/0/15874/coverbig.jpg?v=bdd20ef8643fc5c403b9c668531d0585)
La esposa de un adinerado senador que se postula a la presidencia, se da cuenta de que su matrimonio no es lo que siempre había soñado. Sin embargo, el día en que parece que todo está perdido, conoce a Elian Davis; un ex militar atormentado por problemas del pasado, el cual, sin saber la razón, queda completamente maravillado nada más y nada menos que de Ella: La esposa del candidato a la presidencia en Gales.
Ámbar.
Es común que, proviniendo de una familia pobre, alguien siempre tenga ganas de "más". No limitarme en el sentido económico era lo que había deseado desde que fui consciente de que las familias de bajos recursos no solo tenían que vivir de lo poco, sino que recibir poco de todos.
Poca ayuda, poco entendimiento, pocas oportunidades.
Falsas miradas de pena y empatía.
Sonrisas y promesas deshonestas.
Ahora imaginen sumar todo lo que sería terrible para una adolescente con ganas de experimentar, vivir, soñar y triunfar, en un mundo con tan "poco", el hecho de que, en alguna parte del camino se dio cuenta de hiciera lo que hiciera, el dinero jamás alcanzaría.
Poca esperanza, pocas oportunidades, poca empatía, promesas que jamás fueron cumplidas y sonrisas fingidas, pero no de alguien hacia a mí, sino de mí misma contra el mundo.
Poco era lo que más había en mi mundo, en mi cabeza, en mis bolsillos, en mis expectativas, en mis sueños, en mis ganas de respirar. Sin embargo, todo cambió cuando lo conocí a él.
Darwin Baker, hijo del senador Sasha Baker.
Fue imposible no quedarme hipnotizada en sus ojos grises con algunos destellos azules, y luego... luego estaba el hecho de que era alto, cabello castaño, de piel blanca y brillaba como las nubes cubiertas por el sol, su sonrisa amplia, sus dientes perfectos y de nuevo esa mirada...
Poco.
Por supuesto que no pude llamar su atención de la manera en que me hubiese encantado, porque yo era "poco", y él era "demasiado".
-¡Ou! -Escuché su voz metros alejados de mí cuando resbalé en la grama nada más y nada menos que con popó de caballo.
Giré mi rostro cuando la vergüenza ya no era tanta aunque mi pierna derecha, mi antebrazo y parte de la mano olía a excremento; él estaba aún a metros alejado de mí; extendía su copa con vinotinto a la vez que recibía caricias poco discretas de una muchacha de la alta sociedad.
Yo estaba terminando mi trabajo aún envuelta en excremento, y Darwin Baker era demasiado como para darle más de dos vistazos a la camera sí, la chica que solo recogía la bosta de los cabellos en los torneos de polos de sus familiares, amigos y algunos no tan amigos.
No obstante, aún así, fue gracias a ese trabajo honrado y asqueroso que pude conocerlo, así como él pudo conocerme a mí.
-Uff, te diste fuerte en la pantorrilla ¿cierto?
La corriente que pasó por mi espina dorsal me hizo recordar al momento en el que con solo ocho años había parado en un hospital por recibir algunos peligrosos voltios intentando ayudar a una mujer de la alta sociedad a encender el motor de su auto. Era el trabajo de un hombre pero yo hacía lo que sea para ganarme la vida.
Bueno, aunque pensándolo bien, tal vez la comparación no era tan válida.
-Ehm... ¿habla conmigo, señor? -Lentamente me di vuelta, encontrándome con sus ojos grises, su cabello sudado y pegado a la frente, las manos dentro de los bolsillos de sus bermudas, pero esa mirada allí, sobre mí.
En el baño de damas ... en el baño de las damas que ofrecían servicios a su mansión.
-Sí, no conozco a nadie más que se haya resbalado de tal forma con los restos asquerosos de mi potrillo.
-No se preocupe...
