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Alessandro salió de su finca acompañado de sus hijos, la mayor y el menor entraron en aquel convento uno a cada lado de su padre, como si fuera una versión apocalíptica de la biblia, uno a su derecha y el otro a su izquierda, estaban sedientos de sangre, de venganza. - Alto. - la voz de su madre los detuvo, sus pasos eran inconfundibles para ella, frente a los Santoro estaban los tres encargados del convento, un cura y dos monjas, rezando en silencio. - ¿Quién fue? - se limitó a preguntar Alessandro. - Ninguno, ella aun es virgen. - dijo Victoria respirando pesadamente. - NO me jodas madre. - Giovanni no era el único aséptico que allí se encontraba. - Lo acaba de confirmar el médico. - se limitó a responder Victoria mientras el doctor de confianza de la familia asentía con la cabeza, jamás les mentiría, ni por Dios lo haría. - ¿Entonces? - Estefanía temblaba al lado de su padre, la mayor siempre cuido de sus hermanos, los amaba. - No sabemos que paso, pero por lo que pude averiguar de las personas RESPONSABLES de cuidar a mi hija. - comenzó a decir la matriarca, dejando en claro a quienes hacia responsables. - Hace dos meses alguien irrumpió en el convento, encontraron desmayadas a varias novicias, entre ellas Alejandra, las reviso un médico y no encontró nada fuera de lo normal, al llegar la policía solo constataron que faltaba un poco de dinero, por lo que asumieron que fue un simple robó y que habían drogado a las jóvenes con una bomba de humo que encontraron en el lugar. - Eso no explica una mierda. - dijo Alessandro mientras pensaba a cuál de los tres torturaría primero. - Señor Santoro, creo que a la señorita Alejandra le realizaron una inseminación intrauterina, ya que de todas fue la única que dijo tener un dolor abdominal al despertar y luego pequeños cólicos. - ¿Qué mierda quiere decir eso? - pregunto el patriarca. - Que, a nuestra hija, alguien la está usando como incubadora, carga un bebé que no es suyo. Las lágrimas de Santoro comenzaron a caer al momento que vio el rostro de su santa hija aparecer, aquella que por 4 años no había visto por ser cautiva por voluntad propia, su rostro que siempre brillo estaba cubierto de dolor y tristeza, mientras la furia crecía en los corazones de sus hermanos. Eran las 16 horas en Sicilia Italia, el sol brillaba en lo alto del cielo, cuando todo quedo cubierto por las sombras, y los Santoro juraron que nadie volvería a ver la luz hasta que la SANTA HIJA DE LA SOMBRA, volviera a sonreír.
20 años habían pasado del día que Victoria Zabet había contraído matrimonio con Alessandro Santoro mejor conocido como LA SOMBRA ITALIANA, convirtiéndose así en la señora Santoro, una mujer de conducta intachable, alguien que todo el mundo respetaba al igual que su esposo, atrás habían quedado los chismes, comentarios o rumores de que aquella mujer era la Reina de la sombras o que manejaba la mafia Siciliana, para todo el mundo esta pareja no tenía punto de comparación con el resto de la familia Zabet, con el Clan Neizan o los tíos de la mujer que eran conocidos asesinos, sin embargo nada habí
a cambiado, Alessandro Santoro jamás había dejado de ser LA SOMBRA ITALIANA y a su lado su esposa era quien Reinaba, ahora todo aquello recaería en la mayor de sus hijas Estefanía, que con 27 años se preparaba día a día para tomar el lugar de su padre, manejaría la mafia al igual que su progenitor, desde las sombras, nadie debía conocer quién era en realidad y hasta la fecha lo habían conseguido.
Para todos Estefanía Santoro era una mujer culta, servicial, honrada, igual que su hermano menor Giovanni de 18 años, el cual acababa de terminar sus estudios y ahora se tomaría uno o dos años para estar seguro de que era lo que quería estudiar, no debían preocuparse por ellos, a decir verdad, nadie se preocupaba o acosaban, eran "normales". La única de la familia que causaba preocupación en su familia y era el foco de todo reportero era Alejandra Santoro, la mujer de 20 años poseía una belleza única, pero no era eso lo que llamaba la atención, lo que nadie entendía y que en su familia causaba discusiones era su vocación.
