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Primer libro de la bilogía Andersen. Paula Dohmen siempre ha llevado una vida regida por las reglas, por la normas, y por la decencia. Ser chica buena siempre ha sido su lema. Siempre manteniendo claras sus ideas y metas, no habia nada que pudiera hacerla flaquear o perder la cabeza. Pero entonces por capricho de la vida, conoce al doctor Andersen, quien la hará ver que no siempre podrá resisitirse a las tentaciones y que él será su mayor motivo para perder la cordura. Sin embargo, él no busca nada más que placer asi que propone un trato: disfrutar, sin que nadie se enamore. Y queriendo salir de la rutina, y viéndose atrapada por su hipnótico sex appeal, decide aceptar el trato, sin medir las consecuencias que eso traería. Por una mala decisión, se ve envuelta en un mundo de sentimientos encontrados, corazones rotos y amores no correspondidos. "No te enamores, o saldrás lastimada."
Camino apresurada en dirección a la Universidad. Llevo 1 hora tarde y la desesperación se está haciendo presente en mí. Sin darme cuenta, había dejado el celular sin carga y la inservible alarma no había sonado.
Acomodo los papeles que llevo en la mano mientras empiezo a dar zancadas más grandes. Llevo en esos papeles el proyecto en el que había estado trabajando durante meses, hasta la noche anterior. Proyecto por el cual me desvelé y ahora me encuentro casi corriendo para poder alcanzar al menos la segunda hora en la Universidad.
Mientras camino ubico los papeles, las ordeno por página y me aseguro de que se encuentren bien alineados. Una vez segura de que todo está perfecto, dejo salir el aire que había estado reteniendo en mis pulmones y trato de relajarme. Ya solo me falta una calle para llegar al Campus y eso me tranquiliza un poco.
Me gustaría correr para poder llegar con más rapidez, pero la defensa del dichoso proyecto me obliga a traer tacones y falda lápiz, por lo que la tarea de correr me resulta imposible.
Observo que el Campus está cada vez más cerca y sonrío. Necesito encontrar felicidad entre toda la preocupación que me inunda. Siempre me ha gustado tener todo en orden, ser puntual y destacarme en todo lo que hago, así que llegar tarde en un día tan importante como hoy, definitivamente me saca de quicio. Bendito celular.
Al llegar a la entrada del campus me detengo un momento para apaciguar mi respiración, y antes avanzar decido cerciorarme de que llevo todo lo necesario en la cartera: lápices, cuadernos, marcadores y un libro. Una vez segura, quito la vista de la cartera para mirar la acera, pero como la suerte siempre me acompaña y nunca se separa de mi lado, la punta del tacón de mi zapato encaja en uno de los relieves, ocasionando que me caiga de bruces al piso. Mis papeles vuelan por todas partes y de pronto siento un escozor en las palmas de mis manos gracias al suelo rasposo.
Intento levantarme del suelo cuando escucho una voz burlona detrás de mí.
-Bonita manera de caer al suelo.-la voz ronca que escucho me eriza la piel, pero al mismo tiempo el tono de burla me irrita.
Alzo la vista y observo al inoportuno. Un hombre guapo pero totalmente desconocido se encuentra frente a mí. Tiene el cabello negro, que en comparación a su aspecto, se encuentra bastante desaliñado; lleva una camisa blanca que se ciñe bastante bien a su abdomen; un pantalón negro que cae justo en sus caderas y acentúan sus piernas atléticas; bajo la vista a sus zapatos y veo que los tiene bien lustrados. Siento que me quedo observándolo por varios segundos de forma descarada y entonces reacciono. Alzo la cabeza un poco y veo que me tiende la mano, pero declino su ayuda y me apresuro en levantarme del suelo.
Intenta de nuevo ayudarme a ponerme de pie pero amablemente niego con la cabeza y lo miro con cara de "dejame en paz" para luego disponerme a limpiar mi falda, que para mi desgracia, se cubrió de polvo. Gracias al cielo no queda tan mal, y suspiro aliviada al ver que mis tacones siguen intactos, al menos no se quebraron. Levanto la vista de mis tacones y observo al desconocido, quien se encuentra mirándome con una expresión divertida en el rostro, como si en la frente tuviese escrita la palabra "burla".
-Podría al menos agradecerme la ayuda ¿No cree, señorita?- dice burlón, metiendo las manos en los bolsillos.
-¿Agradecer qué?-alzo una ceja- ¿Qué esté burlándose de mí?-Respondo, con sarcasmo.-Créame que no encuentro motivos para agradecerle.
-Pero qué genio.-se ríe.
