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Amaba el romance, pero no creía en príncipes azules ni en finales felices. Más bien me atraía los príncipes negros, aquellos misteriosos hombres, que lo único que hacen en ti, es activar una atracción difícil de quitar, que te hacen descubrir ese lado oculto que todos tenemos, esos que tienen el cartel de prohibido y peligro con luces de neón alrededor suyo. Exacto, los chicos malos. Y Alessandro Rizzo lo era. La primera vez que lo vi, su belleza me deslumbro. La segunda vez que coincidimos, decidí hablarle. Lo que no contaba, era con la ignorada olímpica que me dio, fuera de ponerme triste, me puso ansiosa y deseosa por conseguir su atención. La tercera vez, lo tenía apuntándome con un arma en la cien. La cuarta, lo estaba salvando de la muerte. Sabía que no estábamos hechos para estar juntos, su mundo y el mío eran muy distintos...o eso pensaba yo. Pero la atracción que había, era mucho más fuerte que la razón. Sabía de antemano que solo yo perdería en esto, pero no lo pensé dos veces, y me tire al abismo sin tener la certeza de que sería atrapada al caer. Solo podía pensar. ¿Estará él, al final del abismo?
Actualidad
Había pasado una semana en que faltaba a clases con la excusa que nadie cuidaría mejor a Dalila que yo, pude convencer a mis padres en ese momento, no era difícil, una mirada y ojitos de cachorrita y los tenia, una completa manipuladora, lo sé.
Aunque mi subconsciente me jodida a cada momento por eso, el mismo sabía que solo estaba intentado sobrevivir de aquel hombre. Era un hecho de que apenas pisara la universidad moriría, no tan literal, pero de que moriría en la universidad lo hacía, era ley.
Pero no podía morir, primero tenía que probar un latino, si o si.
-Tranquila, no morirás -susurre para mí misma viendo personas entrar y salir de la facultad de medicina. Había acabado el efecto en mis padres.
- ¿Te bajas del auto o te saco? -volteé a ver a mi mellizo con fastidio.
-Necesito mentalizarme en que hoy será un buen día, cállate.
-Te noto rara desde que salimos de casa, ¿Sucede algo?
Evite rodar los ojos cuando se puso en plan hermano mayor preocupado, sabía que se preocupaba por mí, claro, era su hermana y habíamos compartido un estrecho lugar en esa pequeña barriga de mamá.
Aún sigo sin creer como logramos sobrevivir ahí adentro, y lo peor, como esa pequeña vagina nos había expulsado, sí que tenía una vagina flexible, y esperaba tenerla también, claramente no para tener bebes, solo para dejar entrar de vez en cuando tamaños increíbles, si un bebe podía salir de ahí, claramente un gran pene podía entrar. Solo era lógica. -Mierda, yo y mi manía de salirme del tema- ¿por dónde iba?, si, Luciano me amaba y yo lo amaba, éramos inseparables, y por eso mismo lo conocía más que el mismo, así que sabía que detrás de su ¿Sucede algo? quería averiguar otra cosa, indirectamente...como siempre.
- ¿Qué pasa con Lia? -decidí fastidiarlo para que me dejara en paz de una vez por todas. Se tensó de inmediato y huyo de mi mirada.
- ¿Por qué tendría que pasar algo con ella? -pregunto a la defensiva.
-No lo sé, tú dime -lleve mis dedos a un lado de mis ojos, llegando a tocar el final de mis cejas y los estire, de tal forma que quedaron mis ojos achinados, como el del meme.
¿Era un chino, no?
Después de su pequeña crisis epiléptica pudo hablar.
-Por dios Luciana, bajete -di mi trabajo por hecho cuando lo vi sonreír.
-Solo espero que algún día tengas la valentía para confesarme el amor que se tienen ambos, malditos pecadores.
Sonreí al ver su rostro pálido, no había ningún rastro de aquella sonrisa que poseía hace pocos segundos. Salí del auto con mis energías renovadas y me dispuse ir a mi primera clase del día.