Alejandra Santoro tenía solo 6 años cuando dijo que quería servir a Dios, nadie le tomo peso a sus palabras, aun así, su madre la llevo cada domingo a misa. Con 12 años dijo que ella jamás se casaría, solo le serviría a Dios y Santoro comenzó a preocuparse, no tenía nada en contra de la religión en sí, pero no estaba dispuesto a aceptar que su hija llevara una vida privada de lujos y comodidades, por un absurdo, como él lo llamaba, pero si la joven tenía algo en claro era lo que deseaba, en la mente de la joven Alejandra Dios era todo poderoso, él era el creador del mundo, el universo, todo era posible mediante él y ella solo le pedía una cosa, Alejandra haría todo con tal de que Dios le cumpliera lo que pedía, lo único que siempre deseo fue que su madre pudiera ver, quería que disfrutara de los colores vivos del viñedo, que viera el rostro de cada uno de sus hijos y que dejara de imaginar cómo serían las cosas, si Dios le cumplía eso, ella gustosa entregaría su vida entera a servirle, pero había un problema, la vida y lo que sus padres hacían, para Alejandra la ceguera de su madre tenía un motivo, castigo.
- Por favor padre todo poderoso, perdona sus ofensas, déjame guiarlos.
Horas y horas Alessandro la veía rezar, de rodillas y sin decir queja alguna, culpándolo a él o a la familia de su madre por su ceguera, cientos de horas donde su madre le explicaba que ella jamás podría ver con sus ojos, pero que aun así no los necesitaba, la joven no creía que Vicky era feliz y que ella si los veía, mejor que nadie, no necesitaba sus ojos. Pero Alejandra siguió con su vocación, ingresando a un convento a los 16 años, no solo los periodistas enloquecieron con aquello, Alessandro también, fue tanto el enojo que sintió que dejo de hablar con Alejandra, no soportaba la idea de que a partir de ese momento dependiera de Madres superioras y curas si él podía o no, ver a su hija, no podía creer que su hija estuviera limpiando pisos, ventanas y recibiendo ordenes de personas que para Santoro no eran nada, ya que Dios no está en un templo o iglesia, pero no importo nada de lo que hiciera, su hija no cambio de opinión y él dejo de verla o así sea hablarle, así pasaron los años, hasta que la joven cumplió 20 años, estaba a punto de dejar de ser novicia y tomar sus votos perpetuos mientras Alessandro estaba rayando la locura.
- ¿No iras al convento? - pregunto Fabrizzio ingresando en el despacho del mafioso.
- Jamás me verán derrotado, ni siquiera Dios. - dijo de forma fría el italiano.
- Alessandro ¿acaso no le temes ni a Dios?
- ¿Cómo no temerle? Si gracias a él he perdido a la niña de mis ojos, amo a mis hijos y eso hasta Dios lo sabe, pero ¿Por qué tenía que arrebatarme precisamente a mi niña? ¿No le basto conque tuviera un alma tan limpia que incluso yo ordene que jamás se involucrara en nada de toda esta mierda? ¿Por qué también la aparto de mi lado?
Importancia, era lo que este hombre sentía, no ver con la libertad que él quisiera a su hija, era como si estuviera detenida en alguna prisión, era una cautiva por voluntad.
- ¡Quiero a todos los hombres en ese puto convento, ahora! - los gritos furiosos de Estefanía se oyeron por toda la finca.
- Hija ¿qué sucede? - pregunto preocupado Santoro, saliendo de la oficina seguido por Fabrizzio, Estefanía no perdía el control de esa forma.
- ¡Matare a todos yo mismo, y nadie me detendrá! - nadie había visto tan enojado a Giovanni como lo estaba en ese momento, sus ojos cafés con motas verdes brillaban clamando la muerte de alguien.
- ¡¿Qué mierda susede?! - a Alessandro la paciencia se le había terminado.
- Puedes estar feliz padre, Alejandra no tomara sus votos. - dijo Estefanía mientras cargaba su arma.
- ¿Por qué? - respondió sorprendido y cayendo en cuenta que sus hijos debían estar acompañando a Victoria y Alejandra en aquel lugar, donde ahora se dirigían con todos los hombres de la organización y por supuesto todos armados.
