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Historia

Capítulo 3 Parte Tres

Palabras:1154    |    Actualizado en: 17/03/2022

ÍTU

ia al ver llegar a los hombres armados, puso sobre aviso al viejo en su despacho. Don Jacobo ordenó a la mujer ir a encontrar a Octaviano al camino, y evitar que trajera a su sobrina a la casa. Por lo mismo, le dio algo de dinero a Rosalidia como liq

mi dinero v

o que no cuento c

ienso irme sin mis 40 000 pesos. Así

prando con la supuesta

ía aceptar las tierras que colindan co

los 400 000 pesos... Eso

-dijo Arnulfo poniendo su pistola

vo. Rosalidia a caballo y con su hijo en brazos, le salió

ación asomándose por la ventanilla de

omo Rosalidia gua

eguntó la joven sintiéndole casi en au

aminos -respondió Octaviano -. Debo llevar a mi esposa Rosa

que fuera dentro junto a ella, ya que el frío no daba tregua a nadie.

en la carreta, Inspirac

señorita - dijo Rosalidia

ué se

a. Pero Rosalidia no le comentó sobre el dinero que su tío le había enviado; ya que pensaba que el viejo moriría a manos de

voy a hacer yo sola

ia... Octavio no irá a l

es de Rosalidia, ésta se quedó

n Jacobo me la encargó. Yo iré a buscar al

se va a quedar. Su espos

dar con su maleta. Pero

ciado para su tío. N

e va a poder de

acobo, que usted era demasiado t

habló con su esposa. No podía permitir que la joven fuera sola a ese

.. ¡Será mejor que te ol

e necesita

yo también te

s están a salv

a ir Oct

aré... Toma- dijo entregándole unas monedas-.

y guardándolo en su sosté

camino que iba a la hacienda, Oc

gará nunca señorita -di

usted... Vuelva con su fam

tá tan enmui

ué qui

esta... Venga la lle

ntinuó caminando-. ¡No

aunque no quiera la voy a cu

..? ¡Aléjese de mí! ¡Qué

ue estamos a mano. Y más le

ebe ser de mi tío! Se lo quiere quedar ¿verdad?

ención... Suba ya - dijo el hombre subiendo al

e ayude! ¡Y deje d

ión! ¿Pos

sí como

o si

ted es ca-sa-do. Y tampoco m

ué d

te piense que usted y

que es lo que le molesta tanto de mí. Es s

se que su vida no me impo

gritó Octaviano -. Si la ayudo no es por usted, téng

resignada subió a l

lo... y con e

con una mano la rienda, y con la otra las dos ma

, ella lo observaba discretamente; y fue allí mismo que en su estómago una sensación extraña comenzó a revolotea

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