/0/13247/coverbig.jpg?v=20240511141906)
Elizabeth es una estudiante universitaria de veinte años. Tras tener dos tumores en la cabeza, y que su vida pendÃa de un hilo, queda ciega. Abandona su carrera a causa de ello. Ahora ella solo puede ver oscuridad, ya que no puede hacer nada por sà misma, sin que se tropiece con algo o salir a la calle sola. Su mundo se desvaneció desde aquel momento. Ella ya no tiene esos tumores, pero no le importa. Tiene algo mucho peor. Su vida se limita a estar en su casa o en su cuarto durante todo el dÃa. Ella está harta de eso; de vivir de esa manera en solo una inmensa oscuridad. Harta de llorar cada noche por no poder ver nada, por la impotencia. Y lo darÃa todo por volver a ver el rostro de sus padres y hermanos. Tiene suerte, pues siempre hay luz al final del túnel.
De repente tu mundo se queda sin luz y sin colores, que lo único que ves es el color de la oscuridad -negro-. Ya no ves lo que comes, por donde caminas, a las personas con las que platicas, ni un mundo de cosas a las que te enfrentas dÃa a dÃa.
Solo una inmensa oscuridad me rodea, y no puedo hacer nada para cambiarlo -eso es obvio-. Hace unos meses todo era completamente diferente, y ahora, todos los dÃas solo siento una horrible frustración que se riega por todo mi sistema, y junto con ello, viene el dolor y la desesperación.
Aún siento las lágrimas saladas deslizándose por mis mejillas, hasta llegar a mi boca. Y el horrible nudo en mi garganta se apreta con demasiada fuerza. Ya no quiero seguir llorando, pero es inevitable no hacerlo. Nuevas lágrimas salen de mis ojos, y muerdo mi labio inferior con tanta fuerza, que incluso siento el sabor de mi sangre.
Quiero gritar con todas mis fuerzas, y a la vez, solo quiero dormirme en un profundo sueño para no despertar jamás y terminar con mi tortura.
Fui librada de aquellos tumores en mi cabeza, sin embargo. Quedé ciega a causa de ello. Y la noticia fue desgarradora, y solo provocó un dolor mayor que cuando me enteré que mi vida pendÃa de un hilo.
Los doctores no pueden hacer nada para devolverme la vista. Lo único que pudieron decirme fue, que terminarÃa por acostumbrarme a esta vida. Y por supuesto eso no me consoló, solo logró hundirme más y más en una gran depresión, tortuosa y devastadora. La que claramente ahora mismo estoy viviendo.
-Elizabeth -La voz de mi hermana, Carol, llena mi audición-, El desayuno está listo, ¿vienes?
-No -Contesto con más brusquedad de la pretendo-. No tengo hambre.
-Ayer tampoco quisiste comer, tienes que...
-¡No! -La corto de inmediato-. ¡Ya te dije que no!
Un silencio tenso y tirante le siguen a mis palabras. Sé que se ha rendido de insistir, y ahora sólo puedo escuchar sus pasos alejarse tras el rechinar de la puerta cerrándose.
Coloco mis manos frÃas en el suave material del colchón debajo de mÃ. No puedo verlo, sin embargo, puedo por lo menos sentirlo. Antes de esto, jamás le habÃa tomado tanta importancia a las pequeñas cosas de nuestro alrededor.
Recuesto mi cabeza en la almohada, y trato de dormir. Y solo hay un completo silencio, y el sonido de mi respiración ya tranquila. No es hasta que el estruendo de la puerta siendo bruscamente golpeada, me levanta de mi lugar de un salto.
-¡¿Cómo que no bajarás a comer, Elizabeth?! -la voz de mi hermano Sebastián, suena molesta.
-Como lo oÃste -respondo.
Mi cabeza duele. «¿Por qué simplemente no me deja en paz?»
Cada paso se escucha más cerca, y puedo sentir que, posiblemente, se encuentra acuclillado frente a mÃ. Una mano es posada sobre las mÃas, que permanecen sobre mis rodillas. Para luego ser apretada en un gesto conciliador.
-Elizabeth -La voz de Sebastián, suena como una suplica-. Necesitas comer algo...
-No tengo hambre, y no puedes obligarme a hacerlo -digo, visiblemente irritada.
-Eso lo sé perfectamente, no puedo obligarte a nada -su voz se quiebra ligeramente-, Pero eres mi hermana, y mi deber es cuidar de ti. Y no voy a permitir que te sigas haciendo esto, Elizabeth.
