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¿Se puede seguir siendo amiga de alguien a quien amas en secreto? Avy Wong enfrenta este dilema mientras observa cómo su amor, Marcus Santiz, se casa con otra mujer. Desde pequeña, su corazón ha pertenecido a él, pero el destino parece tener otros planes. Marcus, un hombre de carácter fuerte y atractivo, ha tomado una decisión que destroza a Avy: se casa con la madre de su hijo, a quien no ama. A pesar de sus sentimientos, Avy se ve obligada a aceptar su realidad. En una noche oscura y llena de dolor, Avy se encuentra en el bar El Paraíso, donde la tristeza se mezcla con el alcohol. Llora con su amiga, quien intenta consolarla, pero la rabia y el desamor la consumen. La lucha interna entre el deseo de olvidarlo y la necesidad de seguir siendo su amiga la atormenta. Cuando su hermano llega para ayudarla, Avy se siente perdida entre la tristeza y la esperanza. Él la levanta, pero no sabe que detrás de su desconsuelo se esconde un amor profundo y no correspondido. La lucha por el amor verdadero parece un camino difícil, pero Avy sabe que, a pesar del dolor, su corazón sigue perteneciendo a Marcus. ¿Podrá el amor superar las barreras del destino? La historia de Avy y Marcus está lejos de concluir. La amistad, los celos y el deseo se entrelazan en un relato donde la verdadera felicidad está aún por descubrirse.
La noche más larga de Avy
Avy Wong observaba su reflejo en el espejo del baño del bar El Paraíso. Sus ojos hinchados y enrojecidos por el llanto contrastaban con el maquillaje que había intentado aplicar unas horas antes. Su cabello negro, siempre perfectamente peinado, ahora caía en mechones desordenados alrededor de su rostro. Las lágrimas seguían surcando sus mejillas, y con cada una sentía cómo su corazón se desgarraba un poco más.
-Mañana se casa y no es conmigo -dijo en un susurro apenas audible.
Aferrada al lavabo, luchaba por controlar los temblores en sus manos. Su mente era un torbellino de recuerdos: la amistad era un obstáculo. Las risas compartidas con Marcus, las tardes bajo el sol de verano, las noches en las que soñó con un futuro juntos. Todo eso parecía tan insignificante ahora.
Cuando regresó tambaleándose a la mesa donde la esperaba Kelly, su amiga levantó la vista y la recibió con una mezcla de preocupación y ternura.
-Avy, ya basta -dijo Kelly mientras apartaba la botella que su amiga había estado bebiendo-. No puedes seguir así.
-¿Y qué esperas que haga, Kelly? ¿Qué me levanta y aplauda en su boda? ¿Qué sonría mientras le dice "sí, acepto" a otra mujer? -soltó Avy con la voz quebrada, dejando caer su peso sobre la silla-. Duele... Duele más de lo que puedo soportar.
Kelly tomó las manos de su amiga entre las suyas.
-Lo sé, Avy, pero Marcus tomó su decisión. No puedes seguir cargando con este amor que te está destrozando.
Avy soltó una amarga carcajada.
-¿Crees que no lo sé? ¡Claro que lo sé! Pero mi corazón no entiende razones, Kelly. Él siempre ha sido mi mundo, incluso cuando yo no era el suyo.
El ambiente del bar, lleno de risas y música, parecía burlarse de su sufrimiento. Avy tomó un sorbo de agua, intentando calmar la opresión en su pecho, pero los recuerdos seguían regresando.
-Recuerdo cuando éramos niños -dijo con la mirada perdida-. Marcus me prometió que siempre estaría conmigo. Yo pensé que esa promesa significaba algo...
Kelly suspiró, resignada.
-A veces, las promesas de la infancia no sobreviven a la realidad, Avy. Y tú mereces algo más que palabras vacías.
En ese momento, Eliezer, el hermano mayor de Avy, apareció en el bar. Había llegado corriendo tras la llamada de Kelly. Al verla en ese estado, su ceño se frunció.
-Avy, ¿qué estás haciendo aquí? -preguntó con tono severo mientras la ayudaba a levantarse.
-¿Qué parece que hago? -replicó ella con voz arrastrada-. Estoy intentando olvidar... aunque sea por unas horas.
-Vas a terminar destruyéndote si sigues así -dijo Eliezer mientras la cargaba en brazos.
Avy no se resistió, simplemente apoyó la cabeza en el hombro de su hermano y comenzó a llorar.
-Él no me ama, Eli... Nunca me amó -susurró antes de quedarse dormida.
Horas después, mientras Avy dormía en el departamento de Eliezer, este decidió llamar a Marcus. Habían sido amigos toda la vida, pero esa noche, Eliezer sentía que necesitaba respuestas.
