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«Lo que nos hace diferentes, nos hace Ăşnicos» Anne creciĂł entre tuercas y motores, su mayor pasiĂłn siempre fue y será reparar los autos que ingresan al taller. Los prejuicios y comentarios despectivos nunca la detuvieron, es más, la impulsaron a seguir adelante en un oficio ocupado en su mayorĂa por hombres. La seguridad propia de ella se quiebra con los temblores causados por un pasado desconocido que emerge para ubicarse en el presente y sacar a luz un secreto celosamente guardado. No sabe quiĂ©n es quiĂ©n y su Ăşnico pilar será su mejor amigo de toda vida. ÂżSerá suficiente el amor para no ahogarse en el aceite negro de las mentiras?
-¡Anastasia, baja de una vez por todas!
Y he ahà una de las maneras más dulces de ser despertada por el abuelo.
-¡Ya voy! -digo contra la almohada. Estiro la mano y recojo mi celular de la mesita de noche, que se encuentra al costado de mi cama.- Oh vamos abuelo, son las cinco de la mañana -reclamo al ver el horario- un lunes -agrego gruñendo y vuelvo a tapar mi cabeza con la frazada.
De repente siento cĂłmo jalan la, calentita y acogedora, frazada de tigre de un tirĂłn. -Vamos Anne, a levantarse -dice mi abuelo abriendo las persianas- Tenemos mucho trabajo en el taller.
-Cincuenta minutitos más -digo sin abrir los ojos.
-Ni dos minutos más. Vamos, arriba.
-¡Oye! -para completar me quita la almohada.
-Anne -lo dice en forma de advertencia, por lo tanto doy todo de mĂ y me levanto lentamente.
-Ya está. Ya estoy despierta, ¿contento?
-Lo estaré cuando te vea dentro de cinco minutos desayunado -espeta. Sin más sale de la habitación dejándome medio despierta, medio dormida.
Me levanto y camino hacia el baño, me doy ducha rápida y luego salgo caminando a trote hacia el comedor, donde encuentro a mi abuelo tomando su tradicional café batido y leyendo el periódico.
-Buenos dĂas -saludo a la vez que tomo una galleta de la canasta.
-Buenos dĂas -responde sin levantar la vista y por lo que veo está leyendo la secciĂłn deportiva, en primera plana sale el rostro de un jugador de fĂştbol español que se encuentra celebrando la victoria de su equipo.
-¿Algo nuevo? -digo señalando con los ojos hacia el periódico.
-Nada novedoso, sólo es la victoria del Real Madrid ante Juventus -dice a la vez que cambia de página.
-De seguro Max está que explota de ira -me burlo.
Me llevo una galleta a la boca y saboreo el crocante sabor explotar dentro de mi paladar.
-¿Por qué lo dices? -pregunta
Doy un sorbo de mi café antes de contestar.
-Estuvo esperando ese encuentro todo el torneo con la esperanza de que Juventus gane, pero fue todo lo contrario.
-¡Oh vamos! Es sólo un partido.
-SĂ, pero para Ă©l es El Partido -luego de esto Ă©l vuelve a su lectura y yo me dedico a saborear este delicioso cafĂ©.
Ya son las siete de la mañana y Max brilla por su ausencia, hay tres autos que deben de estar listos para las tres de la tarde y yo sola no podré terminarlos, pues el abuelo fue junto a Sara al colegio; la muy mensa a reprobado más materia de lo que una puede contar con los dedos de la mano. Y eso que apenas van comenzando las clases.
Bueno, el caso es que no he reparado ni la mitad del Audi que vengo revisando desde ayer en la tarde, y ni esperanzas de terminarlo en dos horas para poder entregarlo. Vuelvo a marcar el teléfono de Max, un tono, dos tonos, tres tonos y nada, me vuelve a mandar a buzón.
¿Dónde mierda está?
Vuelvo a revisar el Audi y me doy cuenta que el muy imbĂ©cil de su dueño habĂa doblado barra de direcciĂłn.
La verdad es que no entiendo por quĂ© compras un auto de Ăşltima generaciĂłn si la tecnologĂa te va a superar. Por gente como esta es que el shampoo trae instrucciones.