-Si quieres puedo dejar de traerlo a las competencias... -me dijo.
-¿Ah?
Se rascó la nuca.
-No, digo... es que está pequeño y no sabe controlarse.
-Pero para eso lo entrena ¿no?
-Pues sí...
-No se preocupe -volví a decir conteniendo un suspiro.
-Puedo decirle a Ronett que te cure esa...
No lo terminé de escuchar porque salí del baño.
Estaba demasiado cerca.
Se había acercado más de lo que cualquier otro de su tipo lo había hecho, y de nuevo lo "poco" surgió de mí.
Pocas agallas para mirarlo a la cara, poca fuerza para impedir que mis piernas no flaquearan al salir, aumentara el dolor en mi pantorrilla y por consiguiente poca habilidad para evitar caer al suelo.
-¡Ámbar!
Escuchar su voz llamarme por mi nombre con tanta preocupación, terminó de quitarme las fuerzas que tenía con tan solo pan y agua esa mañana, y que, ya siendo medio día, por mis notorias condiciones físicas, era poca.
-¿Cómo sabe mi nom...?
Cerré los ojos con fuerza y contuve la respiración cuando me tomó por los antebrazos y de un momento a otro me estaba llevando, cargada, hasta una silla.
Mi corazón aún no terminaba de procesar todo lo que estaba ocurriendo, en sí, mi mente tampoco. Así que solo pude no hablar y contener la respiración mientras lo veía ir y venir por cosas para tratarme la herida en mi pantorrilla trigueña, con algunos rastros aún de estiércol.
Le pedía al cielo entero que el olor lo alejara de mí, porque no estaba segura de poder controlarme por mucho tiempo.
Realmente admito que había tenido una pequeña obsesión con él desde que todas las revistas e incluso Hey!, lo tuvieron por más de tres meses en portada y páginas importantes porque se había convertido en el hombre más guapo del país.
Porque como era común, alguien que tenía "mucho" tenía pocas cosas malas que esperar de los demás. Así que mientras él estaba siendo nombrado como el hombre más bello, yo estaba encerrada en mi propio mundo con ropa desaliñada, sin poder comprar un perfume decente y sin poder hidratar mi cabello.
Así que sí. Mientras él estaba proporcionándole un masaje con alguna crema a mi pantorrilla, cerca de ese baño que pocos transitaban, supe que algo estaba pasando.
Y no, yo jamás había tenido la esperanza de que lo que pasó después de un cruce tenso de miradas pasara.
-Me vale un carajo. -Lo vi y escuché murmurar con deseo dirigiendo su rostro hacia a mí e invadiendo por completo mi espacio personal.
Darwin Baker me besó, nos besamos, me tocó, nos tocamos. Fuimos al baño, cerró la puerta con seguro, yo encendí la ducha, entré allí y él con desespero y mucha lujuria me quitó la ropa; me volvió a besar y posterior a ello tuve el mejor sexo de mi vida.
Me había dejado claro que yo le gustaba bastante con cada estocada y beso que me había dado.
-Lo siento... -gemí cansada, antes de comenzar a ponerme mi ropa mojada, sin verlo a los ojos, corriendo de allí como si yo hubiese abusado de él.
Pero realmente yo había abusado de mí. Me había dejado llevar por el deseo que brotaba de mí cada que lo observaba a distancia, y había dejado que tocara mi cuerpo y me marcara como otra más de su lista.
Había abusado yo misma de mí en el momento en que acepté ese beso, porque era mucho más de lo que podía limitarme.
Recuerdo las miradas de todos sobre mí. El cómo había sido despedida por andar con la ropa mojada en una casa que evidentemente no era mía, aunque solo iba de salida.
Agradecí que él no me siguiera y que por ese momento no todos se diesen cuenta de lo que había pasado. Y aunque yo como siempre no me esperaba nada, entonces fue allí que él comenzó a hacer su jugada perfecta.
