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Nora, una recluida social en la totalidad de la palabra, siempre ha sido así desde que tiene memoria, pese que por mas que tratara de encajar simplemente no lo hacia, pero antes al menos tenia tenia un padre y una madre quienes la amaban con todo su ser, al fin y al cabo tenia un refugio en cual estar. Ahora tan solo tiene miradas de desprecio y repugnancia donde quiera que vadya o este,a cada vez intensificándose mas y mas, desde sus compañeros de instituto hasta su propia familia adoptiva, se sentía fuera de lugar en todo momento, finalmente después de 6 años de esa vida llena de desesperanza y aislamiento la han llevado a un puente tan grande como remoto, ella estaba ahí en el medio de todo eso, a un paso de ponerle fin a todo, pero viéndose interrumpida por un chico de dudosas intenciones, y mal carácter se da cuenta de que su vida esta mas allá de sus ojos.
Mis dientes chocan entre si castañeando continuamente, mi cuerpo tiembla y trato de tensarlo lo mas que pueda para que el frío no traspase mas allá de mi piel pero sin éxito tan solo me contraigo mas, sintiendo el agua helada y la humillación recorriendo por completo mi ser, no es la primera vez que me sucede esto, con certeza se que tampoco sera la ultima, pero últimamente ya ha ido mas allá de los limites.
Me encuentro en posición fetal recostada a la puerta del inodoro, mi cabeza enterrada entre mis brazos y rodillas, siento como mis ojos que ardían por impotencia ahora tan solo se rinden con totalidad ante la situación, dejando salir lo que tanto me ha costado mantener encerrado, una vez que doy lugar a una le siguen miles mas, mi mente arde y de pensar que tengo que salir de aquí empapada, para tan solo ser más blancos de diferentes personas me hace frotar la cabeza entre las palmas de mis manos, con una brusquedad increíble como si las estuviera culpando de algo, cuando en realidad aquí no hay ningún culpable tan solo situaciones.
Ya hace unos 10 minutos que las chicas que se encargaron de tirar agua sobre mi en el otro cubículo se fueron, o al menos eso supongo ya que no escucho ruido en lo absoluto, el timbre suena tan escandaloso como puede sonar el choque entre metales dando a entender que la hora de almuerzo a terminado y que ya es hora de continuar las clases, con pesadez y lentitud me levanto del piso, estando de pie visualizo una gran cantidad de agua sobre todo el cubículo, un charco enorme que no acaba ahí, si no que con lentitud se dirige fuera del inodoro hacia los lavabos, no solo eso el inodoro esta totalmente empapado y con ello mi almuerzo el cual tan solo empezaba también, la taza estaba toda llena de comida junto al agua que cayo reciente, mi bolso el cual esta en una esquina se llevo la mejor parte que tiene unas cuantas salpicaduras pero en su totalidad esta seco, tomo la tapa de mi taza para ponerlas juntas, luego agarro mi bolso en mi mano, abro la puerta y al hacerlo siento como una brisa anormal mente fría me roza directo en el rostro y parte del cuerpo.
Mis cosas están sobre el lavabo y la imagen que tengo a mi frente en el espejo es demasiado penosa que tan solo me dan ganas de llorar, la bufanda que esta sobre mi cuello abrigándolo ahora esta tan húmeda y pesada haciendo que sienta la ausencia de calor, a su vez le sigue mi cabello el cual se llevo una gran parte al igual que mi rostro, al retirar mi bufanda la dejo sobre el lavabo y tomo el cabello entre mis manos para poder exprimirlo, al hacer eso gotea una cantidad considerable, mi uniforme esta húmedo así que tan solo tomo el suéter que tengo en el bolso, para poder salir de aquí exprimo la bufanda.
Estoy pensando seriamente sobre irme, tan solo falta una clase pero no me siento con el valor suficiente como para seguir aquí, el clima esta bastante frío mi situación no ayuda y los calefactores del instituto no funcionan desde hace dos meses, todo se siente mas deprimente a medida que pasan los días, cada vez que paso por los pasillos de este lugar, tan solo recibo miradas de repugnancia tengo mas de dos años sin saber que es hablar con alguien, y la ultima vez que lo hice fue por que alguien me pidió una dirección, fuera de eso no he tenia una conversación real en años. Por mas que tratase nunca logre encajar con nadie ni nada, tan solo respiraba porque sinceramente ya me sentía muerta por dentro, si tan solo hubiese muerto junto a ellos nada de esto estaría pasando.
Ya con el suéter puesto finalmente mi cuerpo empezaba a regular poco a poco la temperatura, frote mis manos sobre la suave tela del mismo para llevarlas cerca de mis labios y exhalar un poco de aire medianamente caliente repetí lo mismo varias veces, gracias a eso mis manos ya no están tan heladas como antes pero aun así sigo manteniendo un frío bastante desagradable para este clima lluvioso.
Mi cabello lo tomo entre una coleta baja para que no me humedezca el suéter aun mas de lo que lo hace mi uniforme, me acerco hasta la puerta del cuarto de baño para poder girar la manilla del mismo. Ruego con fuerzas que del otro lado no haya nadie ni nada que pueda impedir mi salida, y así es al girar la manilla no hay nadie, ni si quiera conserjes haciendo limpieza o algún chico rezagado que no haya deseado entrar a clases. Camino rápidamente en dirección a la cancha de deporte la que pese a ser techada tiene un muro que la rodea y no es muy alto, al principio de mi llegada aquí no me escapaba, pensaba que podía afrontar todo esto yo sola e incluso cambiarlo poco a poco para mejor pero no pude todo va de mal en peor, estoy cansada de todo esto. Mi cuerpo y mi mente también se agotan siento que ya en estos precisos momentos no dan para mas, pero aun así mi cuerpo da pequeños y torpes pasos.
