/0/6992/coverbig.jpg?v=b8054d86ed5882778ae22efbf930f31a)
Diana había vivido gran parte de su vida enamorada de Bruno, su mejor amigo, pero nunca se atrevió a confesarlo. Así que, con el paso de los años, intentó verlo como lo que era, alguien inalcanzable. Todo se hace más fácil cuando Diana se fija en un compañero de trabajo, Adán, pero como todo en su vida, también es un imposible. Para ella todo estaba perdido, nunca conocería a su príncipe azul ni de ningún color. A sus veintiocho años continuaba siendo virgen y si seguía así, acabaría por casarse..., pero con Dios. Hasta que un día todo cambia. Un viaje. Una habitación de hotel compartida. Un pijama de borrego. Un muñeco de cartón tamaño real de Thor. Un sexorcismo y un mejor amigo al borde de los celos hará que toda su vida se ponga de cabeza. ¿A quién escogerá Diana? ¿Su compañero de trabajo o su mejor amigo?
Lo tenía frente a mí, Adán era todo lo que yo había soñado desde que comencé a trabajar en la empresa y lo vi por primera vez.
Él era un hombre demasiado guapo para alguien como yo, no había fémina que no volteara la vista al observarlo pasar. Con ese cabello negro y sus ojos verdes, ese cuerpo perfecto y esa sonrisa era capaz de derretir a cualquier mujer y yo no era la excepción.
No podía creerlo, cómo un día en la empresa se podía convertir en una experiencia tan excitante. Yo solo entré en su oficina para llevarle unos documentos que necesitaba y de pronto todo se volvió irreal.
Él me miró de una forma extraña, una que no supe definir por mi falta de experiencia con el sexo opuesto.
-Yo...Hmm, Karen me envió a entregarte estos documentos, me dijo que los necesitabas para ayer. -Me cubrí la boca con la mano e intenté ocultar la sonrisa enamorada que afloraba en mi rostro cuando lo tenía frente a mí.
Su sola presencia me hacía ponerme muy nerviosa y no lograba hilar dos pensamientos coherentes.
-Acércate, Diana, no te quedes en la puerta -su tono de voz era ronco, sensual, tan adictivo que provocó que mis piernas temblaran de anticipación.
¿Por qué me veía de esa forma? Su mirada era la de un lobo al acecho para cazar al regordete y torpe conejo. Y yo estaba tan nerviosa por encontrarme en aquellas cuatro paredes con él, que mi instinto de supervivencia me decía que me diera la vuelta y corriera de vuelta a mi escritorio.
No obedecí a esa voz interna que me gritaba que huyera, hice todo lo contrario.
Me acerqué con lentitud y sin tener la fuerza para mirarlo a los ojos. Cuando llegué al escritorio coloqué los documentos sobre el mueble y me atreví a alzar la mirada. Lo que vi me dejó más temblorosa y debía reconocer que muy excitada.
-S-señor...
-Adán, no me digas señor que siento que me hace parecer mayor. -Él se levantó del asiento y antes de que yo pudiera retroceder se acercó a mí.
Dios, ¿qué estaba ocurriendo? Invadió mi espacio personal y lo sentí muy cerca de mi espalda. Se había colocado detrás de mí y me tenía cercada con ambas manos colocadas sobre el escritorio.
-Adán -susurré-. ¿Qué haces?
Que hiciera lo que él quisiera, me dijo esa pervertida interna que llevaba dentro. Si él quería y me rozaba un poco más, estaba dispuesta a entregarle mi virginidad y mi vida si así lo deseaba.
-Me encanta cómo hueles -dijo, y se acercó a mi cuello para comenzar a olfatear mi perfume-. Siempre me has gustado, ¿lo sabes?
-¡¿Yo?! -grité con una voz aflautada por la sorpresa y los nervios.
-Sí, tú, ya no puedo soportar más estas ganas de tenerte. Cada vez que te veo paseando por la empresa como si no fueras consciente de lo duro que me pones... -Adán me sostuvo las caderas y apretó su erección contra mi trasero-. ¿Lo sientes? Diana, hoy no pienso dejar que te escapes, voy a follarte tan duro que todos escucharán tus gritos de placer.
Agradecí que ese día había tenido la maravillosa idea de ponerme una falda. Él era un sueño hecho realidad, el hombre perfecto, no podía creer que aquello me estuviera sucediéndome a mí. Puede que hubiera preferido una invitación a cenar, una noche de seducción y después una cama mullida en la que perder mi virginidad, pero si tenía que suceder sobre un escritorio que así fuera. Tenía veintiocho años y no era posible que me siguiera manteniendo virgen. De ese día no pasaba, la Diana tímida la iba a guardar en algún lugar recóndito de mi mente, e iba a mostrar a la mujer que ardía en deseos porque ese tremendo hombre la hiciera suya.
Me di la vuelta entre sus brazos y él me lo permitió. Quería verlo, observar y deleitarme con ese rostro tan masculino y ese cuerpo musculoso. No podía perder detalle, si aquello solo iba a suceder, yo iba a guardar en mi retina cada instante.
Cuando estuvimos cara a cara sentí mi visión borrosa y por un momento el rostro de ese hombre espectacular cambió y comenzó a parecerse mucho al de mi mejor amigo, Bruno.
«Bruno, sal de mi mente, que ya te esperé por demasiados años», me regañé a mí misma y regresé a ese instante, en el que Adán, mi compañero de trabajo, me miraba con deseo y dispuesto a arrebatarme la virginidad.
Sus manos se metieron bajo mi falda y comenzó a alzarla para descubrir mi ropa interior. Gemí al sentir sus manos sobre mi piel desnuda y cerré los ojos un instante para dedicarme a sentir. Quería que me besara y como si mi mente le ordenara qué hacer, sus labios se apropiaron de mi boca y su lengua comenzó a enredarse con la mía en un beso apasionado.
Antes de que pudiera protestar, me había subido al escritorio y se encontraba entre mis piernas abiertas. Una de sus manos se había colado bajo mi blusa y acariciaba por encima del sujetador uno de mis pechos.
Nunca un hombre me había tocado de esa forma, sentía la humedad apropiarse de mi sexo y la necesidad de tenerlo dentro de mí.
-Por favor -supliqué sin avergonzarme, estaba tan excitada que no me importaba que estuviéramos en la oficina y que alguien pudiera vernos-. Te necesito.
Adán sonrió y su mano comenzó a subir por mi pierna hasta llegar a mi zona más necesitada. Apoyé las manos sobre el escritorio, me eché hacia atrás para darle acceso con más facilidad y cerré los ojos para dedicarme a sentir. Esperé por sentir su roce, quería que sus dedos jugaran con mi sexo húmedo y me llenara de esas sensaciones que solo había conocido acariciándome yo misma. Sin embargo, nada ocurrió.
Alcé el cuerpo y lo miré. De pronto una carcajada resonó en la oficina. La expresión de Adán ya no era de lujuria, era de burla.
-¿De verdad pensabas que alguien como yo podría desearte a ti? -De nuevo una carcajada resonó en mis oídos.
Me incorporé con rapidez, bajé del escritorio y comencé a recomponer mi ropa. Quería llorar, él me miraba con asco.
-Pero tú me dijiste... Tú querías -balbuceé, para mi propia vergüenza.
Intenté que las lágrimas no hicieran acto de presencia, pero la humillación era demasiado grande.
-Oing, oing -dijo, y abrí mucho los ojos, sorprendida-. La cerdita te llamamos en la oficina, ¿de verdad creíste que yo me acostaría contigo? Eres una cerda, una gorda sin ningún atractivo. Cerda, cerda, cerda... -repitió una y otra vez.
Abrí los ojos con rapidez y ahogué un grito. En inmundo apodo que Adán me había puesto todavía palpitaba en mis oídos. Todo fue un sueño, o más bien una horrible pesadillas. A pesar de que todo fue irreal y una mala jugada de mi mente comencé a llorar.
Me cubrí la boca con las manos para que mis sollozos no fueran audibles. No quería que Bruno o Virginia pudieran escucharme en el silencio de la noche. Quería volver a dormir, olvidar esa horrible pesadilla y hacerle entender a mi cerebro que eso no había ocurrido.
Al día siguiente yo iría a trabajar y todo sería como siempre. Adán, mi fantástico y hermoso compañero de trabajo no se fijaría en mí ni para darme un saludo. Yo continuaría deleitándome con su imagen mirándolo desde mi escritorio y nada más.
Seguiría casta y pura, tan virgen como siempre y sin que nadie me amara. Esa había sido mi vida, el poco amor que recibí solo fue por parte de mi padre, porque mi progenitora se avergonzaba de mi aspecto y siempre intentó convertirme en alguien que no era.
Si para mi mala suerte la primera desgracia de mi vida me la provocó mi madre poniéndome un nombre que fue la burla de todos los niños de la escuela. Dolores Diana Parto García. Tuve que sufrir durante años que se rieran de mí llamándome Dolores de parto, Dolores menstruales, Dolores de estreñimiento, no importaba qué. Yo simplemente era la gorda Dolores, la fea de la cual reírse y burlarse. Me mataron la autoestima de tal forma que nunca logré tener una pareja, no era capaz de sentirme amada y creer que un hombre podría fijarse en mí.
Podía dar gracias a Bruno y a Virginia, mis mejores amigos y con los que convivía en el mismo apartamento. Bruno siempre fue mi primer amor, lo conocí en la universidad y fue imposible que una mente romántica como la mía no soñara con casarse con él y formar una familia.
Él era rubio, de ojos azules, arquitecto, guapo, con un encanto y una simpatía que era imposible no amarlo, pero con los años comprendí que él me adoraba, pero no de la forma en que yo quería. Así que intenté borrar esos sentimientos y quedarme con la hermosa amistad que teníamos. Al final, moriría solterona y sola, ¿quién iba a quererme a mí? Para mi suerte y mi estabilidad mental, ese enamoramiento con mi amigo se fue difuminando cuando entré a trabajar y conocí a mi actual compañero, el mismo que se había colado en mis sueños para hacerme pasar una noche horrible.
Miré el reloj y vi que todavía faltara una hora para que sonara la alarma. Intentaría descansar, tal vez si dormía un poco lograra sacarme de la mente el dolor que me había provocado esa pesadilla. Cerré los ojos y comencé a dejarme envolver por el calor de las mantas...
Dormiría y todo ese dolor iría desapareciendo.
Camile Levine ha tenido una vida ejemplar y un matrimonio perfecto con Mark, su esposo. Él fue su primer amor y a lo largo de su relación se dedicó en cuerpo y alma a su familia. Todo cambia la noche en que acude con él a una fiesta de cumpleaños y una explosión truncará sus vidas para siempre. Cuando Camile despierta después del atentado descubre que el amor de su vida ha muerto y que lo ocurrido no fue accidental. Desde ese momento se jura a sí misma que mantendrá el legado de su familia y que dará caza al asesino de su esposo. Lo que ella no espera es que, el hombre al que ella juró vengar, regresará con vida..., pero no de la forma en que ella esperaba. Una misteriosa invitación Un asesinato Y una venganza. ¿Podrá el amor de Camile y Mark superar a la muerte? ¿Encontrarán al culpable de la traición o tendrán que separarse para siempre?
María y Junior se conocían desde niños. Cuando estaban juntos, el deseo prohibido que existía entre ellos era difícil de vencer. Por más que él luchaba contra esa atracción, una noche sucede lo inevitable. María queda embarazada, pero cuando intenta explicárselo, Junior la humilla y ella decide marcharse del país ocultándole que será padre. Años después, María decide regresar y enfrentarse a sus antiguos miedos y, por qué no, para hacerle la vida imposible al hombre que destruyó su corazón. Lo que ella no espera, es que ese hombre que dejó años atrás, está decidido a recuperarla y ni el odio podrá superar la pasión incontrolable que vive en ellos. Una mentira. Un hijo oculto. Lujuria, odio y rencores. ¿Podrán superar el pasado o se hundirán luchando por su venganza?
Luna llevaba una vida tranquila y en apariencia feliz. Tenía una buena familia, amigas y paz, demasiada para su gusto. Todo el mundo a su alrededor parecía crecer, madurar, conseguir pareja y ella continuaba sola. Hasta que regresa B., el hermano mayor de su mejor amiga, el mismo que había dejado de ver hace años. Y al igual que todos a su alrededor, también regresa muy cambiado. De aquel bad boy que se marchó parecía no quedar nada, ahora era un hombre casi diez años mayor que ella, que erizaba su piel con solo mirarla y que la hacía soñar con obtener un beso suyo cada noche. Lo que Luna no sabía era que esas ensoñaciones se harían realidad, y que sus besos podrían convertirse en una pesadilla y ser tan letales como el veneno. ¿Conseguirá Luna escapar de B.? ¿O permanecerá a su lado a pesar de que ese amor tóxico la pueda llevar a la muerte?
Paola era una hija adorada, consentida y sobreprotegida. Su vida siempre fue como un eterno arcoíris de amor, aceptación y, sobre todo, inocencia. Recluida en un internado regido por monjas hasta la mayoría de edad, su conocimiento del mundo era casi nulo. Del mundo, y de los hombres, porque cualquier atracción hacia ellos era inexistente. Eso cambia el día que conoce a Seung, un estudiante extranjero que asiste a la misma universidad. Desde el instante en que sus miradas se cruzan, Paola toma la decisión de hacerlo su marido y el padre de sus futuros hijos, sin importar los medios que deba usar para conseguirlo. Así eso incluya un viaje a las Vegas con todas sus amigas, un secuestro, un ataúd y una boda sin el consentimiento de uno de los cónyuges. Seduciendo al Coreano es la historia de amor de la hija de Aledis y Brais, unos de los protagonistas de Seduciendo. Es una novela independiente y se puede leer por separado, pero si queréis conocer un poco más de la loca familia que conoceréis en esta novela, ya sabéis dónde encontrarlo.
El nombre de Carlos siempre ha sido un estigma en la vida de Leire. Desde niña ha tenido sueños, retazos de una vida que no le pertenece, pero eso no le ha impedido enamorarse de un hombre de ojos ambarinos que la visita por las noches y desaparece al amanecer. Esa obsesión la ha llevado a dudar de su propia cordura, y con los años su existencia se ha convertido en una contínua lucha que ni los terapeutas han podido solucionar. Resignada, comprende que su destino es amar a un espejismo. Sin embargo, todo cambia el día en el que su camino se cruza con una extraña gitana que le recita una intrincada profecía; momentos después, su visión se pierde en unos ojos color ámbar idénticos a los del hombre de sus sueños. Vidas entrelazadas, miradas perdidas en diferentes tiempos y sentimientos tan profundos que ni la muerte logrará destruir. Mientras te recuerde es una historia de almas errantes, de reencuentros y de esa magia que solo el amor puede crear. Vive entre sus páginas un amor paranormal y descubre el verdadero significado de almas gemelas , vidas pasadas y reencarnación ; porque los sueños, tal vez, son una realidad.
Una protagonista digna de ser una villana Un empresario exitoso que no supera su pasado Un mujeriego al que le va mal en el amor Una mujer embarazada que odia a los mujeriegos Primer libro: Seduciendo al millonario Aledis no había tenido una vida fácil y todo lo ocurrido en ella la llevó a crearse una máscara de superficialidad y egoísmo. Tanto, que su mejor amigo la llamaba Perra. Su vida da un giro la noche en que recibe un email de un admirador secreto, ¿qué podría pasar por responder? Lo que nunca imaginó fue que el pasado que tanto deseaba dejar atrás llegaría para hacerla enfrentarlo y, con él, tal vez el amor de un hombre que ni por asomo era el de sus sueños. Segundo Libro: Seduciendo al mujeriego Karla es una inmigrante venezolana que dejó su país con el sueño de una vida mejor junto al hombre del que se había enamorado, pero en esos sueños no entraban que su novio la abandonara, le fuera infiel y, para colmo, dijera que el hijo que esperaba era de otro. Ella no quiere saber más de los hombres y menos de un mujeriego... Hasta que aparece él. ¿Podrá un mujeriego enamorado reformarse? ¿Podrá Karla volver a confiar en el amor?
Después de tres años de matrimonio hermético, Eliana nunca había visto a su enigmático esposo hasta que le entregaron los papeles del divorcio y se enteró de que su supuesto esposo estaba cortejando a otra mujer sin importarle cuánto le costara. Ella volvió a la realidad y decidió divorciarse. A partir de entonces, Eliana dio a conocer sus diversos personajes: estimada doctora, legendaria agente secreta, hacker reconocida, célebre diseñadora, experta piloto de carreras y distinguida científica. A medida que se conocieron sus diversos talentos, su exesposo fue consumido por el remordimiento. Desesperado, suplicó: "¡Eliana, dame otra oportunidad! Todas mis propiedades, incluso mi vida, son tuyas".
La vida era un lecho de rosas para Debra, la hija del Alfa, hasta que tuvo una aventura de una noche con Caleb. Estaba segura de que él era su pareja designada por la Diosa de la Luna. Pero este hombre odioso se negó a aceptarla. Pasaron semanas antes de que Debra descubriera que estaba embarazada. Su embarazo fue una vergüenza para ella y para todos los que amaba. No sólo ella fue expulsada, sino que su padre también fue perseguido por los usurpadores. Afortunadamente, sobrevivió con la ayuda de la misteriosa Manada Espina. Pasaron cinco años y Debra no supo nada de Caleb. Un día sus caminos se volvieron a cruzar. Ambos estaban en la misma misión: llevar a cabo investigaciones secretas en el peligroso pueblo de Roz por la seguridad y la posteridad de sus respectivas manadas. Caleb todavía se mostraba frío con ella. Pero con el paso del tiempo, se enamoró perdidamente de ella. Intentó compensar el abandono de Debra, pero la chica ya no lo quería. Estaba empeñada en ocultarle que tenían una hija y también en hacer una ruptura limpia. ¿Qué les deparaba el futuro a los dos mientras viajaban por el pueblo de Roz? ¿Qué tipo de secretos encontrarían? ¿Caleb se ganaría el corazón de Debra y conocería a su adorable hija? ¡Descúbralo!
Una propuesta de matrimonio cambia la vida de Rebeca y su hija para siempre, ya que el millonario y atractivo Damon necesita de una esposa para heredar lo que por derecho le pertenece. Sin embargo, más que por heredar una gran riqueza este lo hace para véngase de su padre y para que no desperdicie el patrimonio de su familia con su querida amante.
Kimberly Holden volvió a su vida anterior. Antes, ella fue defraudada por su esposo infiel, acusada falsamente por una mujer vil y acosada por su familia política, ¡lo que llevó a su familia a la bancarrota y ella misma se volvió loca! Al final, embarazada de nueve meses, murió en un accidente de auto, mientras que los culpables se hicieron ricos y llevaban una vida feliz. Ante la segunda oportunidad que le regaló el destino, Kimberly estaba decidida a vengarse. ¡Que todos sus enemigos se vayan al infierno! Ella se deshizo del hombre infiel y su amante, reconstruyó la gloria de su propia familia sin ayuda de nadie, llevando a la familia Holden a la cima del mundo de negocios. Sin embargo, no esperaba que el hombre frío e inalcanzable de su vida anterior tomó la iniciativa para cortejarla: "Kimberly , no tuve la oportunidad en tu primer matrimonio, el segundo siempre será mi turno, ¿verdad?".
En opinión de todos, William se había casado con Renee bajo la presión. Ahora que su verdadero amor había vuelto embarazada, no podían esperar a que abandonara a Renee. Sorprendentemente, Renee fue sincera sobre la situación: "Para ser franca, soy yo la que pide el divorcio todos los días. Lo deseo incluso más que cualquiera de ustedes". Pero ellos ignoraron su comentario como un mísero intento de salvar las apariencias. Hasta que William hizo una declaración: "El divorcio está fuera de discusión. Cualquiera que difunda falsos rumores se enfrentará a consecuencias legales". Renee estaba confundida. ¿Qué planeaba hacer ahora este loco?
Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".