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La vida en muchas ocasiones nos despliega diferentes caminos, llevándonos a un destino totalmente opuesto al que nos habíamos idealizado. Margot estaba en la mejor etapa de su vida, era feliz junto a su novio y futuro esposo, pero en un solo instante perdió toda su vida en un trágico accidente que además le dejó grandes secuelas en su cuerpo. La soledad, la desesperanza y el vacío es algo que no se puede ocultar detrás de una sonrisa fingida, y ella ha sabido ocultar su dolor muy bien. Pero en ese pozo de soledad y tristeza, llega un hombre que la hace vibrar no solo con un beso, sino con esa chispa de añoranza que perdió tiempo atrás. ¿Podrá Margot volver a empezar, dejando su sufrimiento atrás y permitiéndose ser feliz?
Notita antes de leer:
Primero libro: Pasión Secreta
Segundo libro: Volver a empezar (PASIÓN)
***
Desperté por culpa de una horrible pesadilla, agitada y con mucho dolor en el cuerpo. Traté de moverme y hablar, pero no pude hacerlo porque mi voz no salía y mi cuerpo se encontraba paralizado. Me sentía desorientada y no logré reconocer nada a mi alrededor.
¿Dónde estoy? ¿Por qué me duele todo el cuerpo, especialmente la cabeza y mis piernas? ¿Dónde esta Gonzalo? ¿Qué es lo que está sucediendo? Mi memoria incluso falló, era como si tuviera la mente en blanco.
-¡Mamá, Margot despertó! -gritó una voz muy cerca de mí, pero que no logré reconocer de momento-. ¿Cómo estás, calabacita? ¿Te duele algo? No, no te muevas. El doctor ya viene a revisarte.
¿Doctor? ¿De qué doctor habla este hombre?
Enfoqué mejor su rostro y poco a poco lo fui reconociendo. Mi hermano mayor; Marcus, se veía emocionado, con una capa oscura debajo de sus ojos que denotaban cansancio y preocupación. Un montón de lágrimas empezaron a salir de ellos mientras tomaba mi mano y la besaba repetidas veces. No entendía lo que sucedía ni mucho menos por qué estaba llorando de esa manera tan incontrolable, pero en el intento de preguntarle, mi voz simplemente no salió.
-¡Mi niña! -reconocí la voz cansada de mamá y la miré, preguntándome por qué se veía tan demacrada y delgada-. Gracias a Dios que despertaste. Yo... hubo un momento donde perdí la fe, pero aquí estás con nosotros y eso es lo más importante.
-Buenas tardes -desvié la mirada a un doctor que enseguida me sonrió-. Es un milagro que hayas despertado, Margot.
El doctor me revisó mientras hablaba sin parar de cosas que no lograba entender por completo. ¿Un accidente? ¿Un trauma? ¿Qué tratamiento? ¿Por qué debo ir a terapia? Me hacia pregunta tras pregunta a la vez que él le explicaba a mi madre y a mi hermano lo que conllevaba mi recuperación.
Traté de hacer una vez más memoria, pero lo último que recuerdo fue haberme casado. ¿Dónde está Gonzalo? ¿Por qué él no está aquí conmigo? ¿Qué clase de accidente tuve? No recuerdo nada más que el día más feliz de mi vida. ¿Qué hago aquí, en lugar de estar celebrando mi luna de miel con mi adorado esposo?
-Te vamos a retirar la careta, pero no puedes hacer ningún esfuerzo de más, ¿de acuerdo, Margot? -inquirió el doctor-. ¿Me entiendes?
Asentí por inercia y, tras quitarme la careta, pude sentir alivio en mi garganta y hasta en mis pulmones. El aire fue escaso y por un momento olvidé cómo se respiraba, pero poco a poco fui llevando el ritmo de mis respiraciones por mi cuenta. Sentía una opresión en el pecho y mi respiración era bastante trabajosa, pero normal, según el doctor tras haberme quitado el oxígeno.
-¿Cómo estás, Margot? Soy Jackson Williams, el medico que te ha estado tratando desde que ingresaste a la clínica. Cuéntame, ¿recuerdas algo antes del accidente?
-¿A-accidente? No recuerdo... -la garganta me dolía mucho y no podía siquiera conectar mi cerebro y mi lengua-. ¿Gonzalo?
-De acuerdo. Hace dos semanas sufriste un accidente automovilístico, donde...
-Doctor, por favor, déjeme darle esa noticia -interrumpió mi madre y fruncí el ceño.
