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Isabella es una mujer hermosa, administra el restaurante de sus padres, decidida y algo seria para su edad. Cuando conoce a Adrien Hamilton, un hombre de negocios, sumamente atractivo y con una personalidad atrayente, se enamora perdidamente de él. Es el hombre perfecto, aunque no era neófita en el tema del amor, conocerlo a él, le haría sentir cosas que no había sentido antes; por lo que no duda en aceptarlo, cuando le propone matrimonio. Estaba viviendo su historia de amor, o eso es lo que creía, al descubrir poco después, de su viaje de luna de miel, que el amor que Adrien le profesaba estaba basado en una mentira.
- ¡Date prisa Isa!, los chicos nos están esperando. - oigo gritar a Tania desde abajo.
- Ya casi estoy lista beba, en un minuto bajo. - contesto mientras termino de pintar mis labios y chequeo mi cabello. Decidí dejarlo suelto esta vez, para darle un toque de naturalidad y elegancia a mi look.
Miro mi reflejo en el espejo, lo examino a detalle. Mi vestido beige es ceñido al cuerpo, un poco sobre las rodillas, dejando entrever una pequeña parte de mis muslos; unos tacones cerrados de color rojo completan mi atuendo. Me aseguré de que estuviera todo en su lugar, ajustando cada detalle para que se vea perfecto.
Decido aplicar solo un poco de rímel en mis pestañas, dejando como protagonista a mis labios, los cuales lucen de un tono rojo intenso. Busco en mi cofre donde guardo mis prendas, unos aretes con detalles en rojo y una collar fino, de oro, con un dije en forma de lágrima en color rojo. Quería que cada detalle se complementara, para darle armonía a mi apariencia.
Le doy una sonrisa a mi reflejo. Hacía algunos meses que solo iba de mi casa al trabajo y viceversa, por lo que estoy por salir a una cita doble con mi mejor amiga Tania, su novio Ryan y el amigo de este, Willian.
Bajo las escaleras y mi amiga da saltos de emoción al verme. Me siento halagada al escuchar sus palabras:
- Estás preciosa, Isa, a Will se le caerá la baba al verte - dice, mientras me guiña un ojo.
Suelto una risa mientras la abrazo, definitivamente, nunca cambiará. Aunque dejo de lado el regaño, para no empañar la noche; ya me había acostumbrado a sus locuras.
- Siempre buscando que tenga novio - digo entre suspiros.
- No tiene nada de malo, además, ya han pasado años desde... -intentó consolarme mi amiga, pero la interrumpo antes de que pueda mencionarlo.
Mi rostro se tensa y hago todo lo posible por no recordar. Sin embargo, esos ojos café en los que tantas veces me perdí se infiltran en mi mente. La voz de mi amiga me devolvió a la realidad.
- Disculpa, tita, no quise hacerte pensar en él - dice, tomando mis manos con ternura.
- Lo sé, beba. Ya no debería afectarme su recuerdo - susurro, tratando de convencerme a mí misma.
- Bueno, ya olvidemos eso y vamos a divertirnos, ¿sí? Nada de tristeza hoy. - insiste Tania, decidida a cambiar el rumbo de nuestros pensamientos.
- Sí beba, tienes razón - reconozco, mientras con el dorso de mi mano recojo una lágrima solitaria que traicioneramente había rodado por mi mejilla.
- Tranquila - dice y me lleva de la mano hasta el sofá, dónde nos sentamos para esperar a los chicos.
Tania intenta animarme contándome lo pesado que se había puesto su jefe con un informe que le pidió entregar.
- Te juro que quería ahorcarlo - suelta, tratando de arrancarme una sonrisa.
No puedo evitar reír por su comentario. Conocía muy bien a su jefe y sabía lo insoportable que podía llegar a ser, especialmente cuando se acercaba el momento de las juntas ejecutivas. Tania trabaja en una empresa publicitaria como asistente del jefe de puntos de ventas.
Con cada risa, siento cómo la tristeza se aleja un poco más.
Nos encontramos relajadas cuando escuchamos el timbre, anunciando la llegada de Ryan y su amigo Will.
- Mi vida, te extrañé - le dice Ryan a mi amiga apenas esta abre la puerta, y acerca sus labios a los de ella.
