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Todo puede cambiar de un día para otro. ¿Qué pasa cuándo no soportas más y piensas que morirás encerrada? ¿O si todos te creen una mala persona por huir de los problemas? Dime, ¿qué pasaría si no encuentras una salida de la tormenta que te encierra en cuatro paredes dejando solo una oscuridad traumatizando, la agonía de salir viva, con esperanzas perdiéndose de una abrir y cerrar de ojos luego de no soportar las ganas de huir con cada minuto que pasa? Eso es lo que vivió Kira día, tarde y noche, la agonía la consumía extrañando su vida normal antes del infierno que estaba soportando durando los dos peores años de su vida, lo cuál hizo que su regreso sea más difícil de lo que nunca imaginó ser. Sin su único amor, sufriendo infinitamente cada que él llamaba "amor" a alguien quién no era ella. Pero, en el fondo, ella sabía que algo aún latía en el corazón de ambos, aunque verlos juntos la atormentaba. Y todo sin ser su culpa...
- ¿Crees que me siento contenta con lo que habla la gente? Pues no, pero creo que a ti te resbala, cada que escucho lo que hablan de mí, de nosotros, sin siquiera haber hecho nada, me siento miserable. ¿Al menos me has preguntado cómo me siento con todo esto? ¿Con las mentiras que te dicen personas desconocidas y las cuales te crees sin siquiera preguntarme al menos? ¿Me has preguntado si lo que dicen es verdad? No, verdad. Claro.
¿Por qué no confías en mí? ¿Acaso no te he dejado en claro que te amo, o esperas alguna otra cosa o, para terminar, esperas que me rinda y me valla? Pero dejas y das cabida para que se llenen la boca y hablen incoherencias.
-Solo necesito saber la verdad.
- ¡¿Qué más verdades quieres?! ¡Ya te he dicho todo, pero sigues sin creerme!
-No me has dicho todo.
-Ah, ¿no? Entonces, ¿qué es lo que no te he dicho? Dime, ¿qué es lo que me falta decirte?
-Lo sabes, Kira, perfectamente.
- ¿Saber que te engaño cuando no es así? Oh, si, ya me acordé -río-. ¿Eso querías oír?
-Lo sabía, me engañas desde...
- ¡Por Dios, Lían! ¡Lo dije con sarcasmo! ¿De verdad te creíste eso y no las veces que te lo he negado, incluso, jurado?
-Kira, no... solo que... mierda. Han pasado muchas cosas, tu pasado me hace enloquecer. Y yo...
-Tenía quince años, y eso fue hace cuatro años, ¿de verdad crees que sigo siendo la misma loca desquiciada de ese tiempo?
- ¿Sabes qué? Mejor me voy -agarra su celular y lo revisa.
-No, la que se va soy yo, esta es tu casa y no quiero seguir aquí un minuto más -me levanto ganándome su mirada-. Hasta luego, Lían.
- ¿Ya no me dices mi amor? -ríe-. Adiós, amor.
Volteo los ojos y salgo de su casa.
No llores, no llores, no llores, Kira.
Siempre que peleamos terminamos bien, pero últimamente se ha distanciado de mí. Antes no me creía, pero al menos se quedaba conmigo sea a mi lado o en el mismo sitio que yo, pero ahora ya no.
¿Qué pasa, Lían? ¿Qué es lo que te ocurre? Tú no eres así, amor.
No lo sé, pero creo que hay algo más, algo me dice que no solo se ha distanciado por lo de siempre.
Llego al café donde trabajo y me pongo mi uniforme.
-Llegas temprano, que milagro, ¿te has levantado con el pie derecho hoy?
-Ya quisiera yo, pero no -suspiro-. ¿Algo nuevo en mi ausencia, Will?
Niega.
-El jefe ha estado preguntando por ti, mucho, diría que le gustas.
- ¿El cerdo ese? -asiente-. Ganas de irme de aquí no me faltan, siempre me acosa o me toca, pero, según él, es para acomodar mi uniforme -hago una mueca de asco-. Solo sigo aquí porque necesito el dinero. De verdad lo necesito.
-Te he dicho que te puedo prestar, ¿por qué no solo aceptas y luego me pagas?
Vierto café en polvo en la maquina y la enciendo.