-Ámbar, cariño. -Darwin besa mis labios haciéndome soltar un suspiro-. Te traje café, bebe, lo necesitarás.
-¿Otra junta? -ante mi pregunta mi esposo asiente-. Ay no... -Me dejo caer en la silla, estirando mis brazos a los lados de esta-. Ya no quiero más charlas, quiero dormir.
Darwin deja de leer el periódico y cuando pienso que vendrá a besarme, como antes solía hacerlo al verme cansada, solo se acerca para entregarme lo que ahora lo tiene con el entrecejo arrugado.
Exhalo por la nariz, hasta con la vista cansada.
-"El senador, además de ser el sex idol más despreciable del país, pretende ser presidente ¿qué es lo que sigue? ¿un puesto permanentemente al lado de la reina Isabel?" -Al terminar de leer sé que mis mejillas están rojas por la molestia que eso me causa-. Es una falta de respeto.
-Mira quién lo redactó -me pide mientras toma café, y con la otra mano quita sus lentes de lectura.
-Gaspar O'Reilly -digo entre dientes.
Ese sujeto que ha estado detrás de la carrera de mi esposo desde que Sasha Baker lo entrenó para tener las herramientas necesarias para que un día lo reemplazara con facilidad.
-No tengo dudas de que me detesta, y no descansará hasta tener a todos los católicos, judíos, y hasta los homosexuales convencidos de que soy un peligro para el gobierno de este país solo porque...
Detiene sus palabras cuando seguramente se da cuenta de lo mucho que esto me ha estado afectando.
Él no tiene ni la más mínima idea de todo lo que he pasado dentro de nuestra casa como fuera de ella, porque teniendo yo tan poco dinero, tan poco apoyo, y tan pocos ánimos de huir, soy un blanco fácil para las burlas y los comentarios hirientes.
-Lo siento mi amor -me dice, acercándose, agachándose y llevando sus manos a mis muslos para acariciarlos lentamente, intentando desaparecer como siempre ese nudo en mi garganta-. No tienes idea de lo mucho que me preocupas, y a veces yo solo quisiera... -suspira, con esos ojos grises que aún me hacen vibrar-. Quisiera renunciar a mi sueño y desear poco. Me quedaría aquí perfectamente contigo, trabajando juntos por una familia, por nuestra felicidad...
-Pero no lo harás. -Me levanto evitando esa mirada-. No, Darwin, estamos a nada de lograrlo, no puedes renunciar.
-Pero si tú quisieras yo...
-¿Y vivir el resto de nuestras vidas con el remordimiento de no haberte dejado luchar por ello? -cuestiono viéndolo; él no dice nada-. No, Darwin. Me arrepiento de muchas cosas en mi vida y principalmente de haber dejado que esas personas tuvieran el derecho de... pero...
Me derrumbo. De la nada, me derrumbo en sus brazos.
Tan solo ha pasado poco más de un mes y el recuerdo de esa noche se repite mucho más en mi mente que el cómo conocí a Darwin y nuestra historia juntos.
-Ya, cariño... -Él por primera vez en semanas me da un abrazo como estos y aún así no puedo evitar sentirme tan sola-. No dejaré que absolutamente nadie te haga daño de nuevo.
Asiento con lentitud, sin fuerzas para deshacerme de sus brazos, pero con fuerza para decirle algo que desde aquella noche no sale de mi cabeza.
-¿En dónde estabas, eh?
-¿Qué?
-¡Esa noche! -le reclamo sin poder contener sonar como si estuviese paranoica-. ¿En dónde estabas esa noche?
Silencio. Y luego, un suspiro.
-Yo... creí que estaba haciendo una jugada perfecta.
No hace falta que me explique. Lo sé desde hace mucho tiempo.
Darwin ha estado demasiado metido en sus cosas porque quiere ser presidente, y yo, aunque aún enamorada, solo estoy con él por lo mucho que me puede dar de lo poco que siempre tuve.
