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Estaban muy enamorados, pero un accidente automovilístico le quitó el afecto por ella. Sin poder controlar su odio, la encerró. Difícil renunciar a este amor, ella se sometió a su tortura. Sin embargo, cuando se aclaró todo el malentendido, no supo qué hacer para arreglar su corazón roto. ¿A dónde debería continuar su amor?
Dentro de la suite presidencial, ubicada en el piso treinta y tres de Spring Hotel en Lane City, fuertes gemidos flotaban por todo el lugar. Un hombre y una mujer estaban teniendo sexo apasionado y ardiente. Apenas importaba el calor del verano en ese ambiente tan romántico.
La voz de Janice se escuchaba sexy, lo suficientemente seductora como para atraer a cualquier hombre, pero a Malcolm le era indiferente. A sus ojos, ella era solo un juguete con el cual podía divertirse de vez en cuando. Independientemente de lo atractiva que ella pudiera llegar a ser, a él no le interesaba.
Malcolm no sentía nada por ella, por lo que le resultaba más fácil utilizarla como objeto de placer, sin necesidad de crear algún vínculo sentimental.
Después de dos horas, la diversión finalizó. Él se levantó de la cama y se alejó sin siquiera mirarla.
Janice esperaba que su encuentro hubiera despertado sentimientos en él, así que se puso de pie, todavía completamente desnuda, y caminó a su lado. Finalmente se acercó a él y le dijo:
"Malc... ¿Volverás a casa esta noche?". Dicho eso, miró el reloj, eran las ya las seis, estaba anocheciendo. Janice quería saber si volverían a casa juntos, pues tenía en mente prepararle una deliciosa comida al chico. De hecho, esperaba que él aceptara cenar con ella.
Sin embargo, su plan romántico se desvaneció al escuchar la voz fría de Malcolm decir:
"Solo te utilizo para satisfacer mis deseos, Janice. No seas ridícula". Su voz era la misma de siempre, fría como el hielo.
La mujer se sorprendió al escuchar eso, pero tenía demasiado miedo como para discutir sobre el asunto.
"Sí, lo sé", se limitó a responder en voz baja.
Desde el día en que se habían casado, él le había dejado muy claro que su relación se basaba en sexo, nada más. Sin ningún vínculo emocional entre ellos. No importaba lo mucho que tratara de ocultar la verdad de su matrimonio, le era imposible lograrlo.
Mientras más pensaba en eso, más ganas de llorar tenía. Sin embargo, se dijo a sí misma que no iba a hacerlo frente a él.
Malcolm vio la expresión triste en el rostro de la mujer, y su corazón se estremeció de dolor, como si lo hubiera atravesado cien agujas. Sin embargo, se desvaneció sin dejar rastro, tan rápido como apareció.
"Bien". Después de decir eso, Malcolm comenzó a vestirse.
Cuando la chica finalmente levantó la cabeza y lo miró, él ya estaba completamente vestido.
El chico era un hombre muy apuesto, tenía rasgos afilados, cejas espesas, nariz puntiaguda y ojos profundos como el fondo de un océano. Su mirada era penetrante, lo que lo hacía parecer cauteloso y feroz. Además, tenía un cuerpo llamativo y musculoso que lo hacía ver aún más encantador.
Janice había estado enamorada de Malcolm desde hace casi ocho años, incluso se había casado con él.
"¡Janice!". La gélida voz de Malcolm hizo que ella volviera a la realidad, dejando sus pensamientos a un lado.
Su expresión inmediatamente se iluminó de alegría al ver al hombre. "¿Vendrás a casa a cenar, Malc?", preguntó ella una vez más, dejando expuesto el deseo que tenía de que Malcolm la acompañara. Ni siquiera tuvo tiempo de pensar lo que había dicho, ya que Malcolm respondió de inmediato:
"Han pasado dos años desde que nos casamos, Janice. ¿Por qué sigues soñando con cosas que nunca sucederán?".
Un escalofrío recorrió la espalda de la chica y ésta comenzó a temblar.
Él tenía razón, ¿cómo podía tan siquiera atreverse a soñar con tales cosas? Era una ilusa. No debió haber dicho eso.
Ella respiró hondo, se puso de pie y miró a Malcolm con expresión tranquila.
"Lo siento, parece que algo anda mal en mi cabeza. Fue una estupidez de mi parte preguntar algo así y espero que me perdones por lo que dije". expresó ella en voz baja, luego recogió su ropa del suelo y se vistió.
Debido a su particular acuerdo, Malcolm siempre le pedía que se quitara la ropa antes de tener relaciones sexuales, ya que no quería dañar las prendas en el proceso, por lo que la ropa de Janice estaba limpia y ordenada, tal como lo estaba cuando se la había puesto en la mañana.
Una vez terminó de vestirse, la mujer se acercó al espejo y se puso lápiz labial. En tan solo unos minutos estuvo elegante e impecable.
Janice se dio la vuelta y le dedicó a Malcolm una sonrisa. "Me voy a casa, Malc".
