¿¡Se supone que una mujer se debe casar con el hombre que ama profundamente!? No con un desconocido. ¿Qué puede ser más peor que dejar al hombre que amas profundamente por otro que no sientes nada? ¿Existe algo mas cruel, que ser sacrificada y engañada en una red de mentiras por tus propios padres en el bien de su propia codicia? Esto fue exactamente lo que sintió ella cuando se enteró que debía casarse con quien jamás pensó hacerlo. Estaba furiosa e indignada que no pensó lo que hacía. -¡No me quiero casarme! ¡NO ME CASARÉ CONTIGO! -gritó cuando vio al hombre cuya foto le habían mostrado sus padres. -¿Qué dijiste? -le preguntó con cierta advertencia en su voz. Ella apretó los dientes y recordó lo que había tenido con su novio. La audacia la atravesó una vez más. -No me casaría contigo. No puedes obligarme y no lo permitiré. Amo a alguien y no eres tú. -¿Te pedí que te casaras conmigo?
Dicen que el novio quita el vestido de novia, pero en el caso de Carolyn Millers no fue así.
¿¡Se supone que una mujer se debe casar con el hombre que ama profundamente!? No con un desconocido.
¿Qué puede ser más peor que dejar al hombre que amas profundamente por otro que no sientes nada? ¿Existe algo mas cruel, que ser sacrificada y engañada en una red de mentiras por tus propios padres en el bien de su propia codicia?
Furia.
Esto fue exactamente lo que sintió Carolyn cuando se enteró que debía casarse con quien jamás pensó hacerlo.
Estaba furiosa e indignada que no pensó lo que hacía.
El retumbar de tacones en fino suelo de mármol retumbo en todo el pasillo del décimo piso del edificio Crown Investors.
-¡Señorita, le dije que no puede entrar allí! -gritó la secretaria, mientras una silueta pasaba corriendo junto a a su lado con la cabeza inclinada hacia la sala de juntas.
Carolyn estaba muy molesta por la noticia que escuchó esta mañana y tenía prisa por lidiar con eso. Empujó la puerta alta de cristal y se congeló al instante.
Nunca esperó que el hombre que estaba buscando fuera el que encabezará una reunión tan importante y, además, no era un ejecutivo casual conociendo a su gerente como había pensado.
Esta fue una reunión de la junta.
La sangre abandonó el rostro de la estudiante universitaria y estaba entumecida.
-Señorita, dije que no podía pasar-la secretaria se acercó a ella.
La cara y las palmas de las manos de Carolay estaban empapadas de sudor al instante, pero había recorrido un largo camino. Ahora no podía echarse para atrás.
-¡Sr. Harrison! No me quiero casar con usted ¡NO ME CASARÉ CONTIGO! -gritó desde la entrada cuando vio al hombre cuya foto le habían mostrado sus padres.
Era muy guapo, su piel era clara y una cara angulosa, con ojos negros, cejas tupidas, nariz alta y unos labios hermosos que mostraba gracia y belleza incluso con su comportamiento frío. Todos parecían respetarlo al máximo, aunque parecía ser el más joven entre ellos.
La sala de juntas quedó en silencio, todos los ojos fijos en la entrada, donde estaba parada una joven de diecinueve años, su largo cabello rojo sangre con ondas perfectas, cubría una parte de su rostro, mientras bajaba la cabeza.
Lo que sea que le dio el coraje parecía haber huido y la había dejado sola. Empezó a temblar, mientras miraba de soslayo a Aarón Harrison, cuya frialdad podía congelar el mar.
Cuando levantó la cabeza e hizo contacto visual con ella.
Verde profundo contra negro oscuro intimidante.
Su mirada oscura era tan intimidante que Carolyn bajó la mirada.
El hombre al que buscaba era;
Aarón Harrison.
Ella pensó que era uno de los ejecutivos y sus ojos comenzaron a vagar en busca de él, mientras que todos los hombres presentes parecían mayores de veinticuatro años, excepto el que estaba en la cabecera de la mesa.
Era el más joven, pero parecía el más poderoso.
-Jovencita, esta es una reunión de la junta. ¿Estás perdida? -uno de los miembros de la Junta regañó y preguntó, muy molesto por la grosera interrupción cuando estaba dando su informe.
Carolyn perdió el control de su pecho, ya que estaba atenazado por un miedo paralizante. No podía decir más y tampoco podía moverse. La secretaria estaba igualmente asustada y estuvo a punto de tirarla del brazo, pero sus dedos agarraron obstinadamente el dobladillo de su falda hasta la rodilla. Si su intención no se aclaraba en este momento, estaría atrapada en un matrimonio arreglado.