Ignoro sus palabras y me agacho para juntar los papeles que se encuentran dispersos en el suelo. Se me hace cada vez más tarde, y siento que las lágrimas amenazan con acumularse en mis ojos en cualquier momento. La mañana no puede ir de mal en peor. Trato de juntarlos con mucha sutileza para no mancharlos y de pronto el susodicho a mi lado se pone de clucillas cerca de mí para ayudarme a recoger los papeles. Sin pensarlo, me levanto con la intención de alejarme de él pero en vez de alejarme, solo me pongo de pie y aprovecho para ver cómo acomoda los papeles en la mano. Me doy el lujo de observarlo mejor y con más detenimiento. Tiene la tez blanca, los labios carnosos, sus pestañas son largas y espesas, y un poco de cabello tapa su frente. Lo más llamativo en su rostro son sus lunares, que aunque no son muchos, son bonitos y se encuentran perfectamente acomodados en su piel.
A decir de verdad es muy guapo, tiene buen porte, va bien vestido y huele rico. Pero en estos momentos me interesan más los benditos papeles que el hombre que se encuentra frente a mí.
-Por favor, tenga cuidado, no quiero que se manchen.
Levanta la vista un momento y suelta un risita que se me antoja un tanto irónica.
Cuando termina de acomodarlos se pone de pie para luego darme los papeles. Con el ceño fruncido observo su expresión divertida y me nacen unas ganas de patearlo entre las piernas, pero no creo que sea muy buena idea, así que me doy por vencida y termino tomando los papeles. Me brinda una amplia sonrisa cuando los tomo, sin embargo yo evito devolverle el gesto.
-Gracias.-sin más que decir, empiezo a caminar, dejándolo atrás.
Mientras camino no puedo evitar sentir como su mirada persigue mis pasos al andar.
Dara empieza un nuevo trabajo como encargada de recursos humanos en una de las empresas más importantes de su país. Al firmar el contrato supo que cosas buenas vendrían a su vida, pero no tuvo en cuenta que el señor Belial, su jefe, no le dejaría el camino tranquilo para cumplir sus propósitos. Con el carácter infernal que lo caracteriza y su extraña manera de actuar, y Dara con la manía de hacerle la contraria en todo, ambos deberán saber trabajar juntos, aunque eso conlleve no dejarse llevar por sus impulsos, o peor aún... Saber dominar el deseo que a ambos los desquicia.
Mi familia era pobre y tenía que trabajar medio tiempo todos los días solo para pagar las cuentas y estudiar en la universidad. Fue entonces cuando la conocí, la chica bonita de mi clase con la que todos los chicos soñaban salir. Era muy consciente de que ella era demasiado buena para mí. De todos modos, reuniendo todo mi coraje, le dije que me había enamorado de ella. Para mi sorpresa, accedió a ser mi novia. Me dijo, con la sonrisa más bonita que he visto en mi vida, que quería que el primer regalo que le diera fuera el último iPhone de gama alta. Un mes después, mi arduo trabajo finalmente valió la pena. Pude comprar lo que ella quisiera. Sin embargo, la pillé en el vestuario besando al capitán del equipo de baloncesto. Incluso se burló despiadadamente de mis defectos. Para colmo, el tipo con el que me engañó me dio un puñetazo en la cara. La desesperación se apoderó de mí, pero no pude hacer nada más que tirarme en el suelo y dejar que pisotearan mi orgullo. Cuando nadie lo esperaba, mi padre me llamó de repente y mi vida cambió. Resulta que soy el hijo de un multimillonario.
Traicionada por su pareja y su hermanastra en la víspera de su boda, Makenna fue entregada a los despiadados príncipes licántropos como amante, pero su propio padre ignoró su difícil situación. Decidida, ella intentó escapar y buscar venganza, pero, sin darse cuenta, captó el interés de los tres príncipes licántropos, que la deseaban en exclusiva entre muchas admiradoras. Esto complicó sus planes, atrapándola y convirtiéndola en rival de la futura reina licántropa. Enredada en deseo y celos, ¿podría Makenna lograr su venganza en el intrincado baile con los tres príncipes?
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Sólo había un hombre en el corazón de Raegan: Mitchel. Tras dos años de matrimonio quedó embarazada. Raegan se sintió muy feliz. Pero antes de que ella pudiera darle la noticia, él solicitó el divorcio porque quería casarse con su primer amor. Más tarde, Raegan tuvo un accidente y, tumbada en un charco de su propia sangre, le pidió ayuda a Mitchel. Sin embargo, se fue con su primer amor en brazos. Afortunadamente, Raegan escapó por poco de la muerte y decidió retomar su vida. Años después, se hizo famosa en casi todo el mundo. Después del divorcio, Mitchel se sintió muy incómodo. Por alguna razón, empezó a extrañarla. Le dolió el corazón cuando la vio sonreírle a otro hombre. En la ceremonia de su boda, él irrumpió y se arrodilló. Con los ojos rojos, preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Por qué te casas con otro hombre? ¡Vuelve a mí!".
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