Iba tatareando una canción, cuando un jalón de mano -demasiado fuerte, cabe aclarar- hizo voltearme bruscamente. Tal vez le habría dicho un insulto, o simplemente le hubiera hecho una llave, pero vamos.
¿Cómo podría ganarme un nuevo motivo para que Alessandro Rizzo quisiera acabar conmigo?
No dijo nada, al parecer esperaba que yo hablara, lo que claramente no iba suceder. Temía que mi lengua viperina no se callara nada.
No digas nada.
No digas nada.
No di...
- ¿Acaso fue duro el golpe que te di para afectarte el área de broca*? Ya se -sonreí. C a l l a t e-. Me tienes tanto miedo, que en mi presencia no puedes formular una palabra.
Si me tocaría describir exactamente que pude observar en sus ojos, diría: al diablo.
El no dijo nada, solo sonrió, con esa maldita y sensual sonrisa por la cual suspiraba internamente.
Tuvimos un gran recorrido por toda la facultad, hasta que llegamos al final, exactamente, lo que dividía un pequeño bosque de la facultad de medicina y seguimos. Empecé a intentar zafarme de su agarre, pero era en vano, me tenía inmovilizada, a mí, a Luciana Licciardi.
Qué vergüenza.
Aunque una parte de mi quería saber hasta dónde podía llegar Alessandro, algo arriesgado, lo sé.
-Te lo advertí -Susurro con voz grave. Trague fuerte, sintiendo como su aliento golpeaba mi cuello.
-Sería un poco cliché que me mataras en este bosque, ¿No crees?
¿Por qué no te callas de una buena vez Luciana?
-No pensaba matarte, pero gracias por la sugerencia.
-Estamos para servir -solté una risita nerviosa. Claramente tenía que aprender a cerrar mi gran boca.
Nos detuvimos en un gran árbol, sorprendiéndome al ver algunas bolsas tiradas a su alrededor. De repente, siento un fuerte golpe en mi nuca, dejándome inconsciente al instante.
[...]
Siento un dolor agudo en mi cuello, así que trato de llevar mis manos en el lugar lesionado pero no puedo, la verdad, es que no puedo moverme.
Inhalo y exhalo profundo antes de abrir mis ojos. Cuando lo hago, observo como estoy atada en el gran árbol donde nos detuvimos.
- ¡¿Qué mierda?! -grite.
- ¿Las sientes muy flojas? -pregunta Alessandro, llegando al frente mío-. Puedo apretar más las sogas si quieres.
Por primera vez en mi vida sentí el verdadero miedo recorrerme, estaba vulnerable delante el chico más lindo que jamás vi, y el más peligroso. Su mirada daba terror, y la manera en que sonreía, me hacía ver que le satisfacía lo que me provocaba...miedo.
"Por más dura que sea la situación, jamás debes mostrar miedo. Al hacerlo, les estarás entregando el arma que puede destruirte. ¿Entiendes? "
Recordé aquellas palabras que me había dicho mi padre en uno de mis entrenamientos con él, así que cerré los ojos, y controle el remolino de emociones que tenía en ese momento.
-Si quieres vengarte, hazlo -exclame con voz fuerte, no había ni un miligramo de miedo en mí, y mis ojos se lo hicieron saber. Se sorprendió, claro que lo hizo, pero solo por segundos.
-Claro que lo haré, ¿acaso lo dudas? -negué-. Querías conocerme, lo harás. Tengo un solo objetivo en mi vida, matar al hijo de puta que mato a mi padre. No quiero obstáculos, ni distracciones en mi camino, y tu pequeña mujer valiente lo eres. Así que espero, que después de esto, no te queden ganas de estar ni a tres metros de distancia cerca mio.
- ¿Qué harás?
- ¿Yo? Nada, dejare que la naturaleza solo lo haga - ¿Qué mierda?-. Si vives aun no era tu hora, si no lo haces...lamentablemente te cruzaste con la muerte.
