una celebración destinada a sellar el vínculo más sagrado entre los lobos: la unión del alfa con su mate predestinada. El aire estaba cargado de e
rza: una mezcla de nerviosismo y emoción. Frente a él estaba su mate, Lyara, una joven de espíritu indomable cuya conexión con él era tan profunda que parecía trascender palabras. Su cabello oscuro br
ntiguos lobos. Los miembros de la manada observaban en silencio, sintiendo la energía que parecía fluir desde el suelo hasta sus pro
ro no uno familiar. Era largo, penetrante, y venía desde las sombras del bosque. Los cuerpos tensos de los lobos
Lyara, sintiendo e
n el claro. Los lobos enemigos eran numerosos, su pelaje oscuro casi indistinguible en la penumbra, pero
a. El claro, que minutos antes había sido un lugar de celebración, se convirtió en un campo de batalla. Los rugidos
su rostro, se lanzó hacia ella. Aunque Lyara no era una guerrera experimentada, sus instintos despertaron. Esquivó el primer ataque y arañó a
garganta. Apartó a los enemigos con un movimiento brutal, pero antes de que pudiera llegar hasta Lyara, otros lobos enemigos intervinieron, forman
n a retirarse hacia el bosque. Kael intentó seguirlos, pero un lobo más grande que los demás, posiblemente el alfa enemigo, le
el alfa enemigo, lanzándose cont
alejaba más a los lobos que se la habían llevado. A pesar de su furia, Kael sabía que su prioridad también era proteger a los miembros de su manada que aún quedaban en
lgunos gravemente, y el suelo estaba marcado por la sangre y los restos de la batalla. Kael permaneció de
penas audible. Su mate, su Lyara, h
un lobo de pelaje gris llamado Dar
ijo con seriedad-. Iban por ella desd
fallado. Su manada estaba herida, y la mujer que amaba estaba en manos de sus
vivientes-. No importa lo que cueste. No importa cuán
abía esperanza. Mientras el alba comenzaba a teñir el cielo de un tenue naranja, la manada empezó a recoger los pedazo