-Porque son tus ahorros, estás aquí porque quieres ganar dinero al igual que yo, o me puedo aprovechar -tomo la orden de un cliente y le doy un ticket para que espere su turno-. Además, estoy consiguiendo otro trabajo, no me gusta llegar a casa de mi novio con olor agrio.
- ¿Sigues viviendo con él?
Asiento.
-No puedo darme el lujo de pagar una habitación. Después de la muerte de mis padres lo único que me queda es Lían.
-Cierto, lo siento.
Niego.
-Han pasado un par de años -llamo al cliente y le entrego su orden caliente, me arrimo a la caja registradora dándole la espalda y pongo mis manos en mi pecho-. Parece mentira, parece que fue ayer.
Pone sus manos en mis hombros y asiente.
-Ellos están muy orgullosos de ti, tenlo por seguro.
- ¿Qué hacen gastando tiempo en lugar de hacer dinero? ¡Trabajen!
-Si, señor -digo y a regañadientes vuelvo con mi mirada al frente a atender a las personas que van llegando.
Muster Coffe, un lugar donde tomas tu café sin interrupciones. El lugar ideal para los amantes de lo amargo y negro. No para mí. Todos los días huelo a cafeína gracias a este lindo lugar.
Que asco, odio el café.
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Olor a café impregnado en mi ropa, grandioso.
Camino por la acera jugando con mis llaves hasta que suena mi celular.
Número sin registrar
-2 fotos.
No abro el mensaje y guardo el celular hasta llegar a casa.
-Ya llegué -aviso, cerrándola puerta detrás de mí.
Nadie responde, imagino que no a llegado aún.
Subo a nuestra habitación y me dirijo a bañar. Salgo y me pongo una bata de baño.
- ¿Kira, llegaste? -escucho a Lían en el piso de abajo.
- ¡Estoy arriba! -grito.
Me cambio y bajo.
-Has llegado temprano.
-Will me cubre siempre -me siento en el mueble y cruzo mis piernas-. ¿Vamos a hablar?
-No quiero hablar.
-Lían, no me gusta estar así más de una hora. No es normal en nosotros.
- ¿Qué es normal en nosotros, Kira? -me mira, y me hace asustar-. Dime.
- ¿Pasa algo contigo? Últimamente has estado diferente.
-Estoy cansado, quiero dormir -camina hasta las escaleras, pero lo detengo.
- ¿No me vas a dar un beso?
-No seas infantil.
-Lían... siempre hacemos eso cada que regresamos de nuestros trabajos -suspiro-. Soy tu novia.
Voltea los ojos y se acerca a mis labios, lo tomo por el cuello y profundizo más el beso evitando que se aleje de mí. Me acerco más a su cuerpo, intento que me tome entre sus brazos hasta que lo hace.
-Lían, te extraño tanto -roso nuestras narices y sonrío un poco-. ¿Podemos?
Me toma de la muñeca haciendo un poco de presión, pero lo sigo hasta la habitación. Cierra la puerta y me toma la cintura acercándome. El único testigo de todo lo que pasa es su cuarto. Solo...eso.
-Lían, ¿puedes ser sincero conmigo a lo que te valla a preguntar?
- ¿Qué pasa?
Me acomodo la sábana y me siento.
- ¿Pasa algo?
Me mira, pero no veo la suavidad de siempre.
-Kira, tienes razón, hemos estado distanciados.
- ¿Y tú quieres eso? ¿Lo aceptas?
-Lo entiendo, tu trabajo, el mío, los rumores... Todo afecta.
-No dejemos que lo haga, no lo permitamos. Solo... cree en mí, ¿sí? Por favor, yo te amo más que a nada, no quiero tener que sentir ese vacío que siento cada vez que me hablas o aguantarme y huir sin aclarar las cosas contigo.
-Tienes razón -me abraza, siento su calor, su piel rozando con la mía. Pero no es como antes.
¿Y si solo me estoy haciendo ideas equivocadas?
Duermo encima de su pecho aprovechando su cercanía.
Llamada entrante...
Agarro mi celular y contesto.
- ¿Sí?
-Querida, veo que no has visto mis mensajes.
- ¿Disculpe? ¿Con quién hablo?
-No te preocupes, no me conoces, pero hay alguien que sí.