Para las nueve de la mañana no hay ni rastro de Max ¿Será que debo preocuparme? Él nunca llega tarde y si lo hace siempre me avisa aunque sea por un mensaje.
Pobre de Ă©l si el abuelo llega y aĂşn no está aquĂ, mi abuelo puede ser todo un osito cariñosito pero si se trata de trabajo ahĂ si ya es otra cosa.
Lo peor de todo es que llevo más de dos hora con este bendito auto y ni siquiera voy por la mitad.
En eso escucho el sonido de una motocicleta al frenarse fuera del taller y segundos después veo a un Maximiliano con el pelo mojado y con un olor a perfume de Paco Rabanne que es capaz de llegar al otro lado de la muralla china, por eso es que deseo ser hombre, hasta con los perfumes tienen más suerte los condenados.
Tira sus llaves y su celular junto al mĂo en la Ăşnica mesita limpia en este chiquero, digo taller, y luego me mira con cara de cachorrito mojado, a lo que yo respondo poniendo mis brazos en mi cintura en forma de jarra.
-¿Se puede saber dónde demonios estabas? Llevo la mitad de la mañana encargándome yo sola de todo el trabajo, y tú ni luces. -sueno menos enojada de lo que en realidad estoy.
-Lo siento, Anne, yo.. este... -balbucea. Se rasca nuca y luego se coloca el mono de trabajo sobre su remera, perfectamente, blanca.
-¿Yo... Este... Qué? Mira Max yo seré toda tu mejor amiga que quieras, pero no creas que no te voy a regañar y peor aún -levanto la mano para enfatizar mi queja-, alcahuetear cuando fallas en el trab... -no me deja terminar porque me toma de la cintura y me eleva en aire haciéndome girar y como acto reflejo enrosco mis brazos en su cuello donde hundo la cabeza y las piernas las rodeo en su cintura para tomar más apoyo.
-¡Anne, soy el hombre más feliz del mundo! -dice girando una y otra vez, no puedo evitar soltar una carcajada como cada vez que hace esto.
-¡Max, bájame de una vez! -ordeno- ¡Mierda, estoy por vomitar! -haciendo caso omiso a mi súplica vuelve a repetir entre giros:
-¡Estoy feliz! ¡Aún no lo puedo creer! Luego de unos momentos deja de girar y me baja al suelo, tardo un poco en recuperar el equilibrio por lo que él me sostiene de hombros.
El mundo da giros y mi desayuno amenaza con salir por mi boca.
-¿Segura qué no quieres vomitar? -dice con una sonrisa bobalicona pegada en el rostro.
-No -aseguro-, ahora dime por qué estuve yo sola trabajando media mañana. -Lo que pasa es que me quede dormido...
-¡Te quedaste dorm...!
-...en la casa de la fiesta con Maura -dice terminando la frase.
-¿Maura? ¿Y quién es esa? -pregunto girando sobre mi propio eje para luego agacharme y recoger una llave maestra.
-Es una chica que conocĂ en la universidad -explica-, si la conocieras, es que es tan guapa.
-No creo que me alcance -presumo entrando al Audi que estaba reparando.
-No crees que se te perdió un poco de ego -pregunta agachándose para asà poder mirarme desde la ventana.
-No, lo tengo completito y ordenado en orden alfabético.
-TĂş no cambias -dice con una sonrisa.
-AsĂ me amas.
-Por supuesto, bueno a lo que Ăbamos. Maura es una chica sensacional y por sobre todo sensual, tiene unos ojazos, claro que no alcanzan al verde de tus ojos -se apresura a decir-, per son tan sexys, oh y no hay que olvidar sus labios que están de muerte.
-¿Ah s� No me digas, sabes qué no soy lesbiana ¿verdad? -inquiero- A mà no me interesa cómo son sus labios y mucho menos lo que ellos le hicieron a tu amiguito esta noche.
-Vamos Anne, eres mi mejor amiga, eres a la Ăşnica persona a la que puedo confiar esto.
-SĂ, pero eso no significa que deba escuchar cada nombre, de cada chica a la ilusionas y luego botas.