Sonríe a boca cerrada dejándome atónita.
- ¡Al menos déjame con un cuchillo! -grité, al verlo marcharse.
-Claro que no, pequeña rencarnación fusionada de Bruce Lee y Jackie Chan. Adios Jacklee.
-IDIOTA -grito con todas mis fuerzas.
Ahora, ¿Quién podrá desatarme?
El área de Broca es una sección del cerebro humano involucrada con la producción del lenguaje.
¿Enamorarte del mejor amigo de tu hermano? Jamás, claro que no pasaría…existían códigos no estipulados que lo prohibían, pero si el mejor amigo de tu hermano se trataba de Noah Anderson, había una clara excepción. Y es que, era imposible no enamorarse de alguien como él y no, simplemente no se trataba por la sencilla razón de que era el mariscal de campo y su belleza algo inigualable, tampoco el hecho de que su cuerpo parecía haber sido esculpido a cada detalle meramente meticuloso. ¡NO! Su maldita y hermosa forma de ser. Noah no era un mujeriego, tampoco un badboy y mucho menos hacia parte del grupo de hombres que jugaban con los sentimientos ajenos… Él era todo lo contrario y tal vez por esa razón, tenía un grupo grande de admiradoras…incluyéndome. Hice todo lo posible por frenar los sentimientos que crecían conforme al tiempo, pero él no me lo dejaba para nada fácil con su terrible interés por mí y de querer que estuviera bien en todo momento hasta que lo hice…callé las voces y me adentré al mundo de Noah Anderson sin saber que más adelante estaríamos quemándonos por culpa del amor…nuestro amor. Soy Alison Walker y esta es mi historia.
-Srta. Green, es un placer verla nuevamente -extendió su mano y dudé en agarrarla, pero lo hice y así mismo como la toqué, la solté. -¿Placer? ¿Usted sabía que era yo? -me atreví a preguntar. -La investigué y supe que trabaja de bailarina, contacté al dueño del lugar y me comentó sobre su nuevo trabajo, compré sus servicios y aquí esta. Me señaló, aun teniendo su mirada fija en mí. Se me hacía inquietante y abrumador el que solo me mirara directamente a los ojos, era tan intenso que me intimidaba. -¿Por qué? -susurré. -Porque usted me debe dos favores, Srta. Green y simplemente lo cobraré -se encogió de hombros despreocupado. Señaló el mueble y me senté, él lo hizo al otro lado. -¿Dos favores? -alcé una ceja confundida-. ¿De que habla usted? -Hoy hice que su hija recibiera atención médica y después de darme cuenta que era la mujer que estaba buscando, pagué la suscripción, el tratamiento y justo ahora están buscando un donante, en menos de una semana lo tendrá. Tenía los ojos abiertos como platos, no daba crédito a todo lo que estaba escuchando. ¿Quién era este hombre? -¿Qué es lo que quiere de mí? -pregunté, levantándome del mueble, quería irme cuanto antes, nada de esto me gustaba. -Quiero que finja ser mi novia.
Reyyan Aslanbey decide escapar de su país dejándolo todo atrás, su lujosa vida, su familia, sus amigos y un compromiso organizado por sus estrictos padres, será Francia el lugar donde elegirá para comenzar de nuevo, donde podrá ser ella misma sin temor a ser juzgada. Todo iba bien en su vida, asistía a la Universidad, tenía un buen trabajo y nuevos verdaderos amigos que nunca la traicionarían, hasta que un día cualquiera vio al hermano mayor de su mejor amiga Alison, Louis Lambert, alguien muy sexy y hermoso, era el hombre más hermoso que sus ojos jamás habían visto, pero para él Reyyan no existía, ni siquiera volteaba a mirarla, por lo que ella deseaba que fuera el típico bad boy mujeriego para tener alguna oportunidad de intercambiar palabras, pero no, él era todo lo contrario, él no era un chico malo, no era un mujeriego, no mostraba sus sentimientos hacia nadie quien no fuera su familia, no reía, no sonreía y nunca su mirada iba dirigida a ella, hasta el día donde todo cambió.