Sus labios teñidos de rojo estaban ligeramente entreabiertos y sus hermosos ojos grises se entrecerraron, haciéndola ver increíblemente hermosa.
Sin embargo, él ni siquiera se molestó en mirarla.
Pero en lugar de enojarse con él, Janice dijo con una sonrisa: "No trabajes demasiado y vuelve pronto a casa, ¿de acuerdo? Dejaré las luces del porche encendidas".
Todas las noches, antes de irse a la cama, Janice dejaba encendidas las cálidas luces del porche para que Malcolm no se sintiera solo al regresar a casa tan tarde en la noche. Desafortunadamente, ni siquiera su amabilidad servía para enamorarlo.
"Dormiré en la oficina esta noche", rechazó él rotundamente. Ella apretó los puños al escuchar su respuesta.
"Esta bien. Aun así dejaré las luces encendidas por si acaso, ¿de acuerdo?". Ella tomó su bolso y salió de la habitación.
Malcolm seguía sin prestarle atención, pues estaba mirando el paisaje por las ventanas, perdido en sus pensamientos.
Después de asegurarse de que Malcolm no venía detrás de ella, corrió hacia el ascensor, subió y se agachó en el suelo. Las lágrimas que no había derramado en la habitación comenzaron a brotar de sus ojos.
Se cubrió la cara en un intento por detener las lágrimas, pero fue en vano.
'Nosotros... Nuestra relación no debería ser así, Malc. ¡Es evidente que todavía me amas!', susurró ella.
A excepción de Malcolm, nadie más en el mundo podía hacer que Janice se sintiera tan débil y vulnerable.
Sin embargo, justo en el momento en que salió del ascensor, volvió a convertirse en la mujer fuerte y valiente que era.
Miró su reloj y vio la hora, Eran las seis y diez. A esa hora, Alivia debía haber terminado su jornada laboral, así que decidió llamarla.
Después de algunos tonos, Alivia tomó su teléfono y contestó la llamada.
"¡Oye, Jannie! ¿Quedamos?". La alegre voz de Alivia en el teléfono hizo que Janice dejara a un lado la tristeza que había en su corazón. Una sonrisa brillante apareció en su rostro y rápidamente respondió:
"Sí, nos vemos en el Night Bar a las siete". Y antes de que Alivia pudiera siquiera decir algo, agregó: "¡No olvides traer dinero en efectivo!".
Al escuchar eso, Alivia se sorprendió. "Eres Janice Jian. ¿Cómo es que no tienes dinero?".
Janice ignoró su burla, le mandó un beso y colgó. Luego se volvió para darle un último vistazo al Spring Hotel con una pizca de dolor en los ojos. Sin embargo, solo un segundo después, aquel dolor desapareció.
'No te dejaré, Malc. Te amaré siempre', murmuró en voz baja mientras llamaba a un taxi para ir al Night Bar.
Justo a un minuto de las siete, Janice se bajó del taxi. Mientras caminaba hacia el bar, vio a una mujer riendo y coqueteando con un hombre.
La mujer llevaba una chaqueta de cuero y pantalones cortos, lo que dejaba sus largas y delgadas piernas expuestas. Ante ello, cualquier hombre la desearía.
Janice se rió entre dientes mientras se acercaba a la mujer y le ponía una mano en el hombro. Alivia se dio la vuelta para mirar a Janice mientras que ésta miraba al hombre.
"¿Qué edad tienes, niño? ¿Por qué intentas ligar con alguien que podría ser tu hermana mayor? ¿Ya llegaste a la pubertad?", preguntó ella descaradamente. Al escuchar sus preguntas despectivas, el hombre la miró con frialdad. Levantó el puño para golpearla, pero Alivia detuvo su mano justo a tiempo.
"Ella solo está bromeando. Además, ¿realmente estás tan avergonzado de ti mismo?". Al decir eso, Alivia lo tomó de la muñeca y giró el brazo del hombre, produciendo el sonido de un hueso al romperse.
Janice y Alivia se miraron a los ojos antes de entrar en el bar. El hombre se apoyó contra la pared y gimió de dolor mientras sostenía su brazo roto.
El Night Bar era muy popular en Lane City. No solo porque era propiedad de la familia Jiang, sino también por la sensación de extrema libertad que la gente sentía dentro del lugar. Todo estaba permitido en el bar, no había reglas ni límites.
A las mujeres les encantaba el ambiente del bar, así como el cóctel especial que solo se servía allí.
El nombre de la bebida era "Bloody Dawn", el cual se podía traducir como "Amanecer sangriento".
Era una mezcla de licores con tequila y tenía un profundo color escarlata. La bebida se servía en un vaso alto con hielo picado, lo que daba un aura misterioso y elegante. Siempre que Janice o Alivia tenían un mal día, iban al Night Bar a beber aquel famoso Bloody Dawn. Además, les gustaba beber sin parar hasta perder el conocimiento y no se despertaban hasta la mañana siguiente.
De esa manera, pasaban la noche sin tener que pensar en momentos dolorosos.
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