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Un amor en silencio, a distancia, contemplando la belleza en alguien más. Dicen que las emociones y los sentimientos son lenguajes que se pueden expresar en miles de idiomas, no solo con palabras, también con detalles, creando recuerdos, memorables, dejando tu timidez atrás y atreviéndote a ver qué puede pasar. Logan es inseguro Sophia aprendió a quererse Él la ama en secreto Ella se ríe de sus ocurrencias en silencio. Él quiere llegar a su corazón, ella quiere a alguien con amor propio. Ambos buscan ese algo especial fuera de ellos, sin saber que esa magia está en sí mismos. Sin estereotipos, sin buscar a alguien perfecto, solo aceptándose tal y como eres. ¿Es muy complicado? Quizás muchos dirán que no, pero para Logan claro que lo es.
Logan. Hace quince años...
La brisa fresca proveniente de mi ventana no me despertó, claro que no. Hace más de media hora he estado de pie saltando por mi habitación.
Tampoco ha sido culpa de Clover. Mi mascota peluda de cuatro patas, no, esta vez, él es inocente.
Ni mucho menos los canturreos
Ni mucho menos los gritos de mi vecina, la madre de uno de mis mejores amigos, que detesta la música y siempre que tiene la oportunidad de reclamarme cuando me ve tocando la guitarra o cantando desde mi ventana.
No me malentiendan, no detesto la música, claro que no, solo que a mi edad soy selectivo con lo que deseo escuchar o con lo que intento aprender.
Mi madre suele decir que soy muy especial para ciertas cosas, quizás por ello no suelo encajar demasiado en la escuela primaria, si no fueran por Noa, Alex y Alexis que son igual de raros que yo, estaría completamente solo. O al menos así era hasta este momento.
Intento remover la tarima de mi cama y a dudas penas lo logro, retiro la pequeña tapa de metal del piso y sonrió al ver mi lugar secreto en el sótano de mi casa.
-Necesito un libro-Susurro, bajo con cuidado las escaleras de madera y cierro la pequeña puerta que papá me hizo detrás de mí.
El ambiente secreto tiene dos muebles pequeños, un librero y algunos osos de peluche de Marvel. Escucho pasos recurrentes posiblemente de la cocina de mi casa. Retiro mi libro el principito y vuelvo a subir a mi habitación cuando siento que mi madre puede venir a despertarme, ella odia que este aquí abajo, suele decir que la lectura es una pérdida de tiempo. Lo cual no creo que sea muy cierto.
Me pierdo en el mundo de la imaginación mientras sigo leyendo cada escena de mi libro favorito. Observo el reloj pegado en la pared de mi habitación y lo guardo debajo de mi almohada. Tiendo mi cama y me coloco mi uniforme escolar. Aburrido comienzo a dar saltos sobre mi cama intentando ver la calle desde la ventana cercana. Pero un aroma extraño llama mi atención.
Dejo de saltar, de un brinco bajo de mi cama, trato de sacar la cabeza por la ventana a dudas penas, pero al no ser tan alto se me hace muy difícil identificar de donde proviene.
La silla de madera no está muy lejana, pero recuerdo que mi madre la dejo un poco dañada la semana pasada, según ella fue casualidad, ni ella se lo cree.
Suspiro inquieto, trato de colocarme de puntilla, me sostengo de mi escritorio que me gana en tamaño, aunque eso es normal en un niño de ocho años, pero mis mejores amigos son más altos que yo. Mamá suele decir que es porque no me gusta comer vegetales, lo cual no estoy de acuerdo. Eso no tiene lógica.
Céntrate Logan.
Llámenlo intuición o simplemente intromisión a la curiosidad, pero quiero saber de dónde proviene ese aroma, pero es extraño.
-¡Baja de una vez! -Me tambaleo al oír los gritos de mi madre, provenientes de algún lugar de mi casa. -¡Logan es el último anuncio, no hagas que suba por ti y te traiga de las orejas! -Trago saliva, los gritos de mi madre cada vez están más cerca, pero ya estoy muy cerca de la ventana, no puedo rendirme ahora.
-Ya voy ma-Susurro restándole atención.
Estiro el brazo lo más que puedo, logro deslizar las cortinas del capitán américa de mi ventana y lo siguiente que veo me paraliza, mis ojos se abren de la impresión, una sensación extraña se hace presente en mi estómago.
Mi corazón comienza a acelerarse de una manera muy extraña, logro escucharlo, ¿Qué me pasa?
Una extraña criatura tiene las mejillas sonrojadas, su expresión es ¿Dulce?
Niego con la cabeza, aún embobado sin dejar de observarla, su cabello oscuro cae por sus hombros, es una...
Los niños no tenemos cabello largo, debe ser una niña.
Un momento, yo detesto a las niñas, pero ella es...
Vuelvo a seguir manteniendo el equilibrio, ella aún está ahí, aunque ahora está sola, hace unos instantes estaba acompañada de adultos, quizás sus padres.
Trato de seguir observándola, pero torpe como siempre termino por lanzar mi pequeña lámpara por la ventana, haciendo que la niña de un pequeño salto en su sitio, me agacho avergonzado,
¿Por qué me oculto?
Comienzo a mover mis manos nervioso, mi respiración se entrecorta, me asusto al sentir mi corazón tan acelerado.
-¡Niño, es tuyo! -Me quedo en silencio, claramente ella no puede escucharme, su voz es suave, diferente, femenina, de alguna manera es como sí...-Vamos pequeña, será una tarde movida-Me coloco de pie apresurado, pero el suave golpecito en mi cabeza me trae a la realidad.
-¡Logan Andrew Smith Miller! -Doy un salto en mi sitio, giro la mirada con miedo, mi madre me observa con aires asesinos-¡Ven aquí! -Niego con la cabeza mientras huyo como un loco de mi habitación, logro sacar mi mochila pesada a dudas penas, mientras que mi madre corre tras de mí, vociferando que soy un irresponsable impuntual y que seguramente el autobús escolar ya debe haberse marchado, pero no logro pensar con claridad, mucho menos cuando el recuerdo de ese ángel de cabello oscuro que apareció en mi mente.
Ingreso a toda prisa al autobús y me siento en la parte posterior alejado del resto de los niños, mi madre me observa enojada desde el exterior del transporte mientras me regaña diciendo que si llego tarde tendré un castigo mayor. Pero no logro hacerle mucho caso, mas cuando cierta niña que antes fue motivo de mi distracción me observa desde su ventana, sonríe y siento mi cara arder, me cubro el rostro con mi mochila y siento como el corazón se me acelera sin control.
El autobús se marcha pero mis ojos aun siguen aquella casa, buscando esos ojos cafés me observaban con curiosidad.
En ese tiempo no era consiente que llegarías a cambiar mi vida, solo era un pequeño niño que no entendía sus sentimientos pero que se emocionaba al verte llegar frente a su casa, que recordaba tu sonrisa todo el día e intentaba que lo notaras haciendo el mínimo esfuerzo.
Con los años fui consiente de lo difícil que sería el hecho de si quiera poder saludarte, nadie dijo que sería fácil pero ahora más que antes quiero seguir intentando estar a tu lado y aunque solo a la distancia sé que puedo contemplar tu sonrisa intentando prometer que algún día logre separar mi timidez y eliminar aquel espacio entre ambos.
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