- Porque Alejandra está embarazada y yo no creo en las vírgenes. - termino de decir con enfado la morena que era tan letal como su padre.
- ¿Abusaron de mi niña?
Santoro jamás sintió tanto odio en su vida, su cuerpo sintió como su sangre comenzó a hervir, su niña, aquella que se había sometido a un cautiverio autoimpuesto, a la que hacía 4 años no veía ni le hablaba, porque en su corazón de padre su niña lo estaba abandonando, alguien se había atrevido a tocarla.
- A no ser que el espíritu santo la visitara, así es, pero te juro que lo pagaran. - dijo apretando los dientes el menor de la familia, aquel que era tranquilo como un lago, pero que cuando se enojaba se levantaba como un tsunami arrasando todo a su paso. Giovanni tenía la sangre y los medios para cumplir lo que prometía.
- Quien sea que se atrevió a tocar a mi santa hija, lo pagara.
Alessandro salió de su finca acompañado de sus hijos, la mayor y el menor entraron en aquel convento uno a cada lado de su padre, como si fuera una versión apocalíptica de la biblia, uno a su derecha y el otro a su izquierda, estaban sedientos de sangre, de venganza.
- Alto. - la voz de su madre los detuvo, sus pasos eran inconfundibles para ella, frente a los Santoro estaban los tres encargados del convento, un cura y dos monjas, rezando en silencio.
- ¿Quién fue? - se limitó a preguntar Alessandro.
- Ninguno, ella aun es virgen. - dijo Victoria respirando pesadamente.
- NO me jodas madre. - Giovanni no era el único aséptico que allí se encontraba.
- Lo acaba de confirmar el médico. - se limitó a responder Victoria mientras el doctor de confianza de la familia asentía con la cabeza, jamás les mentiría, ni por Dios lo haría.
- ¿Entonces? - Estefanía temblaba al lado de su padre, la mayor siempre cuido de sus hermanos, los amaba.
- No sabemos que paso, pero por lo que pude averiguar de las personas RESPONSABLES de cuidar a mi hija. - comenzó a decir la matriarca, dejando en claro a quienes hacia responsables.
- Hace dos meses alguien irrumpió en el convento, encontraron desmayadas a varias novicias, entre ellas Alejandra, las reviso un médico y no encontró nada fuera de lo normal, al llegar la policía solo constataron que faltaba un poco de dinero, por lo que asumieron que fue un simple robó y que habían drogado a las jóvenes con una bomba de humo que encontraron en el lugar.
- Eso no explica una mierda. - dijo Alessandro mientras pensaba a cuál de los tres torturaría primero.
- Señor Santoro, creo que a la señorita Alejandra le realizaron una inseminación intrauterina, ya que de todas fue la única que dijo tener un dolor abdominal al despertar y luego pequeños cólicos.
- ¿Qué mierda quiere decir eso? - pregunto el patriarca.
- Que, a nuestra hija, alguien la está usando como incubadora, carga un bebé que no es suyo.
Las lágrimas de Santoro comenzaron a caer al momento que vio el rostro de su santa hija aparecer, aquella que por 4 años no había visto por ser cautiva por voluntad propia, su rostro que siempre brillo estaba cubierto de dolor y tristeza, mientras la furia crecía en los corazones de sus hermanos.
Eran las 16 horas en Sicilia Italia, el sol brillaba en lo alto del cielo, cuando todo quedo cubierto por las sombras, y los Santoro juraron que nadie volvería a ver la luz hasta que la SANTA HIJA DE LA SOMBRA, volviera a sonreír.