Tom es un hombre aparentemente sometido por su esposa millonaria. Cansado y humillado, Tom decide elaborar un plan para huir de su mujer; sin embargo, cuando sale mal, esta lo amenaza con quitarle a su hijo, por lo que, devastado, se rinde. Unas semanas después de ese acontecimiento que le demostró que su esposa era realmente cruel, este se reencuentra con uno de sus mejores amigos de la infancia, Kris Jones, el cual solía ser un actor de contenido adulto. Entre su desahogo, Tom le suplica a su amigo ayuda para deshacerse de su cruel mujer. Sin embargo, todo dará un giro inesperado cuando Kris la conozca, pues resulta ser una de las tantas mujeres con quienes se acostó en su vida de desenfreno. ¿Podrá Kris ser la salvación de Tom... o su destrucción?
Rachel hackea la red social del interés amoroso de su cliente favorito, Dylan Maldonado, quien es un joven abogado. Sin embargo, el problema se presenta cuando al hacerlo, ambos se ven en la obligación de dejar sus vidas a un lado tras descubrir algo que nadie, absolutamente nadie, debía saber. Los sentimientos por el otro crecerán cada día así como la acción y el drama en su huida, ¿podrán Rachel y Dylan superar los obstáculos y estar juntos hasta el final?
Una relación de sangre los separa, pero una mentira los unirá. Y el deseo los llevará a pecar, hasta que su amor prohibido sea difícil de ocultar.
René Duque solo es un beisbolista sexy, caliente, adinerado, filántropo, y con una personalidad deslumbrante; tan perfecto que no parece completamente real. Por otro lado, Marina, su fisioterapeuta y masajista, es demasiado curiosa y desconfiada como para creer que tanta perfección sea cierta. En el transcurso de esta historia Marina intentará no perder la cordura y sus bragas en el proceso. Mientras él hará lo posible para no enamorarse de ella y esconder su secreto. Es una historia de amor, ambición y redención, que explora las consecuencias de nuestras decisiones y el poder del amor verdadero para superar cualquier obstáculo.
El esposo de un adinerado y poderoso senador, después de darse cuenta que su matrimonio no era lo que siempre había soñado, conoce a Elian Davis, un ex militar buscado y atormentado por problemas del pasado, el cual, sin saber la razón, queda completamente maravillado nada más y nada menos que de Él. "Pude haberme enamorado de cualquiera aquella noche, pero lo hice de ti: el esposo del senador"
Tras la muerte de sus padres, quedarse sola en el mundo, ser despedida de su trabajo y quedarse sin hogar, la inocente Eva Barris acepta trabajar para Magnus e Irina Keller. -Vas a tener a nuestro bebé, Eva. -Y lo vamos a amar tanto como a ti. ¿Pero qué tan oscuro y malvado debe ser el amor para dejarlo ir? Eva se enfrentará a la cruda realidad cuando pierda su inocencia y descubra que está atada de todas las formas posibles al matrimonio Keller. -Eres nuestra, Eva. Bajo una firma, y más que un papel, bajo nuestra piel y la tuya.
Sólo había un hombre en el corazón de Raegan: Mitchel. Tras dos años de matrimonio quedó embarazada. Raegan se sintió muy feliz. Pero antes de que ella pudiera darle la noticia, él solicitó el divorcio porque quería casarse con su primer amor. Más tarde, Raegan tuvo un accidente y, tumbada en un charco de su propia sangre, le pidió ayuda a Mitchel. Sin embargo, se fue con su primer amor en brazos. Afortunadamente, Raegan escapó por poco de la muerte y decidió retomar su vida. Años después, se hizo famosa en casi todo el mundo. Después del divorcio, Mitchel se sintió muy incómodo. Por alguna razón, empezó a extrañarla. Le dolió el corazón cuando la vio sonreírle a otro hombre. En la ceremonia de su boda, él irrumpió y se arrodilló. Con los ojos rojos, preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Por qué te casas con otro hombre? ¡Vuelve a mí!".