Trato de evitar verlos juntos y mis ojos se posan en Will. Posee una estatura que sobrepasaba la media, haciéndolo destacar entre la multitud. Su rostro, de rasgos armoniosos, era enmarcado por una melena de cabello castaño oscuro que caía con naturalidad. Pero eran sus ojos verdes, brillantes como esmeraldas, los que cautivaban a quien se atreviera a mirarlos. Una combinación irresistible de encanto y atractivo físico. Él al percatarse que lo observó me sonríe.
Ryan nos mira por un instante y decide presentarnos.
–Isa, él es Willian...
Me da un beso en la mejilla y luego dice - Gusto en conocerte hermosa - su voz es profunda y serena. Además su gesto me enternece.
- El gusto es mío William - le devuelvo amablemente
- Puedes decirme Will - dice, mientras me guiña un ojo.
Tania tiene una sonrisa de oreja a oreja y una mirada pícara que me hace reír.
Juntos nos dirigimos hacia el restaurante que Ryan había reservado previamente. Llegamos y todo lucía ameno y tranquilo. Charlamos un poco, cuando de pronto Tania interrumpe la conversación con la intención de hacer sentir incómodo a Will.
- Dime, Will, ¿crees que Isa luce hermosa esta noche?
Siento cómo el rubor invade mi rostro mientras la miro con deseos de asesinarla. Ella me devuelve la mirada y me guiña.
- Por supuesto, Tania, Isabella está muy hermosa. - responde Will, un poco apenado.
- Bueno, entonces estás algo lento - comenta mientras se cruza de brazos.
Ryan se ríe ante el comentario de Tania, y aprovecho para darle un pellizco a mi amiga por su impertinencia.
- No todos podemos ser como tú, Tani. Me gusta asegurarme del terreno que piso - dice Will mostrándose un poco más relajado.
- Tranquila, nena. Will sabe cómo jugar sus cartas - interviene Ryan.
- Lo sé, amor. Solo quiero ayudar un poco - dice Tania haciendo un puchero.
Ryan le da un beso tierno en la frente y le acaricia el cabello, consintiéndola como a una niña pequeña.
Yo por mi parte, me disculpo un momento y tomo a Tania de la mano para ir al baño.
- No te molestes conmigo, tita - me dice Tania mientras caminamos hacia los baños -. Solo quiero ayudar a Will. Se nota que desde que te vio, lo tienes completamente cautivado y babeando como un grifo.
Ruedo los ojos con exasperación, aunque no puedo evitar pensar que tiene razón. Paso mi mano por su mejilla tratando de calmar su ímpetu.
- Es posible que estés en lo cierto, pero el pobre no tiene que sufrir tus ataques, beba - le dije con tono suave.
- Es que quiero verte contenta, amiga - respondió ella con una expresión aniñada adorable.
Su confesión me enternece. Ha sido siempre así, desde que nos conocemos, busca incansablemente la manera de hacerme feliz.
- Lo sé, beba, pero no tienes por qué incomodar a Will, apenas nos estamos conociendo - le dije, tratando de ser empática.
- Lo conozco y sé que necesita un empujoncito para poder actuar - respondió ella con una sonrisa pícara.
No pude evitar reírme ante su comentario, era imposible ganarle en este tipo de discusiones. Le doy un abrazo cariñoso y le digo que la quiero mucho.
Caminamos nuevamente hasta donde se encuentran los chicos, vamos riendo y recordando anécdotas del pasado.
- Aunque debes reconocer que ese Cristian era algo sonso - le dije a Tania en tono jocoso.
- Es que el pobre ni siquiera sabía dar un beso - respondió ella entre risas contagiosas.
Me uní a sus risas, pero no pude evitar sentir pena al mirar alrededor. Miro hacia la mesa donde estábamos sentadas y algo capta mi atención, logrando que me tense en el lugar donde me encuentro, Tania se percata de mi reacción, por lo que dirige su vista hacia el punto donde estoy mirando. A unas mesas de distancia de la nuestra, se encuentran tres hombres, uno de ellos llama completamente mi atención. Aunque estaba de espalda a mí, logro percatarme de su mandíbula cuadrada y su cabello perfectamente peinado.
Recupero la compostura y nos acercamos rápidamente a nuestra mesa. Ryan y Will interrumpen su conversación para recibirnos, mientras mis ojos vuelven a la mesa, preguntándome si él me ha reconocido.