- Era mía por ley, yo la vi primero, por ella adopte mi forma humana y solo por ella ardo en mil formas diferentes. No pertenece a los hijos de la luna. Ella es la elegida, la única que puede controlar a este Fénix, el primogénito del dios sol, el más antiguo, mi nombre es Nuriel, fuego de dios y ella es mi destino. - Me debo a los bosques vírgenes, a las cumbres nevadas, al momento efímero. Soy uno de los tantos descendientes del dios sol, dador de vida, hijo de un elfo y un hada. Mi deber es cuidar al más débil, a quien no puede defenderse. ¿Quién diría que escucharía su voz y mi existencia dejaría de tener sentido? Me he convertido en su esclavo por solo escuchar el latir de su corazón. Ella es mía, soy Ikigaí, el camino que realizas para conocerte y yo le mostrare que quedarse conmigo es su mejor opción. - Somos hijos de la luna, se nos ordenó cuidarla como castigo y así lo hicimos, porque ya no teníamos nada en nuestra existencia a lo que aferrarnos. Somos rechazados y aun así no deseamos morir, queremos amar y ser amados, por lo que aceptamos el pedido de la luna cambiante Aysel, con la promesa de que nos daría una nueva compañera, si conseguíamos su perdón, no estaba en nuestros planes enamorarnos, pero tampoco lo quisimos evitar. Somos hijos de la luna y la hemos reclamado como nuestra, le guste a quien le guste. - Estoy segura de que cuando mi madre escogió mi nombre no pensó que tan bien me quedaría, soy Kalila, que significa la más querida, eso estaría bien, si no fuera porque me encuentro en medio de cinco seres sobre naturales, uno más peligroso que el otro, dos son hijos del dios sol, tres son hijos de la diosa luna y en medio yo, una simple humana con alma de cazadora. Soy Kalila y esta es mi historia.
La familia Zhao era la dueña indiscutible de casi todo el oriente, su clan, el tigre blanco, manejaba todo dentro del país, aunque no siempre fue así, antes, casi 20 años atrás, existió otro clan igual de poderoso, el dragón rojo, pero dicho clan encontró su fin por ir tras lo prohibido, ahora la suerte le sonreía al tigre blanco o al menos eso pensaban, hasta que su líder, Loan Zhao, decidió que era tiempo de retirarse y acudió a los monjes para que vieran su tatuaje, ese que los más ancianos le hacen en la espalda cuando asumen como líder y que solo puede ser descifrado, cuando se retiran de su lugar, y así pudieran decir cuál de sus hijos seria la nueva cabeza del tigre. Lo que menos espero escuchar, era que el futuro de sus hijos estaría regido por amores prohibidos, esos que pueden llegar a matarte, por destino o casualidad, el pasado se uniría con el presente, dejando solo dos caminos, la unión con familias poderosas a través de lazos indestructibles, o el dolor y la agonía de arder en amores prohibidos.
Mi nombre es princesa Antara primera del reino Kael, o al menos ese era mi nombre, pero cuando el reino de las brujas cayó, mi vida cambio, pase de vestir sedas y ser adornada con oro, a ser cubierta con harapos y lodo, una vagabunda mendigando en las calles del reino de Joako, los lobos son crueles con los extraños, pero entre todos ellos, creí tener una posibilidad de vivir, fingiendo ser una simple humana, el Duque White sufría por la pérdida de su hija y me acogió como remplazo, no fue fácil, pero pensé que había logrado al menos ganarme su cariño, pero luego entendí que no podía dar nada por sentado, comprendí que si no queria regresar a las calles, solo me quedaba una opción, atrapar al futuro rey Alpha, cualquiera diría que sería fácil salir embarazada de semejante hombre, claro que teniendo en cuenta lo loco que ese bastardo esta, lo genial seria salir viva luego de estar con él.
Si amas a alguien déjalo ir, si vuelve es porque es tuyo, sino nunca lo fue, al menos eso se dice, el problema es cuando alguien que nunca fue tuyo, regresa a tu vida, despertando demonios que creías enterrados. El gran empresario Mateo Zabet coloco una muralla entre ellos en su adolescencia, respetando que la joven que amaba tenía novio, casi dos décadas han pasado desde que la vio por última vez, hoy frente a él está el amor de su vida ¿feliz mente casada? — Esto no está bien, estoy casada y tengo hijos y... — susurra con voz temblorosa. — Esto es lo único que está bien Elizabeth, siempre fuiste tú, mi amor, mi vida, mi todo y no sabes cuanto odio no habértelo dicho antes. — reconoció tomando sus labios con verdadera pasión. gratis hasta finalización.
Mi vida fue un calvario, un mal cuento, aun así, me aferre a lo único que me daba esperanzas, mi compañero, no me importaba de que especie fuera, solo queria que me encuentre, y tener al fin un poco de felicidad, pero claro que nunca nada sucede como deseo. Ahora se supone que mi vida cambio, incluso hasta mi nombre, pero, sin embargo, el dolor permanece, se supone que debía cuidarme, amarme y respetarme, era mi Alpha después de todo, pero resultó ser un maldito, y lo peor, es que me embarazo, estoy embarazada del maldito Alpha, y ya no sé qué hacer con mi vida, ni siquiera sé si tengo una.
Pertenecer a la mafia no es fácil, mantener tu lugar mucho menos, atrapar a uno de los lideres más grandes del bajo mundo... es casi imposible. Dasha Morozova solo queria su lugar en el mundo, al lado de quien amaba, sabia los riesgos, creció con ellos, y cuando al fin creyó conseguir a quien queria... la vida le demostró que no todo es un cuento de hadas, más cuando vives rodeada de enemigos, ahora el amor ya no es su prioridad, busca venganza, quiere recuperar lo que por ley es suyo y no le importa a que demonio deba tentar para ello. Lukyan Neizan, sabe que el legado de sus padres pesa sobre sus hombros, el don de ver destellos del futuro es su gran aliado cuando debe cuidar su espalda y destruir enemigos, pero... hay imprevistos que escapan incluso de su don, es así como el gran mafioso dueño de casi toda rusia y apodado la muerte blanca, despierta un día con la noticia de que tiene un hijo, del cual ni siquiera sabe quién es la madre. Dasha debe atrapar a un mafioso que la ayude en su venganza. Lukyan debe honrar las leyes de su clan y casarse solo con la madre de su hijo. La venganza es un plato que se sirve frio, y atrapar a un mafioso puede hacerte arder mucho antes de conseguir lo que quieres, pero eso Dasha... aun no lo sabe.
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
"Tú no perteneces aquí. Lárgate". Hanna, la hija legítima de Wheeler, regresó sólo para ser expulsada por su familia. Su prometido la engañaba con la hija impostora, sus hermanos la despreciaban y su padre la ignoraba. Entonces, se cruzó con Chris, el formidable líder de la familia Willis y tío de su prometido. "Hagamos como si nunca hubiera pasado", dijo ella. Sin embargo, a pesar de la esperanza de Hanna de separarse, Chris insistió en que fuera responsable. Él amenazó con revelar los verdaderos talentos de Hanna como doctora sobresaliente, guionista brillante y cerebro de un famoso estudio de diseño, obligándola a casarse. Una vez le pidieron a Chris que protegiera a alguien. El destino los reunió en circunstancias delicadas. Él había planeado mantener su promesa y proporcionar un refugio seguro, sólo para descubrir que Hanna estaba lejos de ser la delicada mujer que parecía. Era ingeniosa y astuta...
Kallie era una muda. Su marido la ignoró durante cinco años desde su boda, no solo esto, ella hasta sufrió un aborto por culpa de su cruel suegra. Tras el divorcio, Kallie se enteró de que su exmarido se había prometido rápidamente con la mujer que realmente amaba. Sujetando su vientre ligeramente redondeado, se dio cuenta de que él nunca se había preocupado realmente por ella. Decidida, ella lo dejó atrás, tratándolo como a un extraño. Sin embargo, tras su marcha, ese hombre recorrió el mundo para buscarla. Cuando sus caminos volvieron a cruzarse, Kallie ya había encontrado una nueva felicidad. Por primera vez, él se humilló ante ella y le suplicó: "Por favor, no me dejes...". Pero la respuesta de Kallie fue firme y despectiva, cortando cualquier vínculo entre ellos: "¡Lárgate!".
Durante dos años, Bryan solo vio a Eileen como asistente. Ella necesitaba dinero para el tratamiento de su madre, y él pensó que ella nunca se iría por eso. A él le pareció justo ofrecerle ayuda económica a cambio de sexo. Sin embargo, Bryan no esperaba enamorarse de ella. Eileen se enfrentó a él: "¿Amas a otra persona y siempre te acuestas conmigo? Eres despreciable". En cuanto ella firmó los papeles del divorcio, él se dio cuenta de que era la misteriosa esposa con la que se había casado seis años atrás. Decidido a recuperarla, Bryan la colmó de afecto. Cuando otros se burlaban de sus orígenes, él le dio toda su riqueza, feliz de ser el marido que la apoyaba. Eileen, que ahora era una célebre CEO, lo tenía todo, pero Bryan se encontró perdido en otro torbellino...
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