"Tú no perteneces aquí. Lárgate". Hanna, la hija legítima de Wheeler, regresó sólo para ser expulsada por su familia. Su prometido la engañaba con la hija impostora, sus hermanos la despreciaban y su padre la ignoraba. Entonces, se cruzó con Chris, el formidable líder de la familia Willis y tío de su prometido. "Hagamos como si nunca hubiera pasado", dijo ella. Sin embargo, a pesar de la esperanza de Hanna de separarse, Chris insistió en que fuera responsable. Él amenazó con revelar los verdaderos talentos de Hanna como doctora sobresaliente, guionista brillante y cerebro de un famoso estudio de diseño, obligándola a casarse. Una vez le pidieron a Chris que protegiera a alguien. El destino los reunió en circunstancias delicadas. Él había planeado mantener su promesa y proporcionar un refugio seguro, sólo para descubrir que Hanna estaba lejos de ser la delicada mujer que parecía. Era ingeniosa y astuta...
El día de su aniversario de boda, la amante de Joshua drogó a Alicia, que acabó en la cama de un desconocido. En una noche, Alicia perdió su inocencia, mientras la amante de Joshua llevaba a su hijo en el vientre. Desconsolada y humillada, Alicia pidió el divorcio, pero Joshua lo consideró una rabieta más. Cuando finalmente se separaron, ella se convirtió en una artista de renombre, admirada por todos. Consumido por el remordimiento, Joshua se acercó a su puerta con la esperanza de reconciliarse, solo para encontrarla en brazos de un poderoso magnate. "Saluda a tu cuñada", dijo este.
Durante siete años, Jillian estaba enamorada de Bryan con pasión inquebrantable, pero él permaneció distante, con sus emociones herméticamente selladas. Descorazonada, ella se marchó al extranjero tras graduarse de la universidad. Tres años después, Jillian, ahora una abogada de éxito, se sentó provocativamente en el regazo del hombre. Con una sonrisa juguetona, le espetó: "¿Qué te pasa, Bryan? ¿Eres impotente?". Bryan ya no podía contenerse. Con un rápido movimiento, la tomó en brazos y la arrojó sobre la cama. A la mañana siguiente, cuando él se despertó, Jillian esbozó una sonrisa traviesa. "Solo es una aventura, ¿de acuerdo?".
La felicidad era como un espejismo para Rocío Ouyang, cuando más se acercaba a la felicidad, más se alejaba. Ella acababa de casarse con Edward Mu, pero en su noche de boda todo se derrumbó. Dejando a Rocío embarazada, Edward la abandonó en su noche de boda. Pasados unos años, Rocío renació por completo, cambiando totalmente su personalidad, convertiéndose en la única coronel del ejército. En este momento Rocío comenzó a reflexionar varias preguntas que eran misterios para ella: ¿Por qué los padres de Edward estaban actuando de manera tan extraña? ¿Por qué su padre la odiaba? ¿Y quién estaba tratando de dañar su reputación en el ejército que ella había trabajado tan duro para construir? ¿Y por qué sigues leyendo la sinopsis? ¿Por qué no abres el libro y descúbrelo tú mismo?
Durante diez años, Daniela colmó a su exesposo de un amor inquebrantable, solo para descubrir que no era más que un chiste para él. Humillada, pero decidida, se divorció de él. Tres meses después, Daniela regresó a lo grande. Ahora era la CEO oculta de una marca líder, una diseñadora codiciada y una rica magnate de la minería, y su éxito se reveló en su triunfal regreso. Toda la familia de su exesposo se abalanzó sobre ella, desesperada por implorar su perdón y suplicar otra oportunidad. Sin embargo, Daniela, ahora querida por el famoso Sr. Phillips, los miraba con gélido desdén y dijo: "Estoy fuera de su alcance".