-Tengo que colgar. Creo que se equivocó de número y marcó mal.
-Oh, claro que eres tú, la novia de mi Lían.
- ¿Disculpe?
-Descansa, querida, aprovéchalo -cuelga.
- ¿Quién era? -pregunta.
-No lo sé -me quedo pensando, y decido abrir el único mensaje que no tengo registrado.
-2 fotos.
-Amor, ven, acuéstate.
-Dame un segundo -descargo las imágenes y me tapo la boca al verlas ahogando un quejido-. Lían, tú...
- ¿Qué pasó?
Le enseño las fotos evitando torpemente no sollozar.
-Amor, no es lo que parece...
- ¿Por eso has estado así en estos días? -mis labios tiemblan y mi voz se corta-. ¡Respóndeme!
-No, yo... así no son las cosas. Puedo explicarlo.
- ¿Desde cuándo?
-Amor, no...
- ¡¿Desde cuándo me ves la cara de estúpida?!
-Kira...
- ¡Respóndeme, Lían!
-Hace tres días.
-Tres... ¿Eso es lo que vale nuestra relación? ¿Tres días? ¿O más?
-No, Kira -se acerca y me toma las manos-. Amor, no es lo que parece, créeme a mí, ¿sí?
- ¡Yo te amaba! ¡Creía que de verdad estaba haciendo algo mal! ¡Pero era todo lo contrario! Mientras que yo trabajaba... ¡tú te revolcabas con ella!
-No...
- ¡Deja de mentir! Tú culpándome de algo que tú mismo hiciste... ¿Por qué me hiciste esto? -me levanto y me pongo mi ropa rápidamente, dejando que salgan las lágrimas por mis mejillas, dejando que mis quejidos ahogados toman el control de mi garganta.
- ¿A dónde vas?
- ¡Lejos de ti!
-Pero créeme, digo la verdad.
Río.
- ¿Quieres que te crea luego de lo que cabo de ver? Me culpabas de algo que perfectamente sabías que no era cierto, ¿por qué? ¿Para tapar tu infidelidad y que no me diera cuenta? ¡Gracias al cielo esa tipa me llamó y me di cuenta de todo esto antes de que sea más tarde! ¿De verdad no pensabas decírmelo? Preferiste hacerme sentir mal, creer que yo estaba mal. Preferiste lastimarme, porque eso es lo que tu actitud causó. Lastimarme. ¡Por qué lo único que hice fue darte algo sincero aún recibiendo lo contrario! -agarro mi celular de la cama y trato de salir-. ¡Suéltame!
-No, no te vas a ir así.
- ¡Que me sueltes!
-Yo te amo, mi amor.
-Deja de llamarme así, a partir de ahora tu y yo ya no somos más que conocidos.
-No... ¡Cometí un error! ¿Sí? ¡Pero me arrepiento porque te amo!
- ¡Tú no amas a nadie!
-Te amo a ti... lo siento tanto -agacha la cabeza y empieza a sollozar-. Traté de buscar con quién pasar mis enojos y... lo siento -me duele verlo así, pero más me duele lo que me hizo.
Me suelto de su agarre y bajo las escaleras.
Limpio las lágrimas que siguen en mi rostro con fuerza y suspiro.
- ¡Amor! -Lían sigue mis pasos a toda prisa, pero no me detengo hasta que llego a la puerta.
-Que quedé en claro que la que cometió el error no fui yo.
-Kira, mi amor, espera...
Salgo y cierro para salir. Afuera, en medio de la fría noche, no detengo y saco todo lo que había retenido dentro. Insulto, grito, aprieto mis puños. Hago miles de cosas para calmarme, pero no lo consigo.
- ¡¿Por qué tú?! -lloro sin remordimiento alguno.
Estoy sola caminando por las vagas y oscuras calles de mi ciudad.
- ¡Maldición, Lían! -me tapo la cara con mis puños sosteniendo mi frente.
Me duele la cabeza, mi estómago está revuelto, mi garganta arde mucho, pero no puedo dejar de llorar.
- ¡Yo te amaba! ¡¿Qué hice mal?!
Me siento en la acera de una calle sin casas detrás. Pongo mis dorillas en mi pecho y me abrazo llena de sollozos de dolor.
-Miren nada más lo que tenemos aquí.
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