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Cassie fue drogada por su celosa mejor amiga. Sin saber muy bien dónde estaba, Cassie se tropezó con la habitación de Dylan. En el momento en que este la vio, se prometió a sí mismo que no la dejaría escapar por segunda vez. Ninguno de los dos se imaginaba que la noche que pasaron juntos cambiaría sus vidas para siempre. Ella había acudido a él porque necesitaba pagar la enorme deuda de su madre. Mientras que para él, tenerla era solo una forma de salvarse de los chismes y de las constantes molestias de su abuela. El suyo fue un matrimonio de conveniencia. Aquí fue donde comenzó su historia. ¿Podrá el amor reemplazar el dolor en sus corazones, o continuarán viviendo como extraños bajo el mismo techo?
Dentro del ascensor del Hotel Windsor Holiday Inn...
"Calor... ¡qué calor!".
Cassie se apoyó somnolienta sobre el hombro de Alice. El hermético espacio del mismo la estaba dejando un poco sin aliento. Entonces cerró los ojos.
La droga mezclada en el alcohol que había bebido estaba empezando a surtir efecto. Sus mejillas estaban ruborizadas.
Alice la observó empuñando sus manos con indignación.
'Solo yo merezco a Adam. La gloria y todo lo demás también serán míos. Espera y verás'.
Con su bolso a cuestas, Cassie preguntó balbuceando: "Amiga, ¿falta mucho... ¡hic!... para llegar? Me siento fatal".
Alice, volvió en sí y dijo sonriente: "Estamos cerca".
Finalmente, el ascensor se abrió, como si hubiese escuchado su queja. Una brisa de aire frío entró y la sorprendió. Le dejó la piel de gallina.
En el último piso del hotel, un par de largas piernas pisaron sobre la alfombra roja persa. La cálida luz del pasillo resaltaba la suave piel de la mujer. Su pequeño vestido negro dejaba poco a la imaginación.
"Habitación 0969. Señoritas, es aquí".
"Ah, gracias".
Cassie había salido del ascensor algo desorientada. Su amiga la sostenía con una falsa sonrisa. "Cassie, llegamos. Entra tú primero. Voy a comprarte una pastilla para sacarte la resaca".
Levantó la mirada y le respondió sonriendo tontamente: "¡Qué buena eres, amigota!".
"No es nada".
Alice miró por la rendija de la puerta. Una persona, con el torso desnudo, estaba parada frente a la ventana francesa del living.
Era Dylan Lu. Contemplaba la brumosa noche mientras se frotaba la sien. Estaba un poco borracho por el alcohol que había tomado durante su reunión de negocios.
Alice sintió alivio al ver que adentro había un hombre.
Apretó los dientes y la empujó hacia dentro. "Cassie, vuelvo enseguida".
"Oh, date prisa".
Cassie asintió con la cabeza mientras eructaba. Se quitó los tacones como pudo y entró al cuarto tambaléandose lentamente.
En el pasillo, Alice sonreía maliciosamente: "Esto... es solo el comienzo".
La cálida temperatura del cuarto hizo que la cara de Cassie se tornara aún más roja. Su piel estaba enrojecida y caliente. El alcohol intoxicó su cuerpo y afectó su cerebro. Todo a su alrededor parecía estar moviéndose.
Dylan escuchó el sonido de sus pasos y se dio la vuelta. Su atractivo rostro tenía el ceño ligeramente fruncido.
Acababa de salir de la ducha. Un toallón blanco tapaba la mitad inferior de su cuerpo, dejando al descubierto sus abdominales bien marcados. Las gotas de agua se deslizaban lentamente a través de sus músculos hasta llegar a su cintura. Era un espectáculo hormonalmente explosivo.
Dylan vio a la extraña mujer frente a su cama y frunció aún más el ceño.
"Vete".
Pero la droga ya había empezado a actuar, ¿cómo iba a controlarlo? Estaba cada vez más caliente. Sintió cómo el fuego ardía dentro de su cuerpo.
"¿Dormir? Sí, dormir es agradable".
Cassie arrojó su bolso e intentó desabrochar su vestido, pero la cremallera no se movía, parecía estar en su contra.
Frustrada, decidió quitarse las correas de los hombros, dejando ver su delicada clavícula.
Pero un par de grandes manos calientes, húmedas y ligeramente callosas rozaron sus hombros, haciéndola temblar.
Él estaba algo ebrio, pero calmado, y podía sentirse cierta molestia en su tono de voz. "¡Largo!".
Cassie se volvió hacia él. Intentó señalarlo con el dedo, pero su silueta se había duplicado, entonces sacudió la cabeza tratando de recuperar la sobriedad.
Su figura se veía cada vez más borrosa, pero estaba segura de que lo conocía.
'¿Eh? Se parece a él... ¡Y encima son dos!'.
Con una inusual delicadeza, le dijo suavemente: "Adam...".
Adam Shen era el novio de Cassie. Para esa celebración del sitio web, se le permitió traer un acompañante. Al principio, iba a llevarlo a él, pero como le había surgido un imprevisto, decidió invitar a su mejor amiga Alice.
Las emociones por su ausencia durante tantos días la invadieron por completo.
Frunciendo el ceño, lo abrazó fuertemente, negándose a soltarlo.
'¡Ey!, parece que aferrarme a él me tranquiliza...'.
Dylan la tomó de los brazos y la apartó disgustado.
El dolor que le causó en la muñeca la despertó un poco y tuvo un rato de lucidez.
'¡Mierda! Seguro fue el vino. Algo raro debió tener...'.
Sin embargo, a esas alturas, ya estaba encendida en llamas.
Dylan trató de alejarla: "¡Suéltame!".
Pero Cassie no planeaba dejarlo ir porque había encontrado el antídoto. Así que apoyó su peluda cabecita contra su pecho, lo miró cariñosamente con los ojos empañados de lágrimas y le dijo: "No me apartes de ti, ¿está bien?".
El corazón de Dylan se agitó al ver que estaba llorando. Los efectos del brandy no se habían disipado del todo, y entonces susurró:
"¿Kacey?".
Tenía ciertas dudas y se preguntaba:
'¿Es ella?... ¿Ha vuelto? ¡¿Pero quién es ese tal Adam?!'.
Aprovechando que él seguía perdido en sus pensamientos, Cassie apretó sus labios gelatinosos contra los finos labios de él.
Aquel beso forzado lo había sorprendido como un rayo, dejando su mente en blanco.
'¿Será la misma? ¿Seguirá siendo tan apasionada y osada como antes?'.
Dylan empezó a sentir una ola de calor recorriendo todo su cuerpo. ¡Estaba reaccionando ante ella!
Adam... Aquel nombre le sonaba familiar, pero no podía recordar dónde lo había escuchado antes.
"Ya perdiste la oportunidad de arrepentirte", le susurró al oído.
"Jamás me arrepiento de ninguna de mis decisiones", contestó ella mordiéndole suavemente el labio.
Sobre las sábanas blancas del hotel, finalmente cayeron los dos cuerpos fuertemente enredados. La mancha de sangre escarlata se hizo evidente.
En medio de su aturdimiento, Cassie pudo escuchar claramente que le murmuraba: "No te perderé dos veces".
Al otro lado de la puerta, un hombre empujaba un carrito de comida. Esquivando hábilmente las cámaras, entró al cuarto, sacó su teléfono y apuntó hacia la pareja. Una sonrisa juguetona se deslizó en sus labios.
Al día siguiente, no fue el despertador lo que la despertó, sino la luz del sol que entraba por la ventana.
Sus ojos se entrecerraron ligeramente.
Cassie observó a su alrededor. Por encima, había una lujosa lámpara de cristal, y los muebles eran muy diferentes a lo que había reservado. La extraña ambientación la hizo sentirse un poco perpleja.
"¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¡Cómo me duele la cabeza!".
¿No se suponía que estaba en una fiesta?...
Fue a las nueve de la noche del día anterior, en el gran salón del primer piso del Windsor Holiday Inn.
La noche era encantadora. La araña de cristal colgada en el techo reflejaba una tenue luz cálida creando una atmósfera agradable y placentera. El bullicio que había era inusual. Muchos hombres y mujeres sentados a la mesa levantaban sus copas para celebrar. El sonido de las risas inundaba el ambiente.
Era la reunión anual de un importante sitio web literario.
Cassie Bo, 22 años. Debido al éxito de su primera novela, tuvo la suerte de ser invitada al evento acompañada de alguien más.
Su primera reacción fue elegir a su novio, pero una urgencia en la compañía le impidió asistir, y por eso decidió llevar a su amiga de la infancia Alice.
Cassie cerró los ojos y se frotó la sien, tratando de recordar lo sucedido.
Solo pudo recordar a Alice sirviéndole un montón de alcohol y que luego la acompañó a su habitación. Lo que sucedió después, era incierto. No podía recordarlo en absoluto.
"¡Bah, da igual! ¡Olvidémoslo!".
Cuando empezó a estirarse, volvieron sus quejas: "¡Ay, mi cintura!, ¡qué dolor!".
Sacó la frazada que tenía para levantarse, pero luego se detuvo. El aire frío la estaba congelando. Se estremeció al ver su propio cuerpo y dijo:
"¡¿Qué demonios?! ¡¿Estoy desnuda?! ¡¿Cómo puede ser?!".
Junto a la cama, podía verse la ropa esparcida por todo el piso. El frío la había despertado considerablemente.
Luego de pegar un grito, corrió hacia al baño envuelta en su manta. Su corazón latía cada vez más fuerte.
Cassie se miró al espejo. Las marcas rojas en su cuello le resultaban chocantes: "¡¿Acaso... no dormí con Adam?!".
Mientras se apresuraba a ponerse la bata, escuchó una voz que le sonó familiar.
"Es aquí, pasa".
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