Sobre el tacto de sus manos, mis manos se cierran en puños, y clavo mis uñas en la carne blanda de mis palmas. El nudo en mi garganta vuelve, y se aprieta con más fuerza aún que la anterior. Las lágrimas nuevamente se agolpan en mis ojos, puedo sentirlas, pero no me atrevo a derramar ninguna. Tampoco me atrevo a responderle nada a Sebastián. No tiene caso. Quiero llorar, pero trato de evitarlo lo más que puedo. Y sinceramente, no sé cuánto tiempo más aguante toda la frustración acumulada en mi interior.
Puedo sentir un lugar vacÃo frente a mÃ, y eso solo quiere decir que Sebastián se ha levantado de donde estaba. Al parecer mi silencio lo dijo todo.
-Si cambias de opinión -dice después de un rato-. Estaremos abajo esperándote -Y antes de darme tiempo a protestar, oigo la puerta cerrándose. El gran silencio en que se suma la habitación, me hace darme cuenta que estoy sola.
Vuelvo a retomar lo que estaba haciendo -intentar dormir- pero es casi imposible. Simplemente, no puedo. Mis mejillas se sienten húmedas, y no me di cuenta en que momento comencé a llorar de nuevo.
No me quiero sentir asÃ, ya no quiero llorar. Y no quiero seguir atrapada aquÃ. Necesito salir...
Necesito tomar aire fresco, para ya no sentirme tan miserable. Para dejar de pensar de que todos sienten lastima de mà todo el tiempo. Necesito hacer algo más, que estar aquà encerrada. Por que es muy claro, que yo no quiero estar el resto de mi existencia encerrada en una habitación, por el simple hecho de que no puedo ver.
Me levanto de la cama, y con mis manos comienzo a buscar mis zapatos que dejé por aquà en algún lugar. Cuando los encuentro, antes de ponérmelos los tocos para asegurarme bien en cuál va en el pie izquierdo, y cuál va en el pie derecho. Una vez hecho, mi siguiente tarea es buscar la puerta.
No tardo en encontrarla, asà que me apresuro en abrirla y salir de aquÃ. Muchas veces he caminado por aquÃ, y me sé casi el pasillo de memoria. Asà que sé, de antemano que hay una escalera, y tengo que ir a la derecha para bajar en ella.
Bajo con sumo cuidado tomandome del barandal, y cuando siento que no hay ningún escalón más continuo caminando. Más adelante encuentro la puerta principal, y toco la pared en busca de mi bastón para poder salir, y una vez que lo encuentro, pongo mi mano sobre la perilla y salgo.
Aun no he escuchado que alguien me grite preguntado a donde voy. Y, me siento aliviada, eso quiere decir que no me vieron. Asà que continuo caminando fuera de mi casa.
[...]
El aire helado de la mañana pega en mi rostro, he avanzado más lejos de mi hogar. Y realmente no sé exactamente a dónde voy, o a dónde quiero ir. Sin embargo, no me detengo. Sigo avanzado, porque prefiero estar perdida aquà afuera, que estar encerrada en mi habitación asfixiándome en esas cuatro paredes. Prefiero esto, a estar ahogándome en mi lamento.
No sé cuanto tiempo llevo caminando, pero sé que es demasiado, ya que mis piernas comienzan a doler y el cansancio recorre mi cuerpo. Y ahora que recuerdo, olvidé tomar mis gafas oscuras antes de salir, de todas formas no me importa mucho eso ahora.
Sigo avanzado sin un rumbo aparente, y un claro calor toca la piel de mi cuerpo. Deduzco que el sol está saliendo, asà que sin más, tomo otro rumbo para tratar de encontrar alguna sombra que me cubra. Entonces, giro a la derecha y mi camino solo es guiado por mi bastón entre mis dedos. El camino es tan amplio que aún no choco con nada. Continuo caminando con normalidad hasta que la bocina de un auto siendo tocada me hace dar un brinco en mi lugar.
Toda mi sangre se drena en mis pies cuando oigo como las llantas de un auto derrapan bruscamente contra el asfalto, pero por el sonido tan chillante que este produce, sé que aún no ha podido frenar y el sonido se escucha cada vez más fuerte cerca de mÃ, incluso puedo decir que todo está pasando en cámara lenta aunque no pueda ver nada.
