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Monica es una joven modelo que cayó en manos del multimillonario Damian Collins. Luego de una vida repleta de felicidad, todo será arrebatado por el hombre que supone la ama. Damian no permitirá que ella se aleje, jamás. Su preciada gema estará atrapada en sus manos.
MONICA
Sonrió ante la cámara y cambio de posición para la siguiente foto. Maicol sonríe y me dice lo hermosa que me veo, sin embargo, no puedo concentrarme en él y a pesar de mi sonrisa por dentro tengo miedo por la mirada furiosa de Damián.
Odia que sea modelo de lencería y más que lo sorprenda.
No sé cómo o por quién se enteró, llevo meses trabajando a pesar de no tener su autorización y jamás se había enterado... hasta el trabajo de hoy y solo está aquí sin decirme nada, lo que hace que mi miedo crezca.
-Listo, Mónica, hemos terminado -dice Maicol.
-Gracias.
Una muchacha se acerca y me trae una bata. Me la coloco y agradezco. Mientras camino hacia Damián, él se aleja y entiendo que quiere hablar conmigo en privado.
Cuando llegamos a mi camerino me sujeta desde el brazo con fuerza.
-¿Por qué aceptaste? -pregunta entre dientes.
-Solo es un trabajo -susurro, aunque esa no es la respuesta que quiere oír, ya que suma fuerza a su agarre -Damián, por favor suéltame, me estás lastimando.
Me quita las manos y me empuja al oír que alguien toca la puerta. Hago el mejor intento de sonrisa y me acerco a abrir.
-Señora Collins le traigo su bolso y su ropa -asiento y sujeto mis cosas -. Señora Collins... ¿Sucede algo?
Damián me fulmina con la mirada.
-Estoy bien -contesto.
Ella asiente y se va. Luego de cerrar la puerta, Damián me sujeta desde la cintura y me atrae a su cuerpo. Sujeta un mechón de mi cabello y luego tira de él.
-Cámbiate, te espero en el auto.
Sale de la habitación no sin antes de golpear mi trasero.
Cuando por fin me quedo sola empiezo a quitarme el conjunto de encaje. Paso uno de mis pañuelos húmedos y quito el maquillaje que cubre mis moretones.
A veces no quiero creer que Damián me golpea y solo es así... fuerte en sus agarres durante el sexo y cada momento de todos los días.
Me visto rápidamente y voy a la oficina del señor Julián por mi dinero. Al salir del estudio me encuentro con varios fotógrafos. Una sonrisa se forma en mi rostro hasta llegar al auto. Las ventanas polarizadas impiden que los fotógrafos vean como Damián me besa.
Muerde y toma mis senos entre sus manos, aprieta con fuerza provocando que suelte un jadeo.
-Conduce -espeta con esa voz tan varonil que antes me gustaba, pero ahora... ya no tanto -. Mañana vendrá mi madre para cenar, así que espero que no me salgas con alguna sorpresa.
Esa mujer... no entiendo el porqué me odia tanto. Siempre suele sorprenderme con un nuevo insulto.
-¿No tienes nada que decir? -pregunta y niego con la cabeza -¡Respóndeme!
El chofer se coloca los tampones en sus oídios. Intento salir de su agarre, pero no me suelta.
-Sabes que tu madre siempre me insulta y quieres que esté en la misma habitación que ella... no te sorprendas cuando le suelte las verdaderas a esa vieja estúpida.
Las palabras se fueron de mi boca al sentir un golpe en mi mejilla. Siento un horrible dolor que escuece, pero me mantengo quieta, intentando que las lágrimas no salgan.
-Nunca vuelvas a insultar a mi madre -vuelve a tomarme desde los brazos y hace que me acerque a su cuerpo -por más que te ame no voy a dejar que la insultes.
-No me gusta que me golpees.
-¿Por qué? -acaricia mi mejilla con cierta ternura, como si hace unos minutos no me hubiese golpeado -. ¿No te gusta el dolor? Claro que te gusta y es por eso que sigues soportándome.
-No tengo escapatoria -no, por favor lagrimas no vayas a salir.
-Me encanta que llores -jala mi cabello -. No quiero volver a enterarme por uno de mis empleados que estás trabajando de modelo otra vez, sino me encargaré de dejar marcas permanentes sobre tu cuerpo para que ni te atrevas a salir de la casa.
Asiente sumisamente y no miro su rostro. Damián me suelta, llevo mi mano hacia el lugar donde me sujeto y veo que hay una marca de su mano. Ese será otro moretón que estará ahí por días.
Llegando a casa, ambos bajamos del auto y Damián ordena que vaya a tomar una ducha. Vuelvo asentir como un robot y subo a nuestra habitación.
Ante el espejo de cuerpo completo contemplo mi desnudez. Hay moretones por mi espalda. Las lágrimas vuelven y mi nariz se pone roja, lo odio.
Cuando la bañera está llena me sumerjo en el agua y lavo mi cuerpo con la esponja.
Recuerdo el momento cuando Damián me golpeo por primera vez, no fue hace mucho tan solo dos meses atrás. Fue durante el sexo. Un golpe en la nariz me hizo sangrar debido a que me negué hacer un trío con otro hombre.
Damián se disculpó durante toda la noche, incluso lloro. Me calmo en sus brazos y todo fue normal y ya no volví a ver a ese hombre. No suele pasarse de agarres fuertes o bofetadas, a veces temo que si lo haga por todas las noticias que aparecen sobre las mujeres golpeadas.
Esto está mal.
Debería irme de aquí.
Me sobresalto al ver que la puerta es abierta. Damián se acerca a mí y se sienta en el suelo.
-No hiciste bien en insultar a mi madre.
-Lo siento -digo por inercia.
-Tampoco hice bien en golpearte -me toma desde el mentón y hace que vea sus bellos ojos celestes -pero odio que otros hombres tengan fotos tuyas en ropa interior. Los imagino masturbándose o soñando contigo. Lo odio.
-Lo sé.
-Y si lo sabes ¿Por qué sigues trabajando como modelo? -frunzo las cejas ante el nuevo dolor.
-Porque no puedo depender siempre de ti.
-Puedes hacerlo. Trabajo para ti, para darte todo lo que mi reina merece -besa mi frente y quita su mano sobre mi mentón -¿Prometes no volver a trabajar en el modelaje?
-Pero me gusta -ahora sus dos manos van hacia mi cuello.
-Prométemelo.
-Te lo prometo.
A pesar del agua, Damián me abraza. Me saca de la bañera en sus brazos y me cambia. Esta protección que siento... ya la conozco, es cada vez luego de algún golpe.
No tengo a nadie más que a Damián, estoy sola.
Estoy atrapada.
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