia eran llamativos.
Diego no era tan celoso con esas actitudes, no era culpa de su esposa ser tan atractiva a simple vista, él esta muy seguro de quién es su esposa y del amor que se tienen.
Se levanta de la mesa para saludarla con un beso.
-amor, te extrañe muchísimo estas horas.
-sabes que yo a ti.
-¿Qué tal te fué en el spa?-pregunta mientras le acomoda la silla para que se siente con más comodidad.
-oh bueno, la sesión de masajes estuvo muy intensa-dice dejando salir una sonrisa muy pícara.
-me encanta que estés relajada y tranquila- toma asiento del otro lado de la mesa, para quedar frente a Regina-, el motivo por el que quise traerte a este lujoso restaurante es porque quiero dar un paso grande como pareja...
Regina lo miró atentamente visualizando en su mente los lujosos yates, viajes a todo el continente, los incontables ceros que hay en su cuenta... Fantaseo por un segundo en todo el imperio que está bajo sus pies.
Diego le interrumpe la nube soñadora al decirle:
-Desde que te conocí supe que eres la mujer perfecta para mí, en todos los sentidos- sujeta las manos de ella, les da un pequeño beso y la mira fijamente a los ojos.
Regina lo miró atenta, ya lo tenía todo ¿Qué más faltaría por recibir de parte de Diego?
-ay amor... Sabes que yo quiero dar todos los pasos posibles contigo- dice ella risueña.
Diego sonrió y dijo de manera tajante.
-¡Quiero que tengamos un bebé!
Regina se ahogo con la copa de vino que estaba bebiendo, comenzó a toser de manera frenética, Diego la auxilio, dándole palmadas por la espalda, todos los comensales del lugar la vieron con cara de asombro y susto.
Un par de segundos luego ella preguntó nuevamente.
-¿Un qué, cielo?- mirándolo fijamente.
-Formar una familia... Tu y yo, darle todo a nuestro futuro pequeño.- sus ojos le brillaban al decirlo.
-jamás se me ocurrió que tú quisieras un... Un bebé- dice Regina secándose los labios y las manchas de vino en su ropa a causa del "ahogo".
-bueno, yo tampoco lo sabía, pero desperté un día y me dí cuenta de algo... Lo tengo todo, lo tenemos todo mejor dicho. Solo nos falta algo importante.
-¿Estás seguro de eso?- con disgusto.- aún nos faltan cosas por ver, conocer... Incluso hacer.
-lo sé, pero eso lo podemos hacer junto a nuestro bebé, podemos vivir esas cosas y más como familia...
-¿Entonces estás seguro?
Diego asentía emocionado.
-¿Tú estás de acuerdo conmigo?
Regina pensó por unos segundos, ella no quería pasar por todos los estragos que pasaba una mujer embarazada, el vientre inflado como una pelota, las estrías que salen después del embarazo, ni hablar de las náuseas; los mareos repentinos, el aumento de peso, las hormonas, no... Definitivamente no perdería la operación de aumento de senos que se hizo un par de meses después de conocer a Diego a costa de su dinero.
«mi cuerpo escultural, que me costó muchísima plata no lo va a arruinar un bebé» pensaba con mucha rabia, sin embargo tuvo que disimular cualquier disgusto ya que el hombre que le daba todo lo que ella quisiera estaba observando con mucha ilusión en espera de su respuesta.
-amor... Sabes que yo siempre estaré de acuerdo contigo.- dice dejando salir pequeñas sonrisas nerviosas.
Diego aplaudió con orgullo y se levanto rápidamente hasta llegar a Regina, se arrodilló ante ella y soltó:
- seremos una increíble familia, mi Regina.
Ella lo veía sonriendo, aunque por dentro está llorando.
La cena continuó de maravilla para Diego, hablando sin detenerse sobre las cosas que planeaban hacer cuando ella estuviera embarazada, Diego contaba todo eso con la ilusión más grande del mundo, la misma que a su vez no era lo mismo para Regina.
En el momento en que abrió la puerta del conductor y salió, supe que lo tenía. Lo que sentí fue ira. No podía llegar a él lo suficientemente rápido. Debes irte. Lo empujé hacia su auto, pero no escuchó ni una palabra de lo que dije. Estoy tratando de pedirte que seas mi novia. ¿Por qué eres tan perra? Suavicé mi mirada cuando sus palabras me golpearon. ¿Podemos hablar esta noche? vamos a cenar Sus ojos se nublaron, y en ese momento supe que las cosas no podían esperar. "Lo siento, Kieth". Sentí que estaba regañando a un niño por acercarse demasiado a mí. "Hace un minuto estabas enamorado de mí". "Eso fue antes de que me diera cuenta de la clase de persona que realmente soy". "Eres algo peor que eso". Sacudió la cabeza lentamente, tratando de mirarme, pero me mantuve firme hasta que se dio la vuelta y regresó a su auto. Un romance único entre dos personalidades diferentes, ¿podrá Julia y Kieth enamorarse?
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