Reparé en el aspecto de mamá y cientos de preguntas empezaron a formularse en mi cabeza, pero por más que deseaba hablar, algo me impedía hacerlo. Al igual que Marcus, mamá se veía demacrada, como si no hubiera podido dormir por noches enteras.
-Mi amor...
-¿Qué ocurre?
Tomó mi mano y la apretó con fuerza, parpadeando con rapidez, como si eso fuera a impedir que sus lágrimas no se deslizaran por sus mejillas. Me sentía tan confundida y desesperada por saber lo que estaba sucediendo, que en el intento de levantarme de la cama, las piernas no me respondieron como lo exigía mi cerebro.
-Habla, mamá. ¿Qué pasa? ¿Dónde está Gonzalo? -miré a mi hermano, empezando a sentir un inmenso dolor en mi pecho-. ¿Marcus?
-Lo siento tanto, mi amor -sollozó mamá, dejando salir esas lágrimas que estaba reteniendo-. Tú eres el milagro después de tanta tormenta.
-No entiendo qué quieres decir...
-Hace dos semanas te casaste con Gonzalo, todo estaba perfecto y te veías tan feliz. Yo... ¡Dios mío! Nunca imaginé que esto fuera a suceder en mi familia -se limpió las lágrimas con brusquedad.
-¿Dónde está Gonzalo?
-Hicieron todo lo posible, pero perdió tanta sangre y tuvo tantos traumatismos, que no lo soporto.
-¡¿De qué hablas!? -grité con la poca fuerza que tenía, empezando a sentir un denso dolor de cabeza.
-Gonzalo perdió la vida en el accidente...
Negué repetidas veces con la cabeza, gritándole que no era cierto, que Gonzalo estaba ahí fuera esperando por mí para casarnos y formar la vida que tanto soñamos, pero los recuerdos de mi boda, el día más feliz de mi vida, empezaron a llegar en cadena.
Recordé cuando Marcus me entregó en el altar y Gonzalo me recibió entre sus brazos con una sonrisa brillante y los ojos llorosos. En mi cabeza se reprodujeron una y otra vez las palabras que nos dijimos antes de darnos el sí y unirnos en santo matrimonio. Su beso, ese dulce y apasionado beso que nos dimos para sellar nuestra unión quemó mi corazón de manera inmediata.
Estábamos tan felices y ansiosos de llegar a nuestro nuevo hogar, que nos saltamos la recepción y decidimos marcharnos ipso facto hacia Búfalo para no perder más tiempo, pero la vida nos había deparado un destino que ni en sueños teníamos previsto.
Gonzalo me besaba y acariciaba apasionado mientras nos dirigíamos en la limusina hacia nuestra nueva casa, cuando aquel golpe tan bestial y la espesura de la oscuridad nos separó para siempre. No recuerdo más que gritos, un intenso dolor en todo el cuerpo, en especial en mis piernas y un olor a gasolina muy denso.
-Mi amor, lo siento tanto. Sé por lo que estás pasando y sé que saldrás adelante con nuestra ayuda. Yo nunca te dejaré sola. Agradezco a Dios por salvarte...
Lloré y grité entre los brazos de mi madre, deseando haber muerto para no tener que vivir en este maldito infierno. ¿Por qué no morí junto con él? ¿Por qué la vida es tan desgraciada de dejarme aquí sufriendo y sola? No entiendo por qué la vida se empeña conmigo, más cuando la felicidad empezaba a cobijarme bajo su manto.
Mi esposo, el hombre que he amado por tantos años, ya no está y con él se llevó mi vida entera. ¿Qué se supone que haga con todos los sueños que teníamos? ¿Dónde queda nuestra vida y nuestro amor?
-¿Por qué? ¿Por qué? -grité, haciendo el intento de levantarme, pero no podía y mi madre tampoco permitía que lo hiciera-. ¡Súeltame! Déjame ir con él. Yo no quiero vivir, mamá. Por favor, déjame ir con Gonza. ¡Gonzalo!
-Calma, mi amor. No te alteres o puede ser peor.
-¡Yo debí morir con él! -me removí entre sus brazos-. Quiero verlo...
Luché por liberarme en medio de suplicas y gritos que eran ahogados en el pecho de mi madre. Ella me abrazaba tan fuerte, queriendo transmitirme calma y fuerza, pero ¿cómo seguir en esta perra vida cuando lo has perdido todo? ¿Cómo vivir cuando perdí no solo al amor de mi existencia, sino también a ese pedacito de vida que crecía dentro de mí?