Ibiza fue invitada a un evento importante de la empresa para la que trabaja y allí se encontró con una desafortunada situación. Sin que se dieran cuenta le suministraron un fuerte afrodisiaco, el cual la hizo pasar la noche con un hombre supuestamente desconocido. Sin embargo, aquel hombre resultó ser uno de los hijos de su jefe, pero todo se tornó complicado cuando producto de esa noche ella quedó embarazada. ¿Qué sucederá cuando un padre rechace a su bebé sin haber nacido y encima de eso pretende que lo aborten? Esa es una buena pregunta si resulta que años después regresas en busca de perdón para enmendar el error que jamás debió de haber sucedido.
Lascivia. Lujuria y Deseo Las vacaciones acabaron y Rachel debe volver a su puesto como teniente en el ejército de la FEMF, encontrándose con que la central de Londres no es lo mismo. Llegó un nuevo coronel, soberbio y con una belleza que no parece humana. Hombre que no tiene ojos sino dagas de acero que la ponen entre la espada y la pared al sentirse tentada por su superior. Ella sabe que no es sano, bueno, ni correcto sencillamente porque quien incita deseos impuros es el mejor amigo de su novio; Bratt Lewis. Christopher Morgan no es solo el coronel, verdugo y dictador del ejército más importante del mundo, tambien es el terror de la mafia italiana y a futuro el arma que dañara al que predica ser su hermano. Él tenía claro a lo que iba, pero Rachel despertó tentaciones sexuales regidas por aquel pecado desconocido llamado lascivia, demostrando que en cuestiones de pasión no hay amigos, alianzas ni compromisos. Él esta casado y ella sueña con lo mismo, pero la tentación desencadenará entre ellos un torbellino de pasiones, lujurias y deseos que solo viven aquellos que se hacen llamar amantes. "Sus actitudes son las de un desalmado sin sentimientos, pero su físico... Joder, su físico me humedece las bragas." Mafias, ejércitos secretos, infieles, adicciones y engaños. ¿Complicado? No, complicado es convivir con la tentación hecha hombre.
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".
¿Qué esperas de tu cumpleaños? ¿Dinero? ¿Joyería? ¿U otras cosas? Lo que sea, pero por lo menos debe ser un día maravilloso. Lola Li, una mujer linda, encantadora e inteligente, graduada en la comunicación audiovisual a una edad muy temprana. Todo el mundo pensaba que Lola tendría un futuro muy prometedor pero las cosas no salieron como se esperaba. Su fiesta de cumpleaños de 22 años fue una pesadilla para ella. Cuando terminó su fiesta de cumpleaños, su mejor amiga la traicionó, su novio la abandonó y su familia se arruinó por completo. Cuando se despertó al día siguiente, Lola se encontraba tumbada en la cama de una habitación de hotel. Con el corazón acelerado, solo podía recordar vagamente a un hombre extraño con el que estaba anoche. ¿Había venido para salvarla? O, ¿era un demonio que lo estaba persiguiendo?
En su borrachera, Miranda se acercó audazmente a Leland, sólo para encontrarse con su mirada fría. La inmovilizó contra la pared y le advirtió: "No me provoques. Dudo que puedas soportarlo". Poco después, su compromiso se canceló, dejándola en la indigencia. Sin otras opciones, Miranda buscó refugio con Leland. Con el tiempo, asumió el papel de madrastra, cuidando a su hijo. Llegó a comprender que la decisión de Leland de casarse con ella no se debía solo a que ella era obediente y fácilmente controlada, sino también porque se parecía a alguien que él apreciaba. Ante la solicitud de divorcio de Miranda, Leland respondió con un abrazo desesperado y una súplica para que reconsiderara su decisión. Miranda, impasible, respondió con una sonrisa de complicidad, insinuando un cambio en su dinámica. El señor Adams, que siempre fue el controlador, ahora parecía ser el atrapado.