-Y ahĂ está lo que querĂa decirte, a Maura no la bote. -dejo de hacer lo que hago y me giro para mirarlo.- Maura y yo somos novios.
Novios, esta es la Ăşltima palabra que pensaba oĂr de los labios de Max. Soy su mejor amiga desde que tengo uso de razĂłn, fuimos compañeros de aventuras y travesuras, fuimos los problemáticos en el colegio, los que sin importar el momento estaban juntos como uña y mugre, por lo tanto conozco más de la vida de Max que de cualquier otra persona, yo soy su confidente y Ă©l es el mĂo.
Y en todos estos años Max a sido el mayor mujeriego de la historia, se acostĂł con medio instituto antes de culminarlo, y con la otra mitad al terminarlo, yo he sido la Ăşnica a la que no se le insinuĂł, y eso porque somos casi hermanos o si no tambiĂ©n estarĂa en su lista de conquistas.
Max nunca, en sus veinte años de vida, tuvo una relación y si alguien le interesaba yo siempre he sido la primera en saberlo, por lo tanto escuchar de esta tal Maura por primera vez me sorprende, pero lo máximo en sorpresa es que se hayan hecho novios.
-Estás bromeando -digo lo más seria que puedo.
-Nop.
-Max soy tu mejor amiga y no me lo has contado -Abro la puerta del auto y me posiciono frente a Ă©l.
-Yo sĂ© que no te he comentado nada pero esto tambiĂ©n es una sorpresa para mĂ, despuĂ©s del polvo de esta noche cuando despertĂ© me quede observándola y sin más le pedĂ que sea mi novia y ella aceptĂł. Fin de la historia.
Me quedo callada, procesando sus palabras. No puedo evitar quedarme estupefacta ante su confesiĂłn.
Me mira esperando una respuesta, yo me tomo el tiempo suficiente para asimilarlo.
-¡Mi mejor amigo mujeriego por fin va sentar cabeza! -exclamo tiempo después, me tiro a sus brazos y lo abrazo efusivamente.
Me abraza de la misma manera, y puedo sentir su sonrisa pegada a mi cuello.
-¿Qué bien, ahora sigan con su trabajo -espeta el abuelo entrando como una serpiente sigilosa al taller.
-Es un idiota -digo apuntando hacia el televisor.
-Sin duda. -apoya Máx desde mi regazo.
-ÂżCĂłmo a alguien en su sano juicio se le ocurre girar a la izquierda? -pregunto, sin poder creerlo. Lanzo un poco de mi palomitas al rostro del personaje, totalmente indignada.
-Hum... -ronronea adormilado.
-Por cosas como estas es que prefiero ver las pelĂculas de Vin DiĂ©sel que las de... Âżsabes cĂłmo se llama? -ya no recibo respuesta por lo tanto estiro el rostro hacia el frente y me encuentro con Max plácidamente dormido.
Cambio de canal buscando otra pelĂcula más entretenida que esta basura de Hollywood; como no encuentro nada apago el televisor y me extiendo hacia el costado para alcanzar mi celular, en lo que mi abuelo, enfundado en su pijama a rayas, se introduce a la sala.
-ÂżTodavĂa despierta? -interroga mientras abre el refrigerador.
-Asà es -respondo en lo que alcanzo mi celular. -Será mejor que ya te duermas, porque luego no te quieres levantar.
-ÂżQuĂ© culpa tengo de que cada noche me agarre el insomnio? -No tienes la culpa pero deberĂas por lo menos dar una ayudita.
-SĂ, claro -digo con sarcasmo
En eso suena el teléfono y mi abuelo se encarga de contestar.
-SĂ... Ajá... -habla a travĂ©s de la lĂnea, espera unos segundos a que el emisor responda- ÂżDirecciĂłn?... Estaremos allĂ dentro de 20 minutos... No menos... AdiĂłs. -añade y cuelga.
-¿Qué ocurre? -pregunto en un susurro para no molestar a Max.
-Servicio de grúa -informa. Toma la chaqueta se encuentra en el reposa brazos del sofá.
-Yo iré -me ofrezco, a la vez que dejo con suma delicadeza la cabeza de Max sobre la almohada.
-ÂżCĂłmo crees? Son las dos de la madrugada.
