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El dinero no puede comprarlo todo. Jeremy jamás creyó que esa frase no fuera cierta hasta el dÃa en que escuchó esas tres palabras que lo rompieron por completo "Ella no sobrevivió". En ese instante pudo sentir su mundo perfecto desmoronarse. Por mucho dinero que tuviera, absolutamente nada podrÃa devolverle al amor de su vida, a su esposa, su hermosa Marie, y el responsable de todo era un pequeño bebé del que sin duda no querÃa saber nada. HabÃa mantenido oculta a su esposa, lejos de la prensa y de su propia familia, pero aquello no podÃa durar mucho, su familia llegarÃa pronto para conocer al heredero que le habÃan impuesto para seguir siendo el CEO de la sucursal de su empresa en Washington. Dentro de su desesperación, conoce a Eva, una mujer sin recursos que acababa de tener un bebé la misma noche y le propone un descabellado trato. Ella se convertirá en su esposa y criará juntos a los dos bebés, el que ella habÃa tenido y el de él. Solo habÃa tres condiciones. No podÃa hacer diferencias con los bebés, jamás le revelarÃa a nadie la verdad sobre ellos y no podrÃa divorciarse hasta que cumplieran dieciocho años.
El dinero no puede comprarlo todo, Jeremy jamás creyó que esa frase no fuera cierta hasta el dÃa en que escuchó esas tres palabras que lo rompieron por completo "Ella no sobrevivió". En ese instante pudo sentir su mundo perfecto desmoronarse, por mucho dinero que tuviera, absolutamente nada podrÃa devolverle al amor de su vida, a su esposa, su hermosa Marie, y el responsable de todo era un pequeño bebé del que sin duda no querÃa saber nada.
- No quiero hacerlo- Aseguró Jeremy con lágrimas en los ojos cuando la enfermera llegó hasta él con un pequeño bebé recién nacido en los brazos para entregárselo.- no quiero sostener esa cosa.
- No es una cosa, señor Duncan, es su hijo...
- Él la mató, él mató a Marie y yo jamás voy a sostenerlo en mis brazos.
La enfermera no era capaz de entender cómo alguien podÃa culpar a un pequeño bebé recién nacido porque su madre no hubiera sobrevivido al parto. Lo que si estaba claro era que ese niño necesitaba cuidados, pero sobre todo cariño.
- Señor, el no tiene la culpa de nada, es solo un bebé y sin una madre necesita el doble de atención y amor de su padre, usted debe ver qué es un pequeño ser inocente...
Jeremy miró al pequeño asesino de su esposa dormir tranquilamente en los brazos de esa mujer y negó, sin tan siquiera dejarla terminar su discurso, simplemente salió despavorido de la nurseria, se estaba empezando a ahogar, necesitaba alejarse de él y pensar en cómo criar a esa cosa sin tener que prestarle atención.
Caminaba a toda prisa por el pasillo cuando la voz de dos mujeres hablando y, sobre todo, el contenido de esa conversación le llamó la atención.
- ¿Pero cómo voy a pagar la factura del hospital? - preguntaba una de las dos mujeres mientras sostenÃa a un pequeño bebé en brazos, la ternura con la que ella observaba a su hijo lo enmudeció ¿HabrÃa tenido Marie también esa expresión en la mirada? Jamás lo sabrÃa, ella ya no estaba para comprobarlo.
Jeremy Negó, eso ya no importaba, su esposa ya no estaba y él era incapaz de amar al ser que habÃa sido la causa de su muerte, era incapaz de darle nada más que una niñera y buena educación, era mucho más de lo que muchos padres podÃan proporcionarle a sus hijos.
Volvió a fijarse en la expresión de aquella mujer y pensó en Marie de nuevo, tal vez debÃa honrarla, tal vez debÃa darle a su hijo lo que ella querÃa que tuviera ¿Pero cómo podÃa pensar siquiera en sustituirla? Respiró hondo, se armó de valor y entró en la habitación sin tan siquiera pedir permiso a las dos mujeres que estaban dentro.
- Yo pagaré su factura, si acepta mis condiciones nunca más tendrá que volver a preocuparse por el dinero.
Lupe no sabÃa qué decirle a su amiga Eva, a duras penas, y habÃa logrado convencer a los doctores y enfermeras que la atendieran la noche anterior, que ahora, al ver las facturas del hospital, se le estrujaba el corazón, a punto estaba de decirle que ya verÃan cómo pagarlas, que no se preocupara cuando hasta ellas llegó la voz de un hombre.
-¿Por qué pagarÃa usted mi factura?- preguntó Eva inmediatamente abrazando más a su pequeño bultito entre sus brazos. HabÃa escuchado entre sus conocidos que los gringos gustaban de comprar niños recién nacidos -No tendrÃa como pagarle, y no le daré a mi bebé- se apresuró a decir con los ojos rojos a causa de lo mucho que habia estado llorando.
-Disculpe señor. Mi amiga acaba de tener a su bebe y está un poco nerviosa- Lupe trataba de hacer a un lado a ese hombre, lo veÃa como una oportunidad para su amiga para salir del apuro.
-Deje que hable con ella...
-Eva RodrÃguez, deberá pagar la factura y dejar la cama hoy mismo sin falta.
La voz de la enfermera en ese momento hizo que Eva volviera a ver al hombre frente a ella.