William no sabía nada de lo que sucedía a su alrededor ni mucho menos lo que pasaba consigo mismo, pero aquella pelirroja lo cautivaba de manera increíble, tanto como para recorrer todo ese mundo desconocido a su lado, sin conocer lo que va desenterrar detrás de esos labios y hermosas esmeraldas
Janice, la heredera legítima olvidada hace tiempo, se abrió camino de vuelta a su familia, volcándose en ganarse sus corazones. Sin embargo, tuvo que renunciar a su propia identidad, sus credenciales académicas y sus obras creativas en favor de su hermana adoptiva. A cambio de sus sacrificios, no encontró calor, sino un mayor abandono. Decidida, Janice juró cortar todo vínculo emocional con ellos. Tras quitarse la máscara, ahora era conocida como maestra en artes marciales, experta médica y célebre diseñadora que sabe ocho idiomas. Con una nueva determinación, declaró: "A partir de hoy, nadie de esta familia se cruzará conmigo".
Rena se acostó con Waylen una noche cuando estaba borracha. Y como ella necesitaba su ayuda mientras él se sentía atraído por su belleza juvenil, lo que se suponía que sería una aventura de una noche se convirtió en algo más. Todo iba bien hasta que Rena descubrió que el corazón de Waylen pertenecía a otra mujer. Cuando esa mujer regresó, dejó de volver a casa, dejándola sola por muchas noches. Finalmente, un día, la pobre chica recibió un cheque y unas palabras de despedida. Para sorpresa de Waylen, Rena solo sonrió y dijo: "Fue divertido mientras estuvimos juntos, Waylen. Pero espero que no nos volvamos a ver nunca más. Que tengas una buena vida". Sin embargo, por voluntad del destino, los dos se volvieron a encontrar. Al ver que Rena tenía a otro hombre a su lado, los ojos de Waylen ardieron de celos y gritó: "¿Cómo diablos lograste seguir adelante? ¡Pensé que solo me amabas a mí!". "¡Es pasado!", Rena se burló, "hay demasiados hombres en este mundo, Waylen. Además, tú fuiste quien pidió la ruptura. Ahora, si quieres salir conmigo, tendrás que hacer cola". Al día siguiente, Rena recibió un anillo de diamantes y un mensaje del banco de que alguien había transferido miles de millones a su cuenta. Waylen apareció, se arrodilló frente a ella y dijo: "¿Puedo saltarme la fila, Rena? Todavía te quiero".
Sólo había un hombre en el corazón de Raegan: Mitchel. Tras dos años de matrimonio quedó embarazada. Raegan se sintió muy feliz. Pero antes de que ella pudiera darle la noticia, él solicitó el divorcio porque quería casarse con su primer amor. Más tarde, Raegan tuvo un accidente y, tumbada en un charco de su propia sangre, le pidió ayuda a Mitchel. Sin embargo, se fue con su primer amor en brazos. Afortunadamente, Raegan escapó por poco de la muerte y decidió retomar su vida. Años después, se hizo famosa en casi todo el mundo. Después del divorcio, Mitchel se sintió muy incómodo. Por alguna razón, empezó a extrañarla. Le dolió el corazón cuando la vio sonreírle a otro hombre. En la ceremonia de su boda, él irrumpió y se arrodilló. Con los ojos rojos, preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Por qué te casas con otro hombre? ¡Vuelve a mí!".
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Durante diez años, Daniela colmó a su exesposo de un amor inquebrantable, solo para descubrir que no era más que un chiste para él. Humillada, pero decidida, se divorció de él. Tres meses después, Daniela regresó a lo grande. Ahora era la CEO oculta de una marca líder, una diseñadora codiciada y una rica magnate de la minería, y su éxito se reveló en su triunfal regreso. Toda la familia de su exesposo se abalanzó sobre ella, desesperada por implorar su perdón y suplicar otra oportunidad. Sin embargo, Daniela, ahora querida por el famoso Sr. Phillips, los miraba con gélido desdén y dijo: "Estoy fuera de su alcance".
Kimberly Holden volvió a su vida anterior. Antes, ella fue defraudada por su esposo infiel, acusada falsamente por una mujer vil y acosada por su familia política, ¡lo que llevó a su familia a la bancarrota y ella misma se volvió loca! Al final, embarazada de nueve meses, murió en un accidente de auto, mientras que los culpables se hicieron ricos y llevaban una vida feliz. Ante la segunda oportunidad que le regaló el destino, Kimberly estaba decidida a vengarse. ¡Que todos sus enemigos se vayan al infierno! Ella se deshizo del hombre infiel y su amante, reconstruyó la gloria de su propia familia sin ayuda de nadie, llevando a la familia Holden a la cima del mundo de negocios. Sin embargo, no esperaba que el hombre frío e inalcanzable de su vida anterior tomó la iniciativa para cortejarla: "Kimberly , no tuve la oportunidad en tu primer matrimonio, el segundo siempre será mi turno, ¿verdad?".