bajador acudió en mi ayuda, atacando al lobo que me llevaba. El lobo empezó a correr más rápid
dones y músculos desgarrados. Afortunadamente todo salió muy bien, para asombro de los médicos, y mi recuperación fue notable
, mi miedo comienza a abrumar mi razón, y una intensa necesidad de huir se apodera de mí, resultando muy difíc
a retros
miento de culpa. La cercanía de su manada era un consuelo para él, per
exigió con un gruñido deses
nsumiera a Isis. En ese momento, un lobo entró por su ventana. Los ojos de Isis se
ación de todas sus pesadillas. El golpe al coche fue como el mazo de un
rzo; cada exhalación, un gemido ahogado. La presión en su pecho era insoportable, como si una fuerza invisible intentara
rabilidad más profunda del ser. Desesperada, Isis actuó por instinto. Se desabrochó el cinturón y se abalanzó
tera mientras sentía a Isis encima de él, su grito atravesaba la tranquila noche. Con una frenada
dose rápidamente. Su Beta, Amet, le estaba comunicando mentalmente que habían rescatado a las lobas
tan caótica como dolorosa. Jackingg, dividido entre su humanidad y su naturaleza lupina, había
-¡Tú la mataste, humano imbécil!- El reproche de Mat retumbó en su cabeza con la fuerza de una tormenta. -¿Por qué la diosa luna me dio a un humano tan imbécil? -¡Mat, no te pases, no fue a propósito! -Gritó Jacking furioso porque su lobo lo estaba insultando, algo que jamás le había permitido ni sucedido hasta ahora que apareció la humana, a la cual estaba odiando con todo su ser. -Ya viste que no tuve opción, así que deja de gritar en mi cabeza para que pueda pensar.
cias no deseadas. Isis yacía inconsciente, un hilo de sangre corría por su frente para formar un pequeño char
imagen de ella desmayada y herida lo perseguía. Fue una ocasión que aprovechó su lobo, Mat, para tomar el control de su cuerpo y, con una
Isis que no podía negar. Por otro lado, su lado humano estaba plagado de dudas y culpas. La cerc
alvo en su habitación, la recostó con cuidado en la cama y se sentó a su lado, vigilante. La noche avanzó en silencio, y
e-, le susurró Jacking a su lobo
ing. -No me importa que la rechaces, será solo mía, pero no esperes que yo la rechace, no lo haré. He esperado
mía, las preguntas persistían en su mente: ¿Qué había traído a Isis a este lugar? ¿Cómo los había encontrado? ¿E