uros del palacio. Valeria despertó al sonido del agua que caía desde la fuente central de su habitación, acompañad
untó Valeria, con l
ven sin dejar de mover sus manos-. Para
ano: más firme, más alto, decorado con cabezas de león talladas en los e
tumbrarme a much
a so
. Pero puede abrir sus brazo
nestidad sin adornos. En Roma, muchas doncellas la habrían co
*
una sesión, pero Asim había hecho una excepción, como gesto de cortesía diplomática. O, quizás,
ca romana, pero con detalles egipcios en el bordado. El cabello trenzado, con pequeñas cuentas de oro
a y sobriedad. Asim apenas asintió. Desde su asiento en el trono sec
ció el visir Haamon con voz solemne-. I
o. Algunos inclinaban apenas la cabeza; otros ni eso. Valeria los saludó a todos con un
enor que amenazaba los cultivos de cebada en las riberas del delta. Valeria no comprendía todos los términos, pero anotaba mental
o de los generale
n cómodos con la presencia de extranjeros en la corte. Las murall
alusión era clara. Valeria sintió una corriente
ceja, sin pe
na. Lo entiendo. Pero recuerde: incluso el escar
n momento, no por sumisión, sino para controlar la risa que le subí
*
nes, Sitra le entregó un p
on en tus
tenía firma. Solo una advertencia es
la arena. Vuelve a Roma antes de que
sobre su hombro,
é ha
el mismo hilo que lo sujetaba y lo arrojó a la f
íces. No vine
sabía qué contenía el mensaje, pero había visto el gesto. Y aunque aún no c
*
interior. Allí, donde los lotos brotaban como estrellas flotantes y las estatuas de dioses velaban el silencio, encontraba algo de resp
uvo. Frente a ella, rodeada por dos sacerdotisas y un par de si
collar ancho de lapislázuli, y su piel, como esculpida en ámbar, brillaba a la luz del crepúsculo. Caminaba con
inclinó c
de Egipto..
felinos, oscuros, sin parpadear. No hablaba con prisa.
gís el asombro que te provoca
ó la vista
ede ocultar, señora. Sería una
i asinti
, no es lo mismo adm
s, y luego la reina madre extendió una mano
r. Juegos, música, perfumes, danzas. Entre risas, se dicen verdad
caba: una prueba. Una invitación disfrazada de cortesía,
más profunda-. Me honra conocer mejor a quien pro
rtiti se curvaron
s. Pero las mujeres, Valeria..
ento mismo la empujara. Valeria quedó unos segundos en silencio, sin
se le
Ir
ojos del camino que
da palabra conmigo... como un
*