-¿Qué importa? Además, tú ya estás medio dormido y yo me olvidé del significado de esa palabra.
-Está bien, pero ten cuidado.
-Claro -digo y me dirijo hacia la salida, tomo la llave de la grĂşa y coloco mi celular en el bolsillo trasero de mi short, me hago una coleta y acomodo el quepis con el logo del taller- Ciao.
-¿No crees qué se te está olvidando algo?
-Ah claro, -respondo, recordándolo- ÂżpodrĂas cubrirlo? Está haciendo frĂo -digo apuntando a Max.
-¡Ay niña! ¡Tú no pierdes la cabeza porque la tienes puesta! Ni siquiera te he dado la dirección y tú ya te marchas. -exclama negando con la cabeza.
-Claro, la direcciĂłn -digo con una sonrisa de disculpa. -Yegros. Al costado del nuevo supermercado.
-Ok.
A lo lejos puedo divisar un auto deportivo negro, con un hombre de no más de 25 años recostado por la puerta del piloto con los brazos cruzados y mirando hacia la nada. Cuando estoy lo suficientemente cerca, me estaciono frente al auto y bajo de la grúa.
-¡Por fin, hombre! -se queja- CreĂ que jamás llegarĂas, hasta estaba pensando en llamar a otro. Al parecer se me ha muerto el motor o algo asĂ.
-Eso está por verse -digo quitándome el quepis de la cabeza.
Él, al oĂr mi voz, gira repentinamente el rostro para mirarme.
Oh
Por
Todos
Los
Santos
Este chico es realmente guapo.
Tiene la tez extremadamente blanca, el cabello de un color miel, y unos ojos, ¡o por Dios sus ojos!, son tan azules. Su mandĂbula recta lo deja ver realmente sexy, y no hay que olvidar el fĂsico, no Señor, se le nota por encima del polo negro las horas de gimnasio, y como está de costado puedo notar que el jeans color mostaza que trae favorece completamente a sus nalgas. Bueno Chris Evans, alguien te quito el puesto.
-ÂżEs una broma? -pregunta incrĂ©dulo. SĂ© muy bien que se refiere a que tengo vagina- ÂżNo? -agrega ridĂculamente.
-¿Tengo cara de mono de circo o qué?
-Pues no la de un mono, pero si la de una chica -Ruedo los ojos y evito decirle sus verdades.
Me acerco a su auto y reviso el motor
-¡No! -exclama al percatarse de mi intenciĂłn- ¡¿QuĂ© haces?! Ni se te ocurra tocar algo, podrĂas dañarlo.
-Mira guapo -escupo cerrando el capo de golpe- Siendo una chica y todo lo que quieras, me he podido dar cuenta que el motor de tu Chevrolet Corvette ZR1 no tiene ningĂşn problema.
-ÂżCĂłmo sabes la marca? -pregunta fuera de sĂ- Y por sobre todo ÂżquiĂ©n me puede asegurar que el motor no tiene nada?
-Una chica -respondo-. Y para rematar, inteligente -agrego altanera-, que se ha dado cuenta que el tanque de gasolina está más seco que el árbol de la casa abandonada de la cuadra de mi casa.
-Estás mintiendo -asegura.- Compruébalo -reto. Sip, soy la Harley Quinn, me gusta retar a todo el mundo.
Abre la puerta del piloto enciende el motor, me mira con cara de burla la cual se la devuelvo.
-ÂżCĂłmo es que una chica tan bonita puede ser una...
-ÂżMecánica? -termino por Ă©l la frase- De la misma manera que un chico puede ser un bailarĂn, que sea mujer no me priva de hacer lo que un hombre puede. Machista -lo Ăşltimo lo digo entre dientes.
-Me he dado cuenta que tĂş no eres la tĂpica chica bonita.
-¿Y sabes lo qué yo me he dado cuenta? -pregunto.
-¿Qué? -se interesa.
-Que eres el tĂpico chico rico, que tiene un auto deportivo del año, y que ni siquiera sabe utilizarlo.
-Estás equivocada lindura -contradice-, te resumo lo que ocurriĂł en seis palabras, para no formar prejuicios: Carrera. Clandestina. Llegada. Imprevista. De. PolicĂas.