- ¿Por favor, pueden abandonar las dos la habitación?- Pidió el hombre, aunque más que una petición parecÃa una orden - Ella pagará, no se preocupe.- Aseguró haciendo que la enfermera se marchara y la amiga observara dudosa a Eva, aunque luego también salió del mismo modo en que lo habÃa hecho la enfermera, ya se enterarÃa luego de lo que querÃa ese hombre, ahora lo principal era resolver el problema.
- Debo suponer que si no hay un hombre aquÃ, usted no está casada, ¿Verdad? ¿Hay algún padre que pueda reclamar a su hijo?- Preguntó Jeremy sentándose en la silla que habÃa dispuesto cerca de la cama para visitas.
- Y no, no pretendo arrebatarle a su hijo.
La forma en que ese bebé dormÃa pacientemente en los brazos de aquella mujer le enterneció, nada hacÃa que alejara su mirada de aquella imagen que le resultaba tan tierna, nopudo evitar fantasear por un momento pensando en su Marie.
Apenas hacÃa un año, solo un año que habÃa descubierto el amor al lado de su esposa y por sus malditas prisas de concebir al heredero que el patriarca Duncan, su padre, le pedÃa, ahora su esposa estaba muerta, en el fondo sabÃa que el bebé no era el asesino de Marie sino él mismo y sus ansias de poder. Pero ahora la vida le habÃa mostrado que el dinero no solo no podÃa dárselo todo, sino que la avaricia podÃa arrebatarle lo que más le importaba.
Eva no era capaz de dejar de temblar por dentro, porque por fuera lo único que se podÃa ver era la imagen de una madre abrazando a su hijo de manera amorosa. Ante la mención de un hombre a su lado, ella hubiera deseado decir que si más no lo habÃa, por lo que negó con cabeza, antes de hablar.
-No, no hay nadie- negó con la cabeza y con la boca - no hay ningún hombre que quiera reclamar a mi hija.-Su marido, el hombre con el que ella habÃa cruzado la frontera hacÃa más de seis años, la habÃa abandonado una vez, le dijo que estaba embarazada.-Si no planea quitarme a mi hija ¿Cuáles podrÃan ser esas condiciones de las que habla?
- Iré al grano, mi esposa murió en el parto y yo no tengo tiempo para cuidar de ese.... Bebé...- le costó mucho llamarlo asà y no referirse a él como asesino - usted no tiene recursos para cuidar a su hija, ni siquiera creo que pueda permitirse cuidarla como se merece, o recuperarse como lo necesita una mujer después del parto, obviamente deberá trabajar a penas salga de aquÃ, si ni siquiera puede costearse el hospital.
Hizo una pausa, era consciente de que estaba siendo algo rudo al hablar, pero en ese instante en el que su vida se habÃa desmontado por completo, no se paraba a pensar en si herÃa los sentimientos de alguien o no.
Ella estaba atenta a las palabras que ese hombre le decÃa, la forma que le hablaba, aunque era ruda, también denotaba lo mucho que estaba sufriendo en ese momento, lo mucho que le costaba decir lo que estaba tratando de proponerle. Además, tenÃa razón en sus palabras, no contaba ni tenÃa los recursos para mantener a su pequeña.
- Lo que quiero es que usted se convierta en mi esposa y crÃe a nuestros hijos como si los dos fueran suyos, sin ningún tipo de diferencia entre ellos y que jamás sepan la verdad - fijó su mirada en la de la joven - es indispensable eso último ¿Se ve capaz de adoptar a otro bebé y armarlo igual que lo hace con esa niña?
Pero, sin embargo, Eva no estaba preparada para lo que ese hombre le propondrÃa.
Ella abrió no solo los ojos, también su boca ante la propuesta del hombre.
- Déjeme ver si entendÃ. ¿Usted desea que yo me case con usted y crÃe a su hijo y a mi hija como si fueran nuestros?
- Lo único que tiene que saber por ahora es que si acepta, saldrá de este hospital casada con un hombre muy rico. Adoptará a mi hijo y yo adoptaré a su hija de forma legal, ella tendrá la misma educación, beneficios y por supuesto herencia que mi hijo biológico. Solo habrá tres condiciones irrefutables en nuestro contrato; no hará diferencias con nuestros hijos, jamás le revelará a nadie la verdad sobre ellos y no podrá divorciarse de mà hasta que cumplan dieciocho años, si incumple cualquiera de esas cosas, ellos quedarán bajo mi cuidado y usted tendrá el régimen de visitas estipulado por un juez. - ni siquiera él era capaz de creer que le estuviera proponiendo eso a otra mujer cuando el cuerpo de su esposa no estaba frÃo todavÃa - tomaremos cualquier decisión sobre ellos al cincuenta y no sé si quisiera añadir usted alguna otra cláusula, estoy dispuesto a negociar siempre y cuando no afecte a los tres puntos innegociables que ya le dije.
Eva vio que las cláusulas eran simples y solo incluÃan a los niños, no decÃa nada sobre ella y su deber como esposa, tampoco es que deseara intimar con el hombre, el padre de su hija le habÃa hecho odiar cumplir con ese rol.
Eva mordió sus labios pensando en lo que debÃa hacer o no hacer, l
el gorgojo que salió de los labios de su hija la hizo voltear a verla, llevándola a tomar una decisión.
-Aceptaré sus cláusulas solo, con un par de condiciones- respondió viéndolo a los ojos, con una determinación que no sabÃa de dónde le salÃa, pero que la ayudaba a aceptar el trato de aquel desconocido.
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