-¿Qué pasa, Eli? -preguntó Marcus al otro lado de la línea.
-Te llamo porque estoy preocupado por mi hermana -dijo Eliezer directamente-. Kelly me llamó para decirme que Avy estaba mal, y cuando fui por ella, estaba destrozada.
Hubo un silencio al otro lado de la línea.
-¿Está bien? -preguntó Marcus finalmente, con un tono que intentaba sonar despreocupado, pero no lo lograba del todo.
-Está dormida ahora, pero claramente algo la está afectando. Kelly dice que necesita olvidar y sanar, y yo creo que está enamorada de alguien que no le corresponde.
Marcus sintió un nudo en el estómago. La idea de que Avy estuviera sufriendo por otro hombre lo enfurecía de una manera que no entendía.
-¿Enamorada? No digas tonterías, Eli. Avy no tiene novio.
-Eso no significa que no pueda estar enamorada. ¿Acaso no la conoces? Mi hermana es capaz de guardar secretos más grandes de lo que imaginas.
Marcus no respondió de inmediato. Su mente regresó a todas esas veces en las que Avy lo miraba de una manera que él no podía interpretar. ¿Era posible que...? No, era una locura.
-Mañana es tu boda, amigo. ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres? -preguntó Eliezer de repente, cambiando de tema.
Marcus suspiró profundamente.
-Sabes que no lo es. No amo a Claribel, pero no puedo dejar que mi hijo crezca sin una familia estable.
-Una familia estable no significa que tengas que casarte con alguien a quien no amas. Marcus, estás cometiendo un error.
Marcus se pasó una mano por el cabello, sintiendo el peso de la decisión que había tomado.
-No tengo opción, Eli. Mis padres no me lo perdonarían, y Claribel tampoco.
Cuando el sol comenzó a salir, Avy despertó con un dolor de cabeza que parecía reflejar el caos en su corazón. Kelly estaba sentada a su lado, con una taza de café en las manos.
-Buenos días, dormilona -dijo Kelly con una sonrisa forzada.
-Buenos días, amiga -respondió Avy mientras se sentaba en la cama-. ¿Qué hora es?
-Casi las diez. Marcus se casa en unas horas.
El solo mencionar su nombre hizo que Avy sintiera una punzada en el pecho.
-No sé si puedo hacer esto, Kelly. No sé si puedo estar allí, viéndolo prometerse a otra persona.
Kelly se acercó y tomó las manos de su amiga.
-Avy, eres más fuerte de lo que crees. Puedes enfrentarlo. Y si necesitas llorar después, aquí estaré para ti.
Más tarde, ya vestida y lista, Avy se miró al espejo una vez más. Llevaba un vestido azul cielo que acentuaba su figura, y su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros. A simple vista, parecía una mujer segura de sí misma, pero por dentro estaba rota.
Cuando llegó al lugar de la boda, el corazón de Avy se detuvo al ver a Marcus de pie junto al altar. Vestía un elegante traje negro, y aunque su rostro mostraba determinación, sus ojos estaban llenos de tristeza.
Mientras Avy tomaba asiento junto a su familia, Marcus levantó la vista y sus miradas se cruzaron. En ese momento, el tiempo pareció detenerse. Ninguno de los dos dijo nada, pero ambos sabían que estaban pensando lo mismo: ¿qué habría pasado si las cosas hubieran sido diferentes?
El sonido de la música interrumpió el momento, y todos se pusieron de pie para recibir a la novia. Claribel entró con paso seguro, luciendo radiante en su vestido blanco.
Avy sintió cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, pero se obligó a mantener la compostura.
-Eres fuerte, Avy. Eres fuerte -se repitió a sí misma mientras la ceremonia comenzaba.
Sin embargo, mientras el sacerdote hablaba, Marcus apenas podía concentrarse. Sus pensamientos estaban con la mujer que lo observaba desde la multitud, aquella a la que no podía sacar de su mente.
Cuando llegó el momento de decir "sí, acepto", Marcus hizo una pausa. El silencio se hizo palpable, y todos los presentes lo miraron con expectación.
-Marcus... -susurró Claribel, confundida por su vacilación.
En ese instante, Marcus alzó la vista hacia Avy una vez más. Su corazón sabía la verdad, pero también sabía que era demasiado tarde para cambiar el destino.
-Sí, acepto -dijo finalmente, sellando el futuro que había elegido, aunque no fuera el que deseaba.
Para Avy, esas palabras fueron como un cuchillo que la atravesaba. Pero mientras se levantaba para aplaudir junto con los demás, una resolución comenzó a formarse en su corazón: era hora de dejar ir a Marcus y comenzar a sanar.
El verdadero desafío apenas comenzaba, pero Avy sabía que, pase lo que pase, su historia aún no había terminado.
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