-Lo siento, estaba buscando a Aarón Harrison.
Todavía no podía creer que el hombre que veía en la foto fuera el mismo hombre sentado allí.
La sala de juntas estalló en suaves murmullos. Acaba de llamar al CEO por su nombre ¡Esta chica realmente estaba buscando la muerte!
La mirada oscura de Aarón nunca la dejó, pero sus ojos todavía vagaban como si buscara a una persona inexistente. Si el Ceo era realmente el hombre del que hablaban sus padres, entonces estaba condenada y su programa de pasantías podría verse afectado. La noticia fue tan impactante que no esperó explicaciones y corrió aquí cuando preguntó en la recepción y le dijeron que Aarón estaba aquí.
-¿Lo conoces en persona? - Aarón le preguntó, su semblante era indiferente. Sin embargo, su voz rica y sofisticada la avergonzó y la vez la asustó.
-No, acabo de escuchar su nombre de mis padres y quiero que sepa que no me casaré con él. -La voz de Carolyn era tan baja que, si uno no le prestaba toda su atención, no escucharía nada de lo que dijo, pero Aarón la escuchó y su expresión cambió instantáneamente.
La cabeza de Carolyn aún estaba baja, sus uñas se clavaban en la palma de sus manos para evitar que temblaran.
Aarón la miró con frialdad y miró a sus directores con aire de disculpa. Entendieron la señal y comenzaron a salir de la sala sin atreverse a si quiera protestar. La secretaria fue la última en retroceder torpemente y cerrar la puerta detrás de ella.
Aarón se levantó de su lujoso sillón ejecutivo de cuero negro y se acercó a Carolyn. El golpeteo de sus zapatos, era como tambores en su pecho.
-¿Qué dijiste? -le preguntó con cierta advertencia en su voz.
Carolyn apretó los dientes y recordó lo que había tenido con su novio. La audacia la atravesó una vez más.
-¡Sr. Harrison! No quiero casarme con usted. No me casaría contigo. No puedes obligarme y no lo permitiré. Amo a alguien y no eres tú -hablaba muy rápido como si cualquier pausa fuera a agotar la poca adrenalina que le quedaba.
La mirada de Aarón se volvió penetrante y, aunque no lo estaba mirando ella podía sentirlo. Su olor a colonia varonil era fascinante y su aura intimidante. Podía sentir sus piernas tambalearse cuando él preguntó en un tono burlón.
-¿Te pedí que te casaras conmigo?
Su pregunta la tomó por sorpresa porque, de hecho, él nunca le propuso matrimonio.
Ella nunca lo había visto antes hasta ahora y esta fue la primera vez que se hablaron. Su voz se volvió muy delgada.
-Pero mis padres dijeron que pediste casarte conmigo.
-Así que diles que no quieres casarte conmigo, Carolyn Miller -escupió Aarón con frialdad.
Aarón sabía que esto sucedería si lo intentaba de la manera correcta. Esa fue la razón por la que le dijo a sus padres que lo manejaran. También sabía que la personalidad de Carolyn segun sus averiguaciones era tímida, no esperaba que fuera tan audaz como para interrumpir esta importante reunión. Por la falda y la camisa que vestía, junto con su forma menuda, parecía una adolescente. Todavía no podía ver su rostro perfectamente, pero no se molestó en hacerlo. La chica acababa de avergonzarlo frente a los miembros de su junta y él estaba molesto.
-Pero..
-Estoy ocupado -la cortó bruscamente.
Carolyn perdió cada folículo de adrenalina que reunió antes y no pudo decir más. Ella haría lo que él decía y vería el resultado que traería. ¿¡Cómo podía haber sabido que sería tan fácil rechazarlo!?
Sus pequeñas piernas la sacaron de la sala de conferencias y Aarón rechinó los dientes. Marcó el número de su padre.
-Sé que se suponía que te casarías con mi hermana según el acuerdo anterior. Sin embargo, no tuve más remedio que aceptar ser su sustituta porque ella está enamorada y embarazada de mi actual ex prometido y no quiere casarse contigo —dijo ella, mientras que el hombre en silla de ruedas se limitó a mirarla con el rostro desprovisto de cualquier emoción. —Supongo que no tengo opción —dijo el hombre fríamente. Cogió un expediente y se lo deslizó sobre la mesa. Ella sacó el documento y se quedó sin aliento cuando se dio cuenta de que era un contrato. Fue engañada vil mente por su prometido y su hermanastra. Por lo que se vio obligada a contraer matrimonio forzado con el prometido de su hermanastra, a quien su hermana había rechazado porque estaba atado de por vida en una silla de ruedas. Lo que no sabia era que, ¡Él lisiado, era más de lo que parece!
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