- ¿Estás bien? - pregunta Will mientras se levanta para ayudarme con la silla.
- Luces pálida - comenta Ryan.
- Estoy bien, no se preocupen. - contesto, aunque sé que no es cierto.
Intento concentrarme en la conversación, pero de reojo veo a Tania observándome sin apartar la mirada. Vuelvo a mirar hacia la mesa y nuestros ojos se encuentran directamente. Esos ojos que tantas veces me han cautivado. Hay una chispa de comprensión en ellos. Una sonrisa se dibujó en su rostro al percatarse de mi presencia.
Mi corazón comienza a latir desbocado, como si corriera una alocada carrera en mi pecho, mientras pienso:
«Adrien, finalmente me ha encontrado».
Ambientada en el escenario contemporáneo de Nueva Zelanda, la historia se centra en Sunny Van Der Veer. Una mujer casada y con hijos, lleva una vida aparentemente estable y feliz. Sin embargo, hay un detalle que marca una diferencia significativa en su vida amorosa: nunca se ha permitido enamorarse. En su rutina diaria, Sunny ha confundido la comodidad material y el afecto causado por la costumbre con el verdadero amor, sin darse cuenta de que está perdiendo la oportunidad de experimentar una conexión más profunda y apasionada. Ha construido barreras y se ha contentado con una vida segura pero carente de la emoción que el amor verdadero puede brindar. Ha vivido bajo una doctrina conservadora desde su juventud, donde se le inculcó que una mujer solo debe tener un hombre en su vida y someterse a él en matrimonio. Sin embargo, todo cambia una noche cuando su corazón da un vuelco al ver a un hombre joven que es quince años menor que ella. A pesar de su educación y creencias arraigadas, Sunny se enfrenta a una lucha interna contra sus propios sentimientos y deseos profundos. Sin saber cómo manejar esta situación, se ve envuelta en las consecuencias de sus actos y decisiones. El enfrentarse a sus propios tabúes y desafiar las normas impuestas en su vida ha puesto en riesgo su estabilidad emocional. Ahora, se encuentra en una encrucijada donde debe confrontar su propio corazón y decidir si va a seguir las convenciones sociales o si se arriesgará a seguir sus deseos más profundos, lo que podría significar un cambio significativo en su vida y en su visión de sí misma. Un día, mientras intentaba escapar de su desastrosa realidad, Sunny descubre accidentalmente un pequeño secreto de uno de sus superiores en el área laboral. Este descubrimiento inesperado cambia completamente su estadía en su empleo. Aunque inicialmente lo ignora, pronto se da cuenta de que su conocimiento sobre el secreto la ha convertido en un objetivo para aquellos que desean mantenerlo bajo llave. Conforme pasa el tiempo, Sunny se enfrenta a dificultades en su área de trabajo. Los individuos implicados en el secreto comienzan a acosarla, con la esperanza de hacer que renuncie y así proteger sus propios intereses, haciendole la vida imposible, poniendo en peligro su estabilidad material. Mientras Sunny se esfuerza por mantener su integridad y su puesto de trabajo, los problemas en el ámbito laboral afectan su productividad y su reputación, por ende, se ve obligada a tomar decisiones difíciles. Aquel joven al que había conocido en una noche casual se convierte en su salvación, brindándole refugio de todas las dificultades que la acechan. A medida que su historia de amor florece, la vida se interpone con otros planes en mente. Durante un cataclismo que la envuelve, se da cuenta de que las personas en las que solía confiar le habían dado la espalda hace mucho tiempo. Aquellos seres que una vez ocuparon un lugar importante en su vida y a quienes solía serles fiel, esconden secretos oscuros que la dejan atónita. Descubre que la fidelidad y la confianza que había depositado en ellos eran engaños, lo que desencadena una profunda sensación de traición y confusión en su corazón. A pesar de este descubrimiento, sigue luchando por encontrar su camino y sanar las heridas que la han marcado. Sunny, una vez llena de alegría y prosperidad, se encuentra hundida en las ruinas de lo que solía ser su vida envidiable. Ahora, enfrenta una montaña de desafíos que parecen insuperables. Sin embargo, algo en su interior se resiste renunciar. Un atisbo de esperanza brilla débilmente, recordándole que siempre existe una salida. A medida que lucha por recuperarse de la adversidad que la ha golpeado, se encuentra con dos opciones: rendirse o seguir luchando.
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