Gonzalo nunca supo de nuestro hijo, porque callé para decirle en nuestra luna de miel la noticia... y ahora nunca sabrá que dentro de mí crecía una prueba ferviente de nuestro amor, porque simplemente ya no volveré a verlo nunca más.
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Celia Kane proviene de una familia adinerada, pero perdió a su madre a una edad temprana. Desde entonces, ha vivido una vida difícil. Peor aún, su padre y su madrastra le tendieron una trampa para que ella se casara con Tyson Shaw en lugar de su media hermana. No dispuesta a aceptar su destino, Celia se escapó el día de la boda y, accidentalmente tuvo una aventura con un desconocido. Al día siguiente, ella se fue en secreto y, más tarde, su padre la encontró. Habiendo fracasado en escapar de su destino, se vio obligada a convertirse en la novia sustituta. Inesperadamente, su esposo la trató muy bien después de la boda. Celia también conoció poco a poco que él tenía muchos secretos. ¿Descubriría Celia que el hombre con el que se acostó era en realidad su marido? ¿Tyson sabría que Celia era solo una sustituta de su media hermana? ¿Cuándo iba a descubrir Celia que su anodino marido era en realidad un magnate misterioso? Descúbralos en este libro.
Lascivia. Lujuria y Deseo Las vacaciones acabaron y Rachel debe volver a su puesto como teniente en el ejército de la FEMF, encontrándose con que la central de Londres no es lo mismo. Llegó un nuevo coronel, soberbio y con una belleza que no parece humana. Hombre que no tiene ojos sino dagas de acero que la ponen entre la espada y la pared al sentirse tentada por su superior. Ella sabe que no es sano, bueno, ni correcto sencillamente porque quien incita deseos impuros es el mejor amigo de su novio; Bratt Lewis. Christopher Morgan no es solo el coronel, verdugo y dictador del ejército más importante del mundo, tambien es el terror de la mafia italiana y a futuro el arma que dañara al que predica ser su hermano. Él tenía claro a lo que iba, pero Rachel despertó tentaciones sexuales regidas por aquel pecado desconocido llamado lascivia, demostrando que en cuestiones de pasión no hay amigos, alianzas ni compromisos. Él esta casado y ella sueña con lo mismo, pero la tentación desencadenará entre ellos un torbellino de pasiones, lujurias y deseos que solo viven aquellos que se hacen llamar amantes. "Sus actitudes son las de un desalmado sin sentimientos, pero su físico... Joder, su físico me humedece las bragas." Mafias, ejércitos secretos, infieles, adicciones y engaños. ¿Complicado? No, complicado es convivir con la tentación hecha hombre.
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Reyyan Aslanbey decide escapar de su país dejándolo todo atrás, su lujosa vida, su familia, sus amigos y un compromiso organizado por sus estrictos padres, será Francia el lugar donde elegirá para comenzar de nuevo, donde podrá ser ella misma sin temor a ser juzgada. Todo iba bien en su vida, asistía a la Universidad, tenía un buen trabajo y nuevos verdaderos amigos que nunca la traicionarían, hasta que un día cualquiera vio al hermano mayor de su mejor amiga Alison, Louis Lambert, alguien muy sexy y hermoso, era el hombre más hermoso que sus ojos jamás habían visto, pero para él Reyyan no existía, ni siquiera volteaba a mirarla, por lo que ella deseaba que fuera el típico bad boy mujeriego para tener alguna oportunidad de intercambiar palabras, pero no, él era todo lo contrario, él no era un chico malo, no era un mujeriego, no mostraba sus sentimientos hacia nadie quien no fuera su familia, no reía, no sonreía y nunca su mirada iba dirigida a ella, hasta el día donde todo cambió.
Janice, la heredera legítima olvidada hace tiempo, se abrió camino de vuelta a su familia, volcándose en ganarse sus corazones. Sin embargo, tuvo que renunciar a su propia identidad, sus credenciales académicas y sus obras creativas en favor de su hermana adoptiva. A cambio de sus sacrificios, no encontró calor, sino un mayor abandono. Decidida, Janice juró cortar todo vínculo emocional con ellos. Tras quitarse la máscara, ahora era conocida como maestra en artes marciales, experta médica y célebre diseñadora que sabe ocho idiomas. Con una nueva determinación, declaró: "A partir de hoy, nadie de esta familia se cruzará conmigo".