-Ok, ya entiendo lo que pasa. -digo haciendo un ademán con la mano- Eres el tĂpico riquillo, idiota -añado-, que aprovecha que su mamita se fue a la otra punta del paĂs a visitar a su tĂa, o en el mejor de los casos a su abuela, lo cual dura por lo menos tres dĂas y sale en una de esas tontas carreras que lo Ăşnico que brindan es una adrenalina momentánea a cambio de poner en peligro su perfecta vida, y luego, cuando aparece una banda de policĂas, sale a toda pepa para que sus papitos no se enteren y de castigo le quiten su juguetito. ÂżSigo?
Sale del auto, se pone frente mĂo y coloca un mechĂłn rebelde de mi cabello detrás de mi oreja. Tomo su antebrazo y lo retiro bruscamente de mi espacio personal.
-Pues estás equivocada corazón -comenta- 1)No me interesa lo que digan mis papás 2)No me pueden quitar algo que ellos no me dieron y 3)En las carreras hay más que adrenalina.
-Vamos, ¿acaso tú solo te compraste esto? -digo apuntando con la cabeza su auto- ¿Cuántos años tienes? ¿24? ¿25? De seguro apenas has culminado la Universidad , si es que la culminaste; y yo que he trabajado desde los 10 años aún no he podido alcanzar para comprarme un auto usado, ¿cómo vas a poder tú con tu primer empleo?
-Cree lo que quieras, corazĂłn, lo Ăşnico que te digo es que me subestimas.
Me acaricia la mejilla cuyo acto hace que vuelva a tomar su brazo y lo lance a hacia un costado, esta vez con más fuerza.- Como sea -mascullo.
Engancho la grĂşa a su auto y me dirijo a Ă©sta para montarla
-Oye espera, eh... -balbucea, se rasca la nuca y eso me recuerda a Max.- Mira desde que estoy aquĂ no ha pasado ningĂşn taxi... y me pregunto si podrĂas llevarme hasta mi casa.
-Primero tengo cara de mono y ahora tengo cara de taxista.
-ÂżPor favor?
Me dijo que la direcciĂłn de su casa es en Los Rosales –un barrio residencial– como era de esperarse; lo conozco pues he ido allĂ unas cuantas veces porque en estos alrededores viven unas cuantas conquistas de Max, tenĂa que hacer de chofer cada vez que Ă©stas se enteraban que Ă©l estarĂa con ellas desde las diez de la noche hasta máximo las tres de la madrugada.
-Esta es mi casa -dice y apunta a una mansiĂłn por no decir castillo, por supuesto que sĂłlo exagero, no es para tanto, es de dos plantas con piscina incluida.
-Bonita cueva -alago luego de soltar un silbido
-ÂżCueva?
-Yo me entiendo. -Se encoge de hombros y abre la puerta.- Espera -le tiendo la tarjeta del taller.- De seguro ya la tienes pero es por rutina. Ah, y son 150.000 Gs.
-¿Qué?
-Son las dos de la madrugada y no debemos olvidar que te traje a ti y a tu carro hasta tu casa.
-Ok, tampoco es que me importe. -dice altanero. Desengancha su auto de la grúa Me tiende el dinero y luego dice: -Nos veremos pronto, chica mecánica.
Hago un saludo tipo militar y cierro la puerta y arranco el motor dejando esa promesa en el aire. Mientras avanzo veo que una mujer con uniforme sale de su casa y Ă©l le tiende la llave del deportivo y entra.
Hay amores que duran poco pero que impactan con la fuerza de la explosiĂłn de una supernova. En los libros son comunes, en la vida solo ocurre una vez. Bruce fue mi supernova, llegĂł y arrasĂł con mis ideales, me pintĂł el universo con los colores más vivos y me enseñó como vivir. Lástima que no se quedĂł para vivir conmigo. Su vida se evaporĂł consumida por un agujero negro y ahora me toca vagar sola por una galaxia distante y oscura. La luz de las estrellas se opacaron con el negro del luto y los colores perdieron su matiz. Con lo que no contaba es que un punto blanco puede crecer y volverse tan grande hasta ser la iluminaciĂłn de un astro; segĂşn la mitologĂa de un antiguo pueblo, las estrellas son los espĂritus de los mĂ©dicos. ÂżSerá este el sol que me sane y vuelva a iluminar mi alma?
"TĂş necesitas una novia y yo un novio. ÂżPor quĂ© no nos casamos?". Abandonados ambos en el altar, Elyse decidiĂł casarse con el desconocido discapacitado del local de al lado. Compadecida de su estado, la chica prometiĂł mimarlo una vez casados, pero no sabĂa que en realidad era un poderoso magnate. Jayden pensaba que Elyse se habĂa casado con Ă©l solo por su dinero, por eso planeaba divorciarse cuando ya no le fuera Ăştil. Sin embargo, tras convertirse en su marido, Ă©l se enfrentĂł a un nuevo dilema: "Ella sigue pidiĂ©ndome el divorcio, ¡pero yo no quiero! ÂżQuĂ© debo hacer?".
Yelena descubrió que no era la hija biológica de sus padres. Después de darse cuenta de que intentaban venderla por conseguir una inversión, la enviaron a su lugar de nacimiento. Allà descubrió que en realidad era la heredera de una familia opulenta. Su verdadera familia la colmó de amor y adoración. Ante la envidia de su supuesta hermana, Yelena superó todas las adversidades y se vengó, al tiempo que demostraba su talento. Pronto llamó la atención del soltero más codiciado de la ciudad. Él acorraló a Yelena y la inmovilizó contra la pared. "Es hora de revelar tu verdadera identidad, querida".
Fue engañada vil mente por su prometido y su hermanastra. Por lo que se vio obligada a contraer matrimonio forzado con el prometido de su hermanastra, a quien su hermana habĂa rechazado porque estaba atado de por vida en una silla de ruedas de por vida. -No tuve más remedio que aceptar ser su sustituta porque ella está enamorada y embarazada de mi actual ex prometido y no quiere casarse contigo -dijo ella, mientras que el hombre en silla de ruedas se limitĂł a mirarla con el rostro desprovisto de cualquier emociĂłn. -Supongo que no tengo opciĂłn -dijo el hombre frĂamente. CogiĂł un expediente y se lo deslizĂł sobre la mesa. Ella sacĂł el documento y se quedĂł sin aliento cuando se dio cuenta de que era un contrato.
Anoche pasĂ© una noche erĂłtica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que habĂa estado enamorado de mĂ durante tres años me dejĂł y se casĂł rápidamente con una chica rica. Aunque actĂşo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborrachĂ©. Accidentalmente, me encontrĂ© con Ă©l. Él es más que atractivo e increĂblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con Ă©l. Cuando decidĂ olvidarme de todo y seguir adelante, descubrĂ que mi aventura de una noche se convirtiĂł en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Ethan siempre considerĂł a Nyla una mentirosa, mientras que ella lo veĂa a Ă©l distante e insensible. Nyla habĂa acariciado la idea de que Ethan la querĂa, pero se sintiĂł frĂamente rechazada cuando se dio cuenta de que su lugar en el corazĂłn de Ă©l era insignificante. Como ya no podĂa soportar su frialdad, dio un paso atrás, solo para que Ă©l cambiara inesperadamente de actitud. Ella le desafiĂł: "Si confĂas tan poco en mĂ, Âżpor quĂ© me tienes cerca?". Ethan, que antes se habĂa comportado con orgullo, ahora estaba ante ella y le suplicĂł desesperado: "Nyla, he cometido errores. Por favor, no te alejes de mĂ".
Allison se enamorĂł de Ethan Iversen, el futuro alfa de la Manada Moonlight Crown. Siempre quiso que Ă©l se fijara en ella. Sin embargo, Ethan era un alfa arrogante que pensaba que una dĂ©bil omega no podĂa ser su pareja. El primo de Ethan, Ryan Iversen, que habĂa vuelto del extranjero y era el verdadero heredero de la manada, nunca intentĂł conseguir el puesto ni mostrĂł ningĂşn interĂ©s por Ă©l. Era todo un alfa playboy, pero cuando regresĂł a la manada, una cosa cautivĂł sus ojos y fue Allison.