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El guardián despiadado del camino que une a los dioses y los humanos, siempre ha vivido solo y por generaciones esto no ha sido una molestia. Pero nadie quiere estar solo por la eternidad, a pesar de que esto puede repercutir en la importante tarea como defensor del jardÃn de la inocencia. Todo cambió cuando conoce a una hermosa joven que por accidente caen sus dominios y ven ella un escape de la soledad. Pero el nunca haber experimentado sentimientos, estos son confusos y tendrá que aprender de ellos... pero, su amor ¿será correspondido?
En un mundo que no es nuestro, ubicado en los sueños, el hombre vivÃa en armonÃa con los dioses por miles de años. Pero la maldad se apoderó del corazón del hombre y asà pierde su inocencia.
Al ver corrompida la esencia del hombre, los dioses deciden romper lazos con ellos, ya que no cuidaban los regalos que les entregaron. Pero decidieron dejar un pedazo de este paraÃso en la tierra, para que el hombre regresa el camino de la pureza, donde todos podÃan ver sus maravillas y riquezas, sólo desde la distancia, ya que, al ingresar a este bosque sagrado, la muerte serÃa su castigo.
Para ello, determinaron los lÃmites del bosque con un haz de luz rojo y para proteger sus riquezas nombraron a un Guardián. Él serÃa por siglos la imagen de la muerte ante el hombre, aunque jamás nadie lo ha visto, solo a sus vÃctimas afuera de la lÃnea roja, dejando solo sus cuerpos sin vida.
Es asà como el hombre nombró al lugar de los dioses como el jardÃn de la inocencia.
...
En un poblado a 50 km de los lÃmites del jardÃn de la inocencia, una joven se preparaba para un viaje con esperanzas e ilusiones de su boda que se aproximaba. La despedÃan afuera de su casa su prometido y madre, antes de subir al carruaje, siendo escoltada por varios guardias, además de ir con su dama de compañÃa.
- Si el clima es favorable, espero regresar en 2 dÃas - dice Verónica
- Pequeña, cuidado en el camino, existen muchos bandidos por los alrededores - le contesta su madre.
- Madre, soy fuerte y ya he realizado viajes sola y más largos que esté. Además, voy con Felicia, ella sabe defenderse ante algún atrevido - Verónica rÃe divertida
- Déjame acompañarte mi amor, el camino que realizarás es peligroso - dice Roberto - Tengo miedo de perderte, no me perdonarÃa si algo te llegase a ocurrir
Verónica mira Roberto con ternura.
- No puedes venir, sabes que no podemos estar juntos hasta que seas mi esposo, el vestido de novia que me dará mi prima, es el más hermoso que nunca he visto.
- Pero te aseguro que no lo veré, sólo quiero acompañarte para saber que estás bien.
- Mi amor, aún te quedan cosas por hacer aquÃ, mi padre llegará mañana. Por otro lado, la escolta que me diste es bastante grande.
- Señorita, es momento de marcharnos si es que queremos llegar antes de la puesta de sol - interviene Felicia
Verónica toma las manos de Roberto y las besa.
- Volveré en 2 dÃas, cuida de mi madre y no te preocupes, regresaré.
- Que Dios te proteja hija mÃa. Adiós - se despide la madre de Verónica.
Verónica sube el carruaje en compañÃa de su doncella y se despiden desde la ventana, pero está saca la cabeza y grita desde el carruaje muy feliz.
- Regresaré en 2 dÃas, no empiecen la boda sin mÃ.
Verónica tiene 21 años, es hija de una acomodada familia que encontró fortuna en la venta de especias. Su belleza es indudable, tiene grandes ojos grises muy expresivos, lo que le daban una apariencia dulce, su cabello castaño oscuro era largo que le llegaba hasta la cintura con suaves ondulaciones, lo que le permitÃa realizarse hermosos peinados. Su delgadez no ocultaba sus delicadas curvas que eran llamativas a pesar de los vestidos poco reveladores que le obligaba a usar su padre, protegiendo los atributos de su adorada hija y para evitar que su prometido tuviera pensamientos lascivos con ella antes del matrimonio.
De muchos pretendientes, quién fue digno de cortejarla era Roberto. Ellos se conocÃan desde la adolescencia y sus padres eran buenos amigos. No existÃa mejor combinación que unÃa a los negocios familiares con el amor.
Roberto era alguien serio y determinado. Su presencia imponÃa respeto, debido a que era alto y de espalda ancha, sus ojos marrones por lo general demostraban madurez, pero siempre eran tiernos al ver a Verónica, ya que desde que la conoció, ha estado enamorado de ella y con cada gesto adorable y romántico que él realizaba, no muy tarde, ella le entregó su corazón. Ahora su boda se aproximaba y con ellos, todas las ilusiones de una vida feliz.
El carruaje sigue su camino por el borde de un acantilado y abajo del él, se encontraba el jardÃn de la inocencia. La emoción de ver tan bello lugar desde la lejanÃa, hizo saltar de alegrÃa a Felicia, quién apremia a su señora para que lo vea.
- Mire señorita, se puede ver desde aquà el jardÃn.
- Si pudiera sólo tener una de esas flores doradas del jardÃn para adornar mi cabello, serÃa la más envidiada de todas - decÃa Verónica con un tono soñador.
- Yo me conformarÃa con ver una criatura mÃstica. Mi padre una vez me dijo, que vio un pájaro con plumas que cambiaban de color.
- Tú crees que sea verdad todas esas cosas que venden en el mercado de joyas. Dicen que son piedras del jardÃn.
- No lo creo señorita, estafadores existen en todas partes y el Guardián del jardÃn no dejarÃa vivo a nadie quien se atreva a cruzar la lÃnea roja
- Dice que los mata de forma horrible. Mi futuro suegro dijo que uno de sus trabajadores encontró a un desafortunado fuera de la lÃnea roja - Verónica le hablaba con tono macabro a Felicia - lo encontraron destajado en cinco pedazos. La familia tuvo que unir sus miembros para colocarlo en el féretro.
- Señorita no me diga esas cosas, me da mucho miedo - decÃa asustada Felicia.
Verónica no se detenÃa y seguÃa asustando a Felicia y hablaba con voz misteriosa.
 - Dicen que tampoco perdona a los niños que entran en sus territorios, es un ser maldito que los Dioses no quisieron tenerlo cerca y por eso le dieron tan malvada misión. Algunos dicen que es un monstruo con cuerpo de elefante y cabeza de León
- Por favor señorita, no continúe - dice Felicia suplicante y llorosa - no quiero escuchar más esas cosas, me dan mucho miedo y ahora que estamos tan cerca de jardÃn, pienso que podrÃamos caer en él, eso me causa pánico.
Verónica reÃa de manera traviesa.
- Pensaba que eras más valiente. Además, no tienes por qué temer, primero tendrÃamos que caer en sus terrenos antes de que el Guardián venga hacia nosotras.
Mientras miraba aquellas jóvenes el hermoso paisaje de tierras prohibidas, en otro lado muy cercano a su carruaje, estaban dos hombres hablando.
- Se está acercando una caravana, traen una gran cantidad de guardias, deben ser muy ricos
- Qué bien, hace dÃas que no tenÃamos diversión. Por lo general sólo transitan campesinos por aquÃ.
- Creo que son 20, contando al conductor
- Será muy fácil derrotarlos.
Aquellos hombres eran bandidos de los caminos y les dan una señal a sus hombres, un total de 50 bandidos que venÃan armados con armas artesanales.
- Ya saben qué hacer, matan a los valientes, los que quieran correr que se vayan
- Si encuentran mujeres y si son bellas, el primero seré yo - decÃa uno de los bandidos
- ¡¡¡VAMOS MI GENTE!!!
Los bandidos salen corriendo por las pendientes del acantilado, lugar estratégico para encerrar a sus vÃctimas y eliminar las posibilidades de escapar.
- ¿Por qué nos detenemos? Hay mucho ruido afuera - dice Verónica preocupada, al notar que su carruaje no avanzaba y gritos se escuchaban.
Felicia mira por la ventana y regresa rápidamente hablando con apuro.
- Señorita, son ladrones, están atacando y tenemos que salir de aquÃ.
Bajan rápidamente del carruaje. La batalla entre los guardias y bandidos era ardua y la sangre teñÃa el camino. Ya se podÃa ver algunos caÃdos y lastimosamente eran más guardias de la escolta de Verónica que algunos de los ladronzuelos.
Uno de los bandidos ve a las mujeres que estaban aterradas al lado del carruaje.
- Pero miren qué premio encontramos aquÃ, unas hermosas muñequitas con vestidos de princesas.
- Señorita corra lo más que pueda - Felicia en su desesperación, empuja Verónica para que corra detrás del carruaje.
Verónica asustada, corre al borde del acantilado, pero escapar sin caer por él o sin que un bandido la atrape, era casi un milagro.
Verónica escuchaba a la distancia, como Felicia gritaba mientras los bandidos la golpeaban y quitaban sus prendas rudamente, sosteniéndola con firmeza para impedir que huya.
Uno de aquellos hombres se acerca lentamente de manera desafiante en donde se encontraba Verónica mirando estupefacta lo lo estaba ocurriendo con Felicia, y con tono burlón le habla.
- Princesa, no tengas miedo, te trataremos muy bien
- Exactamente, te enseñaremos algo que tu mamá no - reÃa otro de los hombres de manera desagradable
- Pero no queremos hacerte daño, ven para que te diviertas con nosotros
- Exacto, como tu amiga que está gozando con nuestros hombres
La escena de Felicia era tan horrible que, Verónica nunca imaginó que la conducta humana fuera tan cobarde. Hombres miraban la escena esperando ser el próximo, mientras otros robaban los caballos y saqueaban a los cadáveres. Verónica miraba desesperadamente entre los bandidos y el acantilado y reflexionaba: "Si me dejase atrapar por estos hombres, podré regresar con Roberto, quizás él me rechace por no ser pura. En ese caso prefiero morir y siempre dejarle el recuerdo de quién era yo"
Verónica se acerca al borde del acantilado y mira hacia abajo.
- Cuidado niña, no querrás caer y ser comida de buitres - dice uno de los bandidos
- PreferirÃa morir antes que unos bastardos como ustedes me toquen.
Sin decir más y antes de que uno de los bandidos pudiera detenerla, Verónica salta por el barranco. Mientras caÃa podÃa ver como Felicia se despedÃa a través de sus ojos desde la distancia.
La escena ocurrÃa de manera lenta y podÃa ver momentos de su vida mientras pensaba.
"Mi vida fue buena, les agradezco. Perdóname madre, perdóname padre, perdóname Roberto mi amor... por ser cobarde"
Mientras caÃa, el cielo se abrÃa para ella y colores brillantes envolvÃan su cuerpo, la preocupación pasó y luego a nada. Todo se volvió negro.
Uno de los bandidos miraba por el barranco a la joven que yacÃa en el fondo.
- Chica estúpida, deberÃamos ir a buscar su cuerpo y cobrar un rescate a su familia
- OlvÃdalo, está completamente en los terrenos del jardÃn, si la caÃda no la mató le dará el toque final el Guardián.
El lÃder de los bandidos grita dando una orden para que todos salgan del lugar. Nuevamente uno de los bandidos vuelve a mirar por el acantilado el cuerpo de la bella joven, pero ya no se encontraba ahÃ, sólo un rastro de sangre que dejó su caÃda.
- Realmente el Guardián es implacable - decÃa el bandido con asombro y regresa con los suyos.
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