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Historia

Capítulo 2 Thomas de Anchorena

Palabras:1742    |    Actualizado en: Hoy, a las 06:32

día hasta que bajó el sol revisando las ganancias del mes de la nueva sucursal automotriz que había inaugurado en Argentina de su empresa "AM" y que su

sólo incrementó su nerviosismo y su

ue estaba del otro lado entendería la

rió de golpe ar

orena! ¡Trate de detenerl

les para saber que Bruno había sido el descara

próxima llama a seguridad- dijo con tranqui

on furia a Bruno, quien leva

ercándose a Thomas rodeando c

amigo, Señor De Anchorena para

fastidio- ¿Vas a dejar de mirar esos aburr

s a decir no es tan relevante como

tan

cias

oma

evantando sus ojos verdosos hacia su empleado y según Bruno, su amig

sperado, sentándose sobre

tante- gruñó quitando los p

a qué vine?- dijo h

regunto t

n tí,

había estado tan demente como para contratar a alguien tan de

e desesperada por nues

de una

ño pequeño, solo le faltaba

para asegurarme de que las ganancias

los penes y ya? Estoy harto de escuch

ompetenci

runo, cerrando la Notebook

¡

le entrego tus arch

rías c

idea- dijo guiñando

la nariz tres veces y finalmente se levantó de su asiento. Tal vez beber un rato y

a un antro de strippers- se quejó

años. Además es un lugar muy exclusivo, deberías estar agrad

gritaban más fuerte para hacerse escuchar sobre la música. Había dejado de escuchar a Bruno hacía media hora, a é

cuando las luces se apagaron, la música cesó

ndo?- susurró c

w- Sonrió Bruno

, mujeres desnudas o cosas así. No es que no le gustaran las mujeres, pero en su mente solo había lugar para números, estadísticas y ganarle al maldito de

n pequeño escenario que atravesaba el bar. En medio había un caño plateado

as que estaban al final del largo escenario llamaron su atención cuando se movieron como si danzaran y de entre los pliegues de la tel

esa delicada y delgada pierna. Miró con atención ese carnoso y jugoso muslo, sin darse cuenta de que Bruno lo miraba con una expresión diver

a música, ni el alcohol en sangre fueron tan afrodizíacos como la mujer due

ven de cabellos rubios como el oro, sonrisa amplia de dientes perlados y ojos celestes como e

sintió su cuerpo tensarse, no pudo evitar preguntarse cómo se sent

blancas que se abrían detrás de su espalda se movían con gracia mientras gira

aunque creyó sentir que su boca también li

rostro del ángel. Suplicó una y otra vez que lo mirara, y como si la joven bailarina hubiese

volviendo a la vida luego de años de estar dormido, apagado y frío como un cubo de hielo. Ahora en su

itaba más, no podía ser solo eso el show, ha

as saludaba a algunos amigos a los que no tenía inte

te mole

s verdes en el Ángel que se inclinaba agradecida por los aplaudos de los hombres que l

o un animal hambriento, ella aún no lo había notado, pero él

, jamás había visto a su jefe tan enfo

sto" Pensó sin dejar de

mbres solteros o con problemas en el paraíso que asistían sin falta cada sábado a contemplar su baile con

s se movieron por sí solos con un magnetismo incontrolable hacia el frente, encontrándose con un h

os jade almendraros que le hicieron temblar de pies a cabeza como

agraciados, además de que la mayoría eran mayores de 60 años. Celeste estaba segura de que ese hombre no te

moso que admirar en la habitación, la joven se agachó con delicadeza, levantando sus alas artificiales

sueño, no podía ser real, esa mu

nto por un pri

ojos celeste temblaron. Por fin habí

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