Yo solo me quedo aquà parada donde quiera que esté, y caigo en la cuenta, de donde estoy cuando alguien a la lejanÃa grita "¡Cuidado!" a todo pulmón. Es en ese entonces que sé, que estoy en medio de la carretera apunto de ser atropellada.
Durante dos años, Bryan solo vio a Eileen como asistente. Ella necesitaba dinero para el tratamiento de su madre, y él pensó que ella nunca se irÃa por eso. A él le pareció justo ofrecerle ayuda económica a cambio de sexo. Sin embargo, Bryan no esperaba enamorarse de ella. Eileen se enfrentó a él: "¿Amas a otra persona y siempre te acuestas conmigo? Eres despreciable". En cuanto ella firmó los papeles del divorcio, él se dio cuenta de que era la misteriosa esposa con la que se habÃa casado seis años atrás. Decidido a recuperarla, Bryan la colmó de afecto. Cuando otros se burlaban de sus orÃgenes, él le dio toda su riqueza, feliz de ser el marido que la apoyaba. Eileen, que ahora era una célebre CEO, lo tenÃa todo, pero Bryan se encontró perdido en otro torbellino...
Después de tres años de matrimonio hermético, Eliana nunca habÃa visto a su enigmático esposo hasta que le entregaron los papeles del divorcio y se enteró de que su supuesto esposo estaba cortejando a otra mujer sin importarle cuánto le costara. Ella volvió a la realidad y decidió divorciarse. A partir de entonces, Eliana dio a conocer sus diversos personajes: estimada doctora, legendaria agente secreta, hacker reconocida, célebre diseñadora, experta piloto de carreras y distinguida cientÃfica. A medida que se conocieron sus diversos talentos, su exesposo fue consumido por el remordimiento. Desesperado, suplicó: "¡Eliana, dame otra oportunidad! Todas mis propiedades, incluso mi vida, son tuyas".
Los rumores decÃan que Lucas se habÃa casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frÃo y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugÃa y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mÃa, Belinda".
Allison se enamoró de Ethan Iversen, el futuro alfa de la Manada Moonlight Crown. Siempre quiso que él se fijara en ella. Sin embargo, Ethan era un alfa arrogante que pensaba que una débil omega no podÃa ser su pareja. El primo de Ethan, Ryan Iversen, que habÃa vuelto del extranjero y era el verdadero heredero de la manada, nunca intentó conseguir el puesto ni mostró ningún interés por él. Era todo un alfa playboy, pero cuando regresó a la manada, una cosa cautivó sus ojos y fue Allison.
Carolina Navarro fue obligada por su padre a casarse con un hombre desfigurado para salvar a su familia de la ruina. Maximo Castillo tenÃa todo lo que cualquiera deseaba, hasta que un accidente aéreo destruyó su cuerpo, su alma y su relación, haciendo su vida desesperada. Sin embargo, independientemente de eso, todavÃa necesitaba una esposa y un heredero. ¿PodrÃa funcionar un matrimonio entre estas dos personas? ¿SerÃa solo un matrimonio de conveniencia o crecerÃa el amor entre dos almas heridas?
La vida era un lecho de rosas para Debra, la hija del Alfa, hasta que tuvo una aventura de una noche con Caleb. Estaba segura de que él era su pareja designada por la Diosa de la Luna. Pero este hombre odioso se negó a aceptarla. Pasaron semanas antes de que Debra descubriera que estaba embarazada. Su embarazo fue una vergüenza para ella y para todos los que amaba. No sólo ella fue expulsada, sino que su padre también fue perseguido por los usurpadores. Afortunadamente, sobrevivió con la ayuda de la misteriosa Manada Espina. Pasaron cinco años y Debra no supo nada de Caleb. Un dÃa sus caminos se volvieron a cruzar. Ambos estaban en la misma misión: llevar a cabo investigaciones secretas en el peligroso pueblo de Roz por la seguridad y la posteridad de sus respectivas manadas. Caleb todavÃa se mostraba frÃo con ella. Pero con el paso del tiempo, se enamoró perdidamente de ella. Intentó compensar el abandono de Debra, pero la chica ya no lo querÃa. Estaba empeñada en ocultarle que tenÃan una hija y también en hacer una ruptura limpia. ¿Qué les deparaba el futuro a los dos mientras viajaban por el pueblo de Roz? ¿Qué tipo de secretos encontrarÃan? ¿Caleb se ganarÃa el corazón de Debra y conocerÃa a su adorable hija? ¡Descúbralo!