in ofenderte, no quiero usar esto tan conservador -se sobó el lu
rtida. Aunque eso no tenía nada de divertido para Mila. Esta se volvió hacia el espej
ltó irritada al espejo. Era un color verde oliva, la tela pesada y brillosa ca
importantes de los alrededores y empresarios del extranjero
res semanas, lo pillé mirándome varias veces. Y los temas que hablaba con m
recha -or
le gustaba para nada salir de la hacienda a menos que f
ella misma para que escuchara a propósito. Sarah dejó de
erros, yo solo cumplo las órdenes de tu madre, y
arme, cómo comer, qué debo o no debo comer, cómo hablar...
é para qué te quejas si nunca haces caso de lo que
ó una ris
r con el siglo en el que vivimos? -Sarah se detuvo sin quitar la
tuvo una pun
se quedó pensando en el pasado-claro, bajo las regla
rdaba cada escena en la que discutían ambos padres sin razón, y lo que más le dolía en el alma es que su padre
andonarla, sea lo que sea, es tu madre, es buena y si te quiere poner en cintura aun a tus casi 21 años, es porque desea que seas me
nos que lo autorice. ¡Me voy a volver loca antes de los 21 años! Y eso que queda una s
hacer la fiesta de antifaces como tú lo pediste y podrás hablar con quien quieras, y eso te las vas a a
? Quiero ir con mi madre y convencerla de
yo le digo que me acompañarás, ya que ocupo ir por la canasta de verduras que hacen falta
s? -Mila empezó a quitarse el ves
ivertida. Mila salió de la habitación, per
a y favorita -dejó un segundo beso en la mej
enda. Había pasado más de veinte minutos desde que Sarah le había dicho que iría a decirle a su madre que saldrían juntas al pueblo. Después del cuarto atuendo,
aba ver a la gente cargando sus antifaces y detrás de cada uno, una historia miste
ar afuera, sacándola de sus pensamient
l verla entrando al pasi
s, ve por tu abrigo y vámonos, ya
n abrigo -entró corriendo a
, me iré sin ti! -gritó a lo
las mejores vacas de calidad; tenían miles de metros cuadrados de terrenos donde pastaban. Aparte de ser reconocida por ello, era la más grande y hermosa. La debilidad de Catherine Wa
s: español, inglés, italiano, alemán y francés. Se había inclinado por los estudios de admi
lo tal belleza hasta el elogio perfecto de sus ojos verdes, que eran únicos en los alrededores. Tales comentarios llegaron a oídos de Catherine Walker, y eso la hizo ser más controladora y obsesiva con su seguridad, a tal grado de prohibirle salir sin su