r que verme lo quisiera o no, así que me arregle y me puse lo más presentable posible, me aféitenla y me peine el cabello castaño con los dedos. Me puse la chaqueta de cuero negra
zón debido a los recuerdos que amenazaban con explotar en mi cabeza. El aíre me
lada y un extraño mareo se apodero
e movía con el viento creando una danza perfecta sobre la pequeña diadema de rosas rojas que decoraba su cabeza. Su mirada verde acentuada por el maqui
oche con el suave y cálido viento que golpeaban nuestros cuerpos,
lice el delicado anillo con un pequeño diamante en su dedo anular - No te prometo que siempr
este empezó a palpitar más fuerte por su contacto, por su mera presencia y cercanía - yo te quiero
on delicadeza como si se tratara de una rosa, suspiró con lagrimas de felicidad que desli
mpo lo haremos realidad -
erdo, me aclare la garganta y volví a parpadear para hace
ara que cada uno de los recuerdos de mi vida con Isabel salieran a flote y no ese - especialm
tia
s promesas que le había hecho a Isabel me mataba. Desperdicie el tiempo con ella, la tuve en mis manos y no la pude retener. Se me escapo de entre las
eces- murmure endere
me estaba asfixiando, sentía que las paredes se me echaban encima. Sentía que me iba a quedar atrapado en ese g
secuencias de encontrarme con algún policía. Me importaba una mierda la autoridad. Lo único que tenia en mente era llegar a
o ochenta kilómetros por la autopista, adelantaba los coch
na distracción a su presencia constante y eso era un alivio para mi jodida mente. Había algo en la velocidad que me cautivaba, que me
unto la psicóloga con suavidad y neutralidad re
n brazo sobre el sofá juguetean
o - por supuesto que
qué Isabel te enc
e en cada vibración del volante, centrándomelos en todo lo que pasaba a mi alrede
hasta los trescientos kilómetros por hora y era la hostia de tentador y la perfecta distracción. Había algo que me llamaba a hacerlo y ese algo era mi parte autodes
i vida pendiera de un hilo, pero ahora era un hombre diferente. Me gustaba pensar que mucho más centrado, que controlaba mi parte más jodida y autodestructiva. A
volante y solté poco
eraba que sí, que hubiera tocado fondo para poder leva
la entrada del edificio de veinte plantas, donde estaba la empresa que había tenido que sacar a flote g
e se extendía por su arrugado rostro. Era un hombre que la vida había tratado mal en mu
ún él- me ayudó a salir con vida de una situación peligrosa. Una situación que no había elegido yo, ni mucho menos, todo era por el mal manejo y los negocios i
ndí las llaves del coche y le di una suave palmada en la espalda a modo
observarlo con curiosidad - Hoy verá a su mujer - aclaro mo
aceleró por los nervios que estaba intentando mantene
no sabiendo si decir algo o no. Entrelazo
ne - lo que sea que
tió ráp
ra alma gemela. Si la señora Isabel es el amor de su vida, haga todo lo que este en sus manos para recuperarla, porque de lo contrario es un dolor con e
voz al hablar. Él me miro fijamente y asintió como diciéndome entiendo lo
inten
- dijo con serie
n la entrada observando como se subía al coche