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La guerra ha alcanzado un pequeño asentamiento humano, los cuales se ven forzados a escapar para salvar sus vidas. Todas las personas huyen de su país de origen para escapara de la crueldad la gobernante del pueblo de los enanos. Tras una larga travesía llegan a lo que creían era un lugar seguro. Sin embargo, nada más alejado de la realidad, sin saberlo los refugiados se adentraron en un lugar que es considerado un infierno en la tierra. Es aquí donde una joven mitad demonio llamada Terra, tendrán que buscar un lugar seguro para ella y su familia dentro de ese infierno para escapar de la guerra que amenaza con erradicar a todas las razas que no tengan la fuerza para defenderse.
Los cañones de los Enanos todavía resuenan en mis oídos y mis piernas a duras penas pueden sostener el peso de mi demacrado cuerpo ¿Por cuánto tiempo hemos corrido sin descanso? Siento que mis pulmones estallaran en cualquier momento, mientras mi padre jala desesperadamente mi mano para que no me detenga.
Ya no puedo más; no puedo correr más, simplemente he llegado al mi límite. En ese momento finalmente mis piernas cedieron ante el peso de mi cuerpo y el cansancio, haciendo que tropezara con una pequeña roca que hay por el camino.
Involuntariamente jalé el cuerpo de mi padre haciendo que perdiera el equilibrio y ambos terminamos cayendo pesadamente sobre el pedregoso y áspero suelo de este yermo sin vida.
-¡No, Cariño!-mi madre gritó desesperada al notarlo e inmediatamente corrió en nuestra ayuda. Quizá para evitar que las personas que corren junto a nosotros nos pisoteen mientras escapan.
-¡¿Qué haces Terra?! ¡Levántate! -mi padre prácticamente me suplica que me ponga de pie mientras me jala con mucha fuerza desde el extremo del brazo.
Por supuesto intenté cumplir su petición, pero mis piernas simplemente ya no responden; ya no puedo correr más.
-¡¿Qué pasó?! -mi madre se acercó a nosotros con desesperación y tomó con fuerza el hombre de mi padre -¡No podemos quedarnos en este lugar, tenemos que escapar!
-¡Levántate, Terra! -exigió mi padre nuevamente, pero luego notó el incontrolable temblor de mis piernas y su desesperada mirada se suavizó ligeramente.
En mis oídos ya solo resuena el aterrador tronar de los cañones y las explosiones, en este yermo árido lo único que se ve a la distancia a parte de polvo y rocas son los destellos provocados por las explosiones.
¿Qué sentido tiene seguir corriendo? Los Enanos tienen aterradoras maquinas con las que eventualmente nos alcanzaran y con seguridad terminarán el trabajo ¿No sería mejor esperar en este lugar nuestro destino?
-Y-ya no puedo correr más, padre -respondí suplicante.
Al escucharme, mi padre no perdió un solo segundo en cargar mi cuerpo y acompañado de mi madre continuó corriendo desesperadamente. Puedo sentir claramente la musculatura de sus fuertes brazos y el temblor de sus piernas con cada pisada que da.
-Déjame ayudarte, cariño -Incluso en una situación como esta, mi madre todavía le ofrece amablemente su ayuda a mi padre.
-¡No te preocupes por mí, tú solo continúa corriendo!
Así continuó una larga y desesperada carrera por nuestras vidas, mi padre corrió cargando mi cuerpo por aproximadamente media hora antes de que el cansancio finalmente lo derrotará y ambos caímos al suelo.
-¡Arhg! -gritó mientras de alguna manera se las ingenió para girar su cuerpo y asegurarse de que no sufriera ningún daño por la caída, él me protegió aún a costa de su integridad física. Mientras estaba acunada entre sus brazos, sentí que me abrazaba incluso con más fuerza -Lo siento, mi pequeña florecita de primavera... tu padre ya no puede más... -dijo con una suave voz que interrumpe sus constantes jadeos.
-¿Papá? -Quería decir algo, pero por algún motivo nada viene a mi cabeza.
-¡Cariño! -En algún momento mi madre se dio cuenta de lo que había sucedido y volvió por nosotros y rápidamente me separó del fuerte abrazo de mi padre e intentó ayudarlo para que pudiera levantarse -Espera ahí, Terra -dijo después de jalarme hacia un costado -Ayudaré a tu padre y luego...
Esa fue la última vez que pude ver a mis padres. Los siguiente que supes es que un fuerte estruendo hizo vibrar todo el lugar, lo que hizo que quedara completamente cegada y aturdida. Lo único que escucho es un molesto zumbido; un aborrecible "!Tiiiii!" que lastima mis oídos.
Cuando mi visión nuevamente se aclaró y el severo mareo se desvaneció ligeramente descubrí que estaba en el suelo y mi cuerpo está completamente teñido de sangre.
-¿Q-qué es esto? -Mis manos no dejan de temblar mientras veo mi cuerpo completamente teñido de rojo. Fue entonces cuando levante la mirada; aún no me recuperaba y estaba completamente atónita.
No sé si fue un reflejo involuntario o fui atraída por el sonido, pero al levantar la mirada, descubrí que en el lugar en el que deberían haber estado mis padres solo había un pequeño cráter, en cuyo centro aún se puede distinguir ligeramente los cuerpos de las personas que estuvieron en ese sitio alguna vez.
¿Por qué no puedo moverme? ¿Por qué no puedo decir nada? Las personas en es ese lugar son todo lo que tengo; lo que más aprecio en este mundo. Sin embargo, no puedo moverme...
Siento que las lágrimas se acumulan en mis ojos; siento que algo en el interior de mi pecho duele; duele mucho ¿Qué es este sentimiento? Me tomó mucho tiempo el solo poder moverme, para dejarme caer sobre mis rodillas y arrastrarme con dificultad hacia aquel cráter.
Me arrastré sin preocuparme por las innumerables heridas que produce la arenisca cuando alguien se arrastra por ella; así me arrastré hasta llegar al centro del cráter solo para poder abrazar los que queda de las personas que más amo en este mundo.
-¡¡¡WHAAAAAAAAAAA!!! -produje un oscuro y desgarrador grito, mientras lloro sin control -¡Papá! ¡Mamá! -Abrazaba trozos de carne, porque de lo que una vez fueron mis padres era todo lo que quedaba.
No puedo escuchar nada, pero de alguna manera puedo saber que hay alguien acercándose al lugar en el que estoy.
-¡Mi señora, hemos encontrado una superviviente! -anunció un hombre envestido con una imponente armadura de metal que cubre todo su cuerpo. Aquel hombre debe medir unos dos metros y medio de altura.
Sé muy bien de donde proviene ese hombre, él es uno de los soldados del pueblo de los Enanos. Nunca entendí por qué llaman enanos a una raza que literalmente es enorme.
-Oh, déjame verla -Tras una orden dada por una imponente voz femenina, aquel gigantesco hombre de hierro me separó de mis padres y me obligó a ir con él.
-¡No! ¡Suéltame! ¡Papá! ¡Mamá! -Intenté forcejear tanto como pude para liberarme, pero era inútil.
-¡Quédate quieta! -Aquel gigantesco hombre de hierro me golpeo sin piedad justo en el rostro, mientras me jala de la cabellera hacia el lugar que le indico aquella voz femenina. Por supuesto, tras ese golpe no pude resistirme más -Aquí la tiene, mi señora -él me levanto por la cabellera causándome un dolor atroz.
-¡Hiaaaaa! ¡No! ¡Duele! -Fue ahí cuando vi a la responsable de esta esta tragedia, aunque apenas y puedo escuchar lo que ella dice, ya que todavía no he recuperado completamente la audición.
-Esta chica no está nada mal, pero creo que en ese estado no me servirá -la mujer en cuestión es bastante pequeña, su cabello es lacio de color negro y sus ojos son de un tono rojo brillante; su apariencia hace que mi corazón literalmente se encoja -Esta chica ya no tiene ninguna utilidad para usarla como esclava, pero quizá sea un buen señuelo para acabar con la plaga.
-No esperaba menos de usted, mi señora -el soldado de hierro parece que es quien responde en este momento, realmente no puedo distinguir bien los sonidos.
-¡Jajajaja! Por supuesto, no por nada me llaman la Emperatriz sanguinaria -Puedo escuchar ligeramente como esa mujer se ríe -Veamos qué es lo que atesora esa joven... -anunció algo mientras se acerca al cráter en el que están los restos de mis padres.
-¡No te atrevas a acercarte a ese lugar! -no pude reprimir mi ira pese a que realmente no sé lo que sucede, debido a que no escucho bien, pero me molesta que esa mujer se acerque a ese lugar.
-Oh, mira esos ojos... Veamos qué es lo que tanto atesoras... -luego de decir algo, finalmente llego al borde del cráter -¡Ahjajajajaja! Pero si no es más que carne putrefacta -En este punto escuché su burla con claridad.
-¡Maldita! ¡No te atrevas a hablar así de mis padres!
-Oh, así que esos grotescos trozos de carne eran tus padres... -ella realizó una exagerada reverencia hacia mí -Una disculpa - eso fue lo que dijo antes de empezar a pisotear los restos de mis padres mientras se ríe con placer -¡Jajajajaja!
-¡Te mataré! ¡Juro que te mataré! -Si tan solo las miradas pudiesen matar, probablemente habría asesinado a esa mujer diez veces ese día.
-¿Qué tiene de malo pisotear y enterrar la basura? -dijo antes de escupir con desdén sobre los restos de mis padres -De todas formas, una débil e impotente criatura como tú no puede hacer nada contra un progenitor.
-¡Te mataré! ¡Juro que lo haré!
-Ah, que molestia...
-¿Quiere que la mate mi señora?
-No solo ponla a dormir por ahora, necesitamos un buen cebo -Aquel soldado de hierro no perdió un solo segundo en dejarme inconsciente, por lo que no pude escuchar bien lo que dijo esa mujer al final, pero de alguna manera me las arreglé para escuchar el nombre de esa mujer. Lo que afortunadamente es todo lo que quería saber.
En algún momento en el viaje entre la conciencia y la inconciencia, escuche a la mujer hablar con alguien. En esa conversación escuche dos cosas que llamaron mi atención.
-Emperatriz Napoleón, ha llegado su invitado.
-Que páse.
-¿Hum? Sigues siendo tan rastrera como de costumbre, ¿no es así? Décimo segunda progenitora, Amira.
-No te atrevas a llamarme por ese nombre, octavo.
-Oh, lo había olvidado... Prefieres que te llamen Napoleón, ¿no?
-¿Qué te trae a este lugar, octavo progenitor?
-Escuché que diriges una expedición al Eden y ya que somos aliados pensé que...
Eso fue todo lo que pude escuchar antes de que uno de los gigantescos soldados de hierro me sacara del lugar. Lo siguiente que supe es que había sido abandonada en algún lugar de ese árido y desolado yermo.
Incluso en mi situación tengo que buscar la forma de sobrevivir y así, algún día encontrar a esa mujer llamada Napoleón y arrancarle